Visitante inesperado

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Finalmente, abrió los ojos y se encontró en un lugar completamente diferente. Un bosque de árboles altos y misteriosos la rodeaba, y la luz del sol se filtraba a través de las hojas, creando un juego de sombras en el suelo que parecía danzar al ritmo del viento.

En ese preciso momento, un hombre con ojos azules como el cielo y cabello castaño liso se acercó a ella. Su mirada era fría y distante, como si no deseara su presencia.

—¿Quién eres tú? —preguntó con una voz rígida, como si su presencia fuera una molestia.

—Soy Elina Nash. No sé cómo llegué aquí, solo estaba leyendo un libro y... —tartamudeó, buscando las palabras adecuadas para explicar su desconcertante situación.

—Ese libro... es peligroso. Deberías haberte quedado en tu mundo. Ahora, no sé cómo podrás regresar —lo interrumpió con un gesto brusco, su tono lleno de advertencia y preocupación.

Un escalofrío recorrió su espalda. Elina se dio cuenta de que había cometido un grave error, pero también sentía que había tomado la decisión correcta al venir aquí. Su mirada se cruzó con la suya, y pudo percibir una tristeza oculta en sus ojos azules que la intrigaba.

Su voz tembló cuando formuló la pregunta que la había estado atormentando desde su llegada:

—¿Quién eres tú?

—Soy Alexander Blackwood —respondió, y aunque su voz era firme, detectó una pizca de melancolía en su mirada.

Las palabras resonaron en el aire, marcando el inicio de un encuentro que cambiaría su vida de formas que ni siquiera podía imaginar.

Aunque Alexander era un hombre de pocas palabras y su mirada fría podría haberla hecho sentir intrusa, había algo en él que despertaba su curiosidad. Sus ojos, que parecían contener innumerables secretos, le transmitieron una sensación de tristeza que la conmovió. Elina sabía que había más detrás de la fachada que él mostraba.

Con el corazón latiendo con más fuerza de lo normal, Elina enfrentó a este misterioso hombre llamado Alexander Blackwood. No sabía cómo había llegado a este mundo ni cómo regresaría, pero estaba decidida a descubrirlo. Y si había algo más oculto en esos ojos azules, estaba dispuesta a descubrirlo también.

Ambos estaban atrapados en un lugar desconocido, unidos por las circunstancias y por un portal que trascendía los límites de sus mundos. Y mientras el sol se ocultaba detrás de los árboles del bosque, dejando que las sombras se alargaran, el destino de Elina y Alexander se entrelazaba de manera irrevocable.

El que une dos mundos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora