Capítulo XIII: Punto número 2

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— Es una casa grande.

— ¿Cuán grande?

— Mmm, no mucho. Solo vi dos cuartos y la cocina... ¡Oh! Y el living.

— ¿Aparatos costosos? ¿Cuadros? ¿Muebles de calidad?

— Solo una televisión, los sillones y esas cosas. Y videojuegos, muchos videojuegos.

— ¿Automóviles?

— solo uno. Pero en el garaje vi una motocicleta y la podadora de césped.

— ¿Trato?

— Mina es simpática; bueno, en realidad no la traté mucho. Chaeyoung es...algo más malhumorada.

— ¿Alguien más?

—No, solo ellos cuatro.

— Bien...tu porción de chocolate está en la heladera.

— ¡Genial!

Regla número 10 de su trabajo: Solo puedes relajarte el primer y el último mes. A partir del día 31, todo comienza a tomar forma.

— ¡Equipo! —gritó Chaeyoung, arrojando el periódico de esa mañana contra la mesa antes de abandonar la cocina. Caminó hasta las escaleras y acomodó un pie sy sobre el primer escalón y una mano en el barandal, continuando su llamado a los demás― ¡Vamos! Los quiero en la cocina ¡ahora!

— Cierra la boca, Chaeyoung ¡es sábado! —gritó Beom-gyu desde su habitación y ella rodó los ojos. Pero ya eran las 9:30 ¿hasta qué hora pretendían dormir?

—¡Arriba! Vamos, ya salió el sol hace tiempo, tenemos algo de qué hablar ¡Levántense!

— Shhh ¡Cállate! —le gritó Olivia y por el sonido de su voz debía estar con su cabeza bajo la almohada.

— Vamos, les prepararé el desayuno si se levantan —ofreció ella, avanzando al segundo piso pero sin gritar— Y les compraré el pastel del otro día. Sé que los gusto ¿cierto, Beom-gyu?

No recibió respuestas ni nuevos gritos para que se callara. Jaque, pensó al sonreír y pisar el último escalón. Giró camino al pasillo pero observó su cuarto antes de continuar. Ladeó apenas la puerta y apretó los labios al ver a Sana dormir boca abajo, con la sábana solo cubriendo su espalda y dejando al descubierto la pierna que caía a un lado.

No habían vuelto a tener intimidad desde aquella vez luego de la cena. Pero solían compartir abrazos o dormir demasiado pegadas cada noche. Y es que Sana le parecía a veces difícil de leer. Solía comportarse divertida y cariñosa por momentos o simplemente cómo la conoció.

¿O tal vez esa era ella y lo veía reflejado en la rubia? Agitó la cabeza y continuó su camino cuando la vió moverse y la escuchó murmurar dormida. Golpeó con fuerzas la puerta de Beom-gyu y le ordenó que se levantara. Sin embargo no oyó movimientos por lo que abrió y retrocedió al instante cuando algo la golpeó.

— ¡Beom-gyu!

— ¡Lárgate de aquí! —gritó él lanzándole una segunda almohada— Quiero dormir.

— Y yo quiero que te levantes. Vamos — insistió golpeando una vez más la puerta antes de caminar al cuarto de Olivia. Abrió y se detuvo bajo el marco cuando un par de ojos se posaron sobre ella. Acostado en las piernas de la niña, Oliver alzó su cabeza y la ladeó, intentando entender qué iba a hacer.

Lanzó un resoplido de molestia y eso fue suficiente para poner al cachorro en alerta. Lo vió levantarse, acomodar sus patas delanteras con firmeza y comenzar a ladrar. Hacia a ella. Rodó los ojos y se acercó un poco más a la cama, llamando a Olivia e intentando despertarla.

reglas de oro ; 𝗺𝗶𝗰𝗵𝗮𝗲𝗻𝗴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora