Epílogo

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Dejamos el templo atrás después de un rato, el paseo de regreso hasta la estación sirvió de mucho para tranquilizar las emociones fuertes. Cuando estábamos por llegar una voz animada se hace escuchar, captando nuestra atención. Gonta ya nos esperaba, y creo haber visto bolsas sospechosas  de origen desconocido junto al equipaje. Estaba seguro de que lo haría, estaba totalmente convencido. Sé que todo eso es comida, pero no tengo derecho a juzgarle ni quejarme, yo tengo toda una bolsa llena de souvenirs… No tengo derecho a quejarme… Gonta nos recibe alegremente mientras nos disculpamos por hacerle esperar, lo cierto es que nos tardamos más de lo debido. Permanecí en silencio mientras escuchaba a Gonta felizmente agradecer a Rantaro por darle la oportunidad de recorrer Hiroshima, se ve que lo disfrutó, si ha hecho lo que más le gusta por tres días, ha estado comiendo por tres días… Mi mirada viaja a las bolsas de compra que yacen junto al equipaje. Estoy seguro de que eso es lo que no se ha podido comer por las prisas al tener que regresar a la estación. Después de despedirse agitando animadamente la mano del peliverde, Gonta parece darse cuenta de algo, por lo que muestra una momentánea sorpresa que pronto es reemplazada por una sonrisa burlona hacia mi dirección… ¿De qué se burla? ¿Qué está pensando? ¿Qué se supone que está pensando? Se excusa y agarra sus bolsas cargadas de comida, diciendo que es mejor tenerlas cerca cuando llegue el tren… ¿Qué está tramando? Le miro alejarse, no sin antes voltear para mostrarme su mano con un pulgar arriba, luego se va corriendo… Ahora lo entiendo todo… Niego con una expresión de desaprobación mientras le veo marcharse, aunque también agradezco que a veces sea tan perceptivo.

-No sabía que Gonta era de esa clase de persona… Qué sorpresa… _musita Rantaro al borde de la risa_

-No hagas caso de sus tonterías, por favor… No lo hagas… _pido, le escucho reír finalmente_

-… Bueno, parece que pronto tendrán que tomar el tren de regreso. Gracias por haber venido, en serio.

-… ¿Ahora vienes a decirme eso…? _susurro, parece que no me escuchó así que rápidamente cambio la frase antes de que pueda cuestionarme_ Quiero decir, me alegro de haber venido. Aunque debí ser una molestia, arrastrándote por ahí como si nada.

-Eso fue divertido, en cierto modo. Fue una faceta adorable de ti que me  alegro de conocer, sinceramente.

-No soy… Olvídalo…

-Finalmente te rindes.

-Ya te dije que lo negaré eternamente desde lo más profundo de mi ser, las palabras sobran… _dije con falso orgullo_ La próxima vez no te daré la oportunidad de volver a usar esa frase, vete preparando.

-Claro, te contactaré  en otra ocasión.

-No hace falta… Vendré a verte.

-… ¿Ah?

-Cuanto termine la operación… Así que más te vale estar en tu mejor forma, porque tendrás muchas tiendas a las que entrar. _le advertí, pero lejos de prestar atención a la broma, enrojeció como un tomate_ ¡Ja! ¿Quién está avergonzado ahora?

-¿Q-Quién? Desde luego ese no soy yo. _se excusó, apartando la mirada por unos instantes antes de tranquilizarse. Siento envidia de su capacidad para poner su vergüenza bajo control, me pregunto si tiene algún truco para ello. Antes de que pueda seguir cuestionándome idioteces, siento que me abraza_

-A-Ah, ¿pasa algo? _balbuceo ante lo repentino de su acción_

-Solo… No te preocupes, ¿de acuerdo? Todo estará bien, superaré la operación y… Volveré a abrazarte de la misma manera.

-…

-Gracias por todo…

-No… es nada…

Poco después se aparta, sinceramente me decepcioné de que fuese por tan poco tiempo, no como el primero… De acuerdo, tampoco estoy tan necesitado de afecto, ¿vale? No es eso, solo me decepcionó un poco… Doy por finalizado mi pequeño debate mental para ver que Rantaro me está mirando con un puchero inusual en él.

Dearest [An Oumami Fluff fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora