Capítulo 15 "Compromiso"

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...aunque manteniendo apartada a la "gente nueva", que Nueva York comenzaba a temer y, hacia la que sin embargo, se sintió atraída...

Edith Warton,
"La edad de la inocencia"

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Era un día hermoso, de cielo azul y brisa suave, perfecto para navegar.

Hinata apartó las pesadas cortinas, abrió las ventanas batientes y aspiró con fruición el aire de mar. La invadió una oleada de optimismo inesperado y sonrió; en ese momento creyó que quizás no todo estuviese perdido. Si pasamos momentos agradables en Newport con Karin y Naruto, incluso navegando en el Colleen , quizás encuentres un terreno en común con tu esposo. De pronto, Hinata sintió el extraño deseo de transformar en verdad las promesas hechas en la iglesia, por razones que aún no lograba definir.

-Natsu, ¿qué me pondré para salir a navegar? - preguntó, volviéndose.

-Sin duda, la ropa de hilo blanco -afirmó Natsu.

-De acuerdo. Saca el vestido de hilo blanco, y tal vez el sombrero azul de paja, ese pequeño con la cinta de lunas.

-Sí, señora Uzumaki.

Hinata volvió a las ventanas; la brisa agitaba las cortinas. A lo lejos, al extremo de los muelles de Fenian Court, vio que habían sacado al Colleen de la caseta; la embarcación se balanceaba, mientras una docena de marineros lo preparaba para zarpar.

Excitada, se imaginó en la proa mientras la brisa le agitaba el cabello y la ropa. Y a Naruto junto a ella, señalándole lugares de la costa, al tiempo que Karin y Hinata reían de los inútiles intentos de sujetarse los sombreros. Sería un día maravilloso. Lo que era más importante aún, le daría la oportunidad de pisar ese terreno sagrado sobre el que se movía la familia Uzumaki.

Natsu le dio el vestido de hilo blanco y Hinata, impaciente, se lo puso a toda velocidad.

-¿Está listo? - Naruto preguntó al primer ayudante cuando llegó al extremo del muelle para observar su tesoro. El Colleen era una verdadera belleza: cuarenta y cinco metros de bronce lustroso y madera de teca. Se lo conocía como el yate más veloz de la costa este y, si alguien lo dudaba, le bastaba asomarse al cuarto de trofeos.

-¡Naruto! -gritó Karin desde la proa; estaba muy bonita con su vestido corto rosado, adornado con cintas azul marino-. ¿Quieres que mande a un criado a buscar a Hinata? ¡Todavía no llegó!

El primer ayudante proporcionó a Naruto que estaban listos para zarpar. Naruto asintió y caminó hasta la planchada.

Karin corrió al encuentro de su hermano.

-¿Envío a buscarla? - preguntó.

Naruto dirigió una mirada sombría hacia la casa.

-¿Te dijo que vendría?

-No, supongo que ya vendrás. ¿Esta mañana no te dijo si quería venir?

Sin mirarla, su hermano respondió:

-No, no lo dijo.

-Oh, bueno, tal vez esté demasiado cansada. -Karin parecía desilusionada.

Naruto no respondió. Se limitó a contemplar la casa con aire pensativo.

-Cuando tú saliste, ¿Hinata aún dormía?

-No lo sé, Karin. No porque sea mi esposa puedo leerle el pensamiento. -replicó.

-Yo no te pregunté si podías leerle el pensamiento. -dijo Karin con calma-. Te pregunté si dormía cuando tú saliste.

-I don't know. -hizo un gesto escueto al primer ayudante, en respuesta a una pregunta muda-. Mira, Karin, -dijo en tono irritado-, tienes que entender algo. Tu cuñada proviene de un mundo muy diferente al nuestro. No creo que a las damas como ella les agrade navegar, pues las salpicaduras del mar les estropean los vestidos y el viento las despeina.

Naruhina: Amor y Castigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora