Anhelos

906 87 18
                                    

La princesa Rhaenyra no había podido conciliar el sueño, su alfa seguía inquieto por su encuentro con Daemon. Basto aquella breve caricia para que todos los recuerdos del amor que habían compartido llegaran de golpe. La platinada casi podía sentir el dulce toque de sus labios contra la suave piel de su Omega, el sudor perlando su frente, la manera en que arqueaba su espalda cuando mordía sus lechosos muslos e invadía sus entrañas moviéndose en un compás severo pero gentil. Su alfa estaba totalmente intoxicado al tenerle por fin a su alcance. Sin embargo sabía que no podía dejarse cegar por su instinto, no si deseaba que esta vez las cosas fueran diferentes.

<<¿Pero qué debería hacer?>>

No podía simplemente asesinar a su padre y robar a su omega. Aquello podría desatar una guerra civil entre los Targaryen. Una que tendría quizás más perdidas que ganancias.

Era lamentable como se había desarrollado su historia en el pasado. Y el culpable de todo no había sido otro que Otto Hightower, el beta quien era la mano del rey cegado por su deseo por la corona y aprovechando la muerte de la antigua reina, comenzó una constante y dura campaña para que Viserys tomara otro Omega. En un principio se hablo de la misma hija de Otto, Alicent Hightower, como la opción más viable. Más cuando el consejo finalmente tomo una decisión, sentenciaron que Daemon era el candidato más adecuado. Bastaron las palabras de cinco bastardos para arrebatarle su derecho de reclamar al omega que consideraba su destino. Rhaenyra no pudo evitar estallar en cólera e inconforme con la situación se preparó para escapar a las ciudades libres con el príncipe dragón. Sin embargo sus planes se vieron frustrados y la boda real tuvo lugar la siguiente luna. Rhaenyra estaba confiada en que su padre no la tendría fácil al intentar ganarse el favor de Daemon. Con ello en mente voló para conseguir el apoyo de Corlys Velaryon y otros abanderados, de esta forma retaría a su padre por el derecho al trono y por su omega. Pero su esfuerzo fue en vano cuando a las pocas semanas se dio a conocer la noticia del primer embarazo de Daemon. La princesa no pudo con el desamor y abandonó desembarco del rey refugiándose en Dragonstone donde en los siguientes años engendraría a sus herederos junto a Laena Velaryon.

La platinada suspiró resignada y cansada de meditar se dispuso a adentrarse a sus aposentos cuando un gran alboroto la hizo dirigirse a la recámara continua. Entonces lo vio, el menor de los alfas Velaryon estaba completamente alcoholizado aferrándose a los muslos de un omega rubio, quizás un miembro del séquito Lannister. La alfa libero una ola de feromonas para alertar a su hijo y su acompañante de su presencia, el omega al percatarse tomo su ropaje y salió avergonzado sin decir palabra alguna. Lucerys le miro y sonrió mientras sin éxito trataba de ponerse en pie.


-¿Me puedes explicar que significa esto?-


-Solo quería divertirme-


-Estamos aquí por tu deseo de desposar a Aemond. Tendrás que cuidar tu reputación si deseas que la reina considere tu cortejo, Daemon jamás dejaría que su adorado hijo contraiga nupcias con un libertino que no puede respetar a su Omega en su propia casa-


-No soporto tener su sabor en mis labios-


-¿De que hablas?-


-Era tan dulce, jamás imagine que tuviera ese magnífico sabor. Aun puedo escuchar su palpitar acelerado, puedo sentir como se estremeció con mi toque. Y ahora que le he probado se que podría pasar cada noche bebiendo de su piel y nunca me cansaría de tenerle. ¿Qué me esta pasando madre?-


-Necesito que te concentres. Dime ¿Qué es lo que ha pasado?-


-Aemond. Eso es lo que ha pasado. Mi omega me necesitaba y fui a el. Pero no pude contenerme. No cuando recordé como bailaba con ese bastardo. ¿Por qué permite que ese asqueroso perro lo toque? ¿Por qué acepta sus avances cuando me tiene a mi?-


Untouchable Donde viven las historias. Descúbrelo ahora