Aemond despertó más temprano que de costumbre y se dirigió al pozo de dragones. Quizás si era diestro tendría oportunidad de huir a las ciudades libres. Sus pasos fueron cautelosos sin embargo cerca de Vhagar, un dragón muy conocido corto su paso y lo obligo a retroceder. Su jinete desmonto de un salto y le regalo una sonrisa ladeada.
-Vamos mi niño, yo fui el príncipe canalla. De verdad creíste ¿qué serías capaz de engañarme? Yo escribí el puto manual. Ahora apresúrate, debemos recibir a tus invitados-
-Madre, de verdad no quiero esto-
-No tienes opción. Nadie realmente la tiene. Sin embargo no olvides que eres un dragón, nadie puede tocarte sin tu permiso y no estas obligado a corresponder sus avances-
-No pienso permitirlo y ni someterme-
Daemon soltó una carcajada y acaricio el cabello del platinado.
-No cabe duda que eres mi hijo-
Aemond fue el último en terminar de prepararse, a diferencia de su hermano mayor había optado por no usar un vestido. La costumbre quizás lo dictaba pero su cuerpo tosco no combinaba con ese tipo de telas y estilo. Eso sin contar que el simple hecho de portarlos lo hacia sentir ridículo. Sin embargo no podía ignorar del todo los protocolos por lo que vestía un traje similar al de los alfas con excepción de que este no era de cuero. Era negro en su totalidad con el emblema Targaryen estaba estampado en su pecho y para adornar su cabello semi-recogido llevaba un broche con la figura de un dragón esmeralda.
Cerca del medio día empezó todo, uno a uno los Alfas comenzaron a desfilar presentándose ante los Reyes y posteriormente frente al omega de la familia que desearan cortejar. La fila delante de Aegon era considerablemente larga, el omega estaba feliz e intoxicado de la atención recibida sonriendo coquetamente a cada uno de los caballeros que buscaban su favor. Contrario a su hermano Aemond comenzaba a sentirse ansioso, aquello parecía no tener fin y su paciencia estaba acabándose poco a poco. Para alivio del príncipe Targaryen nadie había solicitado su favor sin embargo odiaba como los ojos de los alfas que le saludaban recorrían su cuerpo, la sola acción le hacía estremecerse asqueado. Inclusive el Omega en su interior arañaba incomodo de recibir esa clase de atención. Quería ya terminar con todo y regresar a refugiarse a sus aposentos.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la corte se lleno de susurros y las grandes puertas se abrieron nuevamente para recibir a la futura reina de poniente junto con sus herederos. El omega platinado siempre había admirado a su media hermana, era una guerrera diestra y mortal. Además poseía un porte imponente al andar y una belleza valyria poco común aun entre los Targaryen. Todo aquel que había sido testigo de su entrada pudo confirmar que a pesar de los años que habían pasado indudablemente Rhaenyra Targaryen seguía ostentando el título de la delicia del Reino.
Aemond estaba cautivado y por unos breves momentos olvido su incomodidad. Sus ojos viajaron casi por inercia hacia los de su madre. El omega, así como todos en la corte era consciente de la historia entre ellos. Daemon trago saliva en silencio y regalo una pequeña reverencia mientras la hermosa alfa se movía hipnotizada en su dirección. Viserys que conocía las intenciones de su primogénita tomo la mano de su reina y libero una carga de feromonas en muestra de dominio.
El omega platinado estaba tan perdido viéndoles que no se percato de como los ojos de Lucerys Velaryon seguían clavados en su figura. El futuro señor de las mareas caminaba sin prestar atención a nadie que no fuera el Omega, sus feromonas aumentaban en medida que se aproximaba. Aemond salió de su trance y se volvio cuando alcanzó a percibirlas. El platinado le miró con el ceño fruncido por lo desagradable que le resultaba esa muestra descarada de posesión sobre su persona.-Velaryon, ¿no me digas que vas a contender por mi mano?-
-No pienses tan bien de ti, solo estoy obligado a defender mi honor. Después de todo tu huesudo trasero me fue prometido antes de que los torneos fueran implementados-
-No es necesario yo soy lo suficientemente capaz de defender mi propia mano-
-Lo dudo, te noto un tanto cambiado ¿No me digas que ya has entregado tu "virtud"?-
Aemond golpeo la mesa y se levantó sacando de su costado un puñal que coloco sobre el cuello de Lucerys.
-Repítelo. Te reto a que cuestiones mi honra una vez más-
Lucerys rio y se acerco más al omega hasta que un ligero hilo de sangre se dibujo en su garganta.
-No te dejes dominar por tus instintos pequeño Omega, ya tendremos tiempo para nuestro primer baile-
La reina soltó la mano de Viserys y se puso de pie sin decir palabra alguna. Su sola mirada basto para ejercer una gran presión en ambos jóvenes obligándolos a retroceder. Aemond supo por el semblante de su madre que más tarde seria reprendido y la sonrisa burlona en el rostro de Lucerys no hizo más que aumentar su malestar.
Rhaenyra por su parte regalo una mirada dura a Lucerys pero este solo sonrió. El alfa a diferencia de su habitual mal humor, parecía encantado con la actitud del Omega.<<Es un Velaryon. Nosotros reclamamos únicamente lo más excepcional del mundo>>
Las palabras de Corlys resonaron en su cabeza. Quizás había hecho mal en mandarlo a criarse al lado de sus abuelos pero como Alfa viuda no tuvo muchas opciones. La Alfa suspiro resignada.
Por otra parte y en contraste de su hermano menor, Jacaerys estaba furioso. La fila de contrincantes aumentaba a cada momento y Aegon no parecía apoyarle con su favor por sobre otros. Su alfa interno gruñía iracundo por la forma descarada en la que su omega liberaba sus feromonas invitando a cada uno de los caballeros a deleitarse con su aroma. Jace no era un alfa territorial y menos cuando sabía claramente que el príncipe Omega anhelaba su toque, pero esta muestra descarada de vanidad del omega lo tenía furioso. Finalmente la familia se colocó en la mesa designada esperando el ingreso de los demás participantes. Y para sorpresa de Jace un viejo amigo hizo acto de presencia con su caravana del Norte.
En el momento que Cregan hizo acto de presencia en el gran salón todos los alfas y omegas lo pudieron sentir. Esas espesas y pesadas feromonas eran tan intoxicantes como asfixiantes. Hasta ese momento Jacaerys tenia entendido que el joven lobo era un alfa como el, pero esto lo cambiaba todo. El pelinegro era el tan esperado Enigma que se había rumorado estaría compitiendo en este torneo de cortejo. El mayor de los Velaryon contuvo la respiración mientras su amigo avanzaba, su alfa gruñía traicionado en su interior. No esperaba tener como adversario a su amigo del alma, a aquel que estimaba como un hermano.
Todos los lores estaban impacientes esperando para saber a quien estaría cortejando el lobo del Norte. Aegon sonreía fascinado por la idea de lo que implicaría tener al enigma frente a el y su cuerpo comenzó a calentarse poco a poco totalmente emocionado. En la corte se escuchaban demasiados murmullos no había nadie que no contemplara inquieto su andar. Sin embargo el silencio se hizo presente cuando Cregan se detuvo frente al menor de los príncipes Targaryen. El fornido enigma se inclinó presentando sus respetos ante el platinado y aproximándose aún más tomo la mano de Aemond depositando un beso en ella.-Mi príncipe Targaryen, espero ansioso el combate por tu mano-
Muchas gracias por su apoyo. Fue un poco mas corto que el anterior y apenas vamos empezando. Ya tenemos a nuestro Enigma. Y ya estan reunidos todos asi que ya se viene lo bueno. Trataré de actualizar la siguiente parte pronto.
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Untouchable
Ficción GeneralAemond Targaryen ha rechazado toda su vida su naturaleza omega. Sin embargo esto cambiara cuando Cregan Stark y Lucerys Velaryon aparezcan en su vida, despertando los impulsos reprimidos y su sangre ardiente de dragón. Es mi primer historia. Espero...