Dragón de la Tormenta

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El patio de entrenamiento estaba más concurrido que de costumbre, el omega real, la hermosa reina carmesí estaba en combate. Algo que ya no era tan común no desde que se había casado con Viserys y se había convertido en madre de sus cuatro hijos. Los ojos de los curiosos no podían imaginar bajo que condición Daemon Targaryen había accedido a ponerse el yelmo y combatir cuerpo a cuerpo con darksister. Para sorpresa de ninguno seguía tan fiero y mortal, justo como cuando había conquistado los peldaños para su alfa. Sus ojos violeta observaban con soberbia a su contrincante que pese a su habilidad no había podido asentar ni un solo golpe a su madre. El albino menor renuncio a su escudo y se lanzó nuevamente con su espada. Su estilo de pelea era más similar al acostumbrado en las ciudades libres que al estilo de poniente y Daemon aprovecho esto, cuando dio una vuelta lo pateo lanzándolo contra la tierra nuevamente.

-Sigue sin ser suficiente. No te crie para ser débil Aemond-

Aemond se levanta aún mas cabreado, no soporta que pese a su entrenamiento aun no es capaz de hacerle frente. Toma la cinta que llevaba en la muñeca y ata su cabello moviéndose nuevamente contra su madre. Sus pensamientos son inestables, no esta siendo sensato como un guerrero.

-Cállate- chillo el albino
-Es mi última palabra, estas participando en los torneos de cortejo-
-Nunca me casare ni llevare cachorros en mi vientre-
-Perfecto niño. Derrótame y te daré el derecho para excusarte-

Aemond se lanza pero Daemon parece ya cansado de su juego por lo que sujeta su muñeca desarmándolo, mientras lo arrastra y se coloca encima de el. El menor forcejea pero pronto percibe el aroma de sus hermanos y su padre por lo que desiste. Entonces se escuchan los vítores y se declara el triunfo de la reina Targaryen.

-Puedes venir por mi cuando quieras pero el resultado será el mismo-
-No se porque te molestas Aemond, no existe caballero alfa que pueda contigo- replica Aegon juguetonamente
-Y tu deberías esforzarte más Aegon. No permitiré que ninguno de mis hijos sea desposado por un alfa débil-
-Yo no pienso participar madre, no estoy tan loco como Mond-
-Mi reina con el entrenamiento duro que les has impuesto dudo que eso suceda. Todos son tan hermosos y mortales como su madre- declara Viserys mientras besa la mano de Daemon

Aemond se levanta mientras su familia se retira. Se escuchan susurros del combate, como era de esperarse hablan de lo poco acertado que es pensar que alguien estaría combatiendo por la mano del omega albino. A diferencia de Aegon no posee una larga lista de pretendientes ansiosos de batirlo en combate. Sin embargo no descarta la posibilidad de que algún alfa demente desee someter al dragón de la tormenta. No era ningún idiota, sabía que solo dos tipos de alfa lo buscaban, aquellos que creían reafirmarían su hombría sometiéndolo, y los alfas débiles que deseaban "someterse" ante él en busca de algún arreglo político. El omega albino gruñe. Pensar en el toque de un alfa sobre su cuerpo aun le revuelve el estómago y lo hace rabiar.
Los torneos de cortejo habían sido impuestos desde que Daemon ascendió al trono pues la reina encontraba incoherente que los Omegas fueran regalados cual piedras preciosas a alfas mediocres que solo ostentaban el nombre de una casa mayor. Las batallas eran comúnmente entre Alfas, siendo merecedor del cortejo solo aquel quien se alzara victorioso. Pero este año seria distinto, pues siendo obligado a ser participe de esta tradición Aemond había solicitado a su padre defender su propia mano. Aquello en lugar de escandalizar a la reina le lleno de orgullo pues seria el primer Omega en defender su honor. Y todo iba según lo planeado hasta que Aemond escucho algo bastante inquietante. Dentro de la justa por su mano se rumoraba había un Enigma. Sus entrañas se agitaron violentamente en desagrado al pensar que alguien así estaría combatiendo por su favor. Por lo que no le había quedado otra opción más que retar a la reina por su derecho a ausentarse. Aunque eso había sido un rotundo fracaso.

-No es tan malo como crees-
Aemond se volvio y nuevamente tenia a Aegon cerca este sonreía. Para él todo era emocionante.
-Tu eres una puta barata. No lo entenderías-
-Disculpa pero nunca he sido barata- dijo mientras reía y continuó -Me refiero hermanito a que una vez que sientas una de "esas" dentro de ti sabrás que no es la gran cosa. Y no te hace débil-
-Es una estupidez. No nacimos solo para ser incubadoras-
-Exageras. Madre nos tuvo a nosotros y jamás ha sido débil. Mond, te acaba de partir el culo. No deberías menospreciar nuestro género-
-No es eso lo que quiero-
-Entonces ¿Qué quieres?-
-Quiero el derecho a elegir mi destino en lugar de pasar a ser propiedad de algún alfa-

Rhaenyra se había refugiado en Roca dragón por años incapaz de hacerle frente a su madrastra. Simplemente no podía controlarse, no después de lo mucho que había caído por él. Daemon era el motivo de sus desvelos y su mayor deseo. Ningún Omega que había tomado encendió a su alfa como cuando había compartido ese beso ardiente en aquella casa de placer con su tío. Era una lastima que su padre lo hubiera reclamado antes que ella, sin embargo su cuello virgen aun le daba esperanza. Pues ningún alfa podía marcar a dos omegas y su padre ya había marcado a su difunta madre. La princesa Dragón estaba alistándose para el cortejo de sus medios hermanos. Su hijo mayor Jacaerys tenia muy en claro que deseaba desposar a Aegon y se había preparado los últimos meses para ello. Estaba realmente orgullosa de la disciplina de su primogénito. Caso distinto era su segundo hijo, Lucerys. El menor de los Velaryon había estado ausente con Corlys recorriendo las ciudades libres como un libertino. Sus habilidades quizá eran adecuadas pero el mayor problema radicaba en a quien había decidido cortejar. Pues este no era nadie más que el mejor espadachín de poniente claro después de la reina, su medio hermano Aemond.
Con los años Lucerys había cambiado bastante, de aquel pequeño niño solo quedaban ligeros rastros de aquellos risos castaños que habían enmarcado su dulce rostro. Era demasiado colérico por lo que Alfas y Omegas temían por igual a su temperamento impredecible. Y las cosas eran aun peor si alguien se atrevía a cuestionarle por su interés en Aemond. A diferencia de su hermano no estaba enamorado de su tío, su ímpetu parecía más un ajuste de cuentas por la bella cicatriz que llevaba en el cuello. Rhaenyra aun recuerda con escalofríos como el menor de los Velaryon había reído maniáticamente cuando supo que su gran enemigo se había presentado como un suave omega. Definitivamente aquello no era amor sin embargo nadie podía negar que el dragón de la tormenta era el mayor deseo y la más grande obsesión de Lucerys Velaryon.

Al norte de Poniente Cregan Stark se disponía a comenzar su descenso. El joven lobo estaba consiente de lo que implicaría su contienda, pero no pensaba retroceder aun cuando eso lo enemistara con su mejor amigo Jacaerys. Simplemente no podía ignorar lo que su segundo genero gritaba, no después de saber que inclusive el fiero Omega estaba dispuesto a luchar. El pelinegro aun recordaba como había combatido durante la rebelión de Dalton Grey. Su cabellera plateada al viento, su enorme bestia rugía quemando todo a su paso y él encantado reía ante el baño de sangre. Pero quizás lo que más lo había cautivado fue cuando aun herido su espíritu no había retrocedido y dispuesto a proteger a su hermano, se había lanzado contra los hombres de las islas de hierro pese a la evidente desventaja que presentaba. En definitiva no había nadie como Aemond Targaryen. El joven lobo tenía la esperanza que nadie más se hubiera percatado de su valor y su contienda fuera sencilla. Cregan era fuerte y un guerrero muy diestro aunque siempre había preferido omitir la violencia de no ser necesaria. Pero no era por que fuera un cobarde, más bien era consciente del valor de la vida humana y por eso la respetaba.
-Mi Señor ¿esta seguro de esto?-
-Vamos Mormont, es momento de ir por la reina del norte-

Muchas gracias por leerlo.
Es mi primer historia asi que puede ser un poco mala la ortografía o la redacción. Espero ir mejorando con el tiempo. Es una historia que ya venia pensando hace tiempo pero no me animaba a escribir. 😅😅
Se aceptan criticas e ideas. 😉








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