Capítulo 13 "Indiferencia"

260 11 3
                                    

Esa noche, a las ocho, un amable camarero negro les sirvió una cena compuesta de numerosos platos que Hinata casi no probó. Después de aquel beso, necesitó de todo su coraje para sentarse frente a Naruto a la mesa estrecha del vagón pullman, cubierta por un mantel de damasco. Pronto se excusó y se arrellanó incómoda en el asiento tapizado de terciopelo dejando que el monótono traqueteo la acunara, y se adormeció.

La locomotora se detuvo después de la medianoche. Hinata se despertó y miró alrededor sin saber qué hora era. El vagón estaba en la semipenumbra, alumbrado apenas por las luces de gas de la plataforma. En la oscuridad, se sentó, apartó el abrigo que la cubría y buscó a Naruto. Estaba de pie lejos de Hinata, y miraba atentamente por las ventanas, el perfil recortado por la luz. La joven aún se sentía soñolienta y se limitó a mirarlo sin atreverse a preguntarle si ya habían llegado a Newport.

Hasta en la oscuridad Naruto le parecía imponente, como si en él se mezclaran el hombre prohibido y el solitario. Al contemplar esa silueta alta y formal que apretaba con aire ausente la cabeza de león, sintió un extraño impulso de rodearlo con los brazos. Y sin embargo, otra parte de ella deseaba huir. Tenía la rara habilidad de provocarle un conflicto insoluble. Era el hombre más insensible que había conocido y, por otra parte, había algo en Naruto que la conmovía, que la ligaba a él de un modo tan profundo como si Hinata fuese arcilla que pudiese moldear a su antojo. La maquinación que puso en marcha para casarse con Hinata era una prueba contundente. Tenía toda clase de razones, desde las más duras hasta las más altruistas, para no casarse con este irlandés, pero lo había hecho. La manipulación de Naruto había sido brillante y sin embargo, analizándola con más atención, se preguntó si no existiría otra razón: la misma que le había impedido rechazar el beso.

Al evocar ese beso las mejillas de Hinata se cubrieron de rubor. Quiso imaginar que le había disgustado y comprendió que era una tontería, pues sus propias acciones demostraron lo contrario con toda claridad. En una ocasión, Kiba quiso besarla de ese modo y cuando la lengua del hombre pasó sobre los dientes cerrados de Hinata, sólo deseó detenerlo... y lo detuvo. Con Naruto; incluso en la iglesia, sintió algo por completo diferente: un deseo casi incontrolable de seguir, y aun de ir más allá. En cuanto los labios de Naruto se posaron sobre los de ella, se produjo cierta magia. De pronto, Hinata se había sentido como un animal salvaje que al fin reconoce al compañero.

"Sin embargo -pensó-, este matrimonio no es más que un contrato, una transacción comercial, calculada e impersonal, semejante a las que realiza todos los días en Wall Street. Si lo olvido y mezclo en este negocio mis sentimientos hacia él, no cabe duda de que me tratará como a un agente de Bolsa. Me aplastará."

En realidad, ya lo había hecho.

-¡Newpaht! ¡Newpaht! -Vociferó un empleado del ferrocarril con acento de Boston al entrar en el pullman. Delante iba el camarero negro encendiendo las luces.

Hinata tardó un momento en acostumbrar los ojos a la luz. Entonces, vio con qué la habían cubierto. Creyó que era una manta liviana pero no recordaba haberse tapado con ella. Atónita, descubrió que era una levita negra. La levantó para cerciorarse. No cabían dudas: era la levita de su esposo.

-Mi chaqueta no te morderá. - Comentó Naruto.

Hinata lo miró, sin saber muy bien qué quería decir. En ese momento, advirtió la manera en que sostenía la chaqueta.

-Fue muy amable de parte de usted... -Comenzó a decir cuando el hombre le volvió la espalda.

-Es tarde. Está esperándonos nuestro coche. Bajemos. -Se acercó a su esposa y se puso la levita, manteniendo el semblante tenso y hostil.

Hinata abrió la boca, tratando de decir algo, de agradecerle, de aclararle que estaba equivocado. Al observar la expresión de su esposo, guardó silencio. Esa noche ya no habría posibilidades de que cambiara de ánimo.

Naruhina: Amor y Castigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora