El té alguna vez estuvo caliente.
Conforme te marchabas.
Se volvía tibio.
Al marcharte.
Frío e insipido.
Como tú corazón.
Mejor dicho a lo que quedó del que alguna vez fue corazón.
Eres un alma despiadada, en busca de corazones inocentes para destruir.
Eso eres tú.
Éso era él.