¡Hey Kim! | 𝐒𝐞𝐮𝐧𝐠𝐦𝐢𝐧.

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Capítulo seis: Fresas.

—¿Lee Hye Ahn? —aquella voz resonó a lo largo del pasillo vacío, lo que hizo entrar en pánico a la chica.

Y, después de pensarlo un poco, decidió salir lentamente de su estúpido y fallido escondite, juntando sus labios en una línea recta y sacudiendo un poco su uniforme, pues había demasiado polvo en ese lugar.

Era la segunda vez en el día que Seungmin le dirigía la palabra y, aun así, ella no pudo evitar a ponerse nerviosa de nuevo, más aún cuando existía la enorme posibilidad de que Seungmin se hubiera dado cuenta de que ella había estado escuchando a escondidas su conversación con Jisung.

—¿Qué hacías ahí?

La pregunta había sido sencilla, simple y directa. La respuesta también debía serlo... ¿No?

Piensa, piensa, piensa. Pero, si Hye Ahn de verdad era sincera, se le dificultaba pensar cuando tenía a Seungmin viéndola de esa forma. Le costaba mucho encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía...

—¿Qué te importa? —fue la respuesta que decidió, de manera equivocada, salir de su boca.

Qué grosera, Hye Ahn. Se dijo a sí misma. Pudo sentir cómo su corazón se aceleraba en su pecho y una sensación de arrepentimiento la invadió por completo.

Entonces, huyó de ahí antes de que Seungmin pudiera decir algo más, antes de que ella pudiera disculparse por haber dicho aquello y antes de que pudiera sentirse aún más estúpida.

Sus pies la llevaron rápidamente a través de la puerta de la enfermería y se dirigió hasta la camilla en donde se encontraba su amigo, dejándose caer a su lado con un suspiro profundo e intentando calmar su corazón que latía con mucha fuerza.

—Te traje tu almuerzo, Hanji.

Una de las bolsas de papel fue a parar a las piernas de Jisung, quien susurró un "gracias", sin querer mirarla a los ojos. Hye Ahn solo pudo pensar en esa extraña conversación entre él y Kim Seungmin que había escuchado antes.

—¿Ocurrió algo? —preguntó ella. Su amigo negó con la cabeza mientras abría la bolsa del almuerzo—. Jisung, vi salir a Seungmin de aquí.

No hubo más que silencio de su parte. El tic-tac del reloj en la pared se volvió un sonido tan fastidioso que comenzó a poner de nervios a Hye Ahn, otra vez.

En realidad... —comenzó a decir Jisung, luego tomó una larga pausa antes de continuar hablando—. Él... él solo vino a ver cómo estaba. Nada más.

Hye Ahn frunció el entrecejo, tratando de conectar su mirada con la de Jisung, pero sus ojos esquivaban los suyos a toda costa. Eso dejaba más preguntas que respuestas y una sensación incómoda se instaló en su estómago.

Jisung le estaba mintiendo.

¿Por qué? De repente, Hye Ahn sintió que la confianza que ambos se tenían estaba tambaleándose. Su cabeza comenzó a dar vueltas, intentando descifrar la razón por la que su amigo no querría contarle lo que había pasado con Seungmin.

Algo de verdad estaba muy mal.

Después de todo, sí había sido mala idea haber escuchado a escondidas esa estúpida conversación. Ahora no podría dejar de pensar en que Jisung, su mejor amigo de años, no le tenía confianza. Solo quería sacar aquello de su cabeza, porque Jisung si confiaba en ella, ¿no?

Sí, pero algunas veces las personas necesitan guardarse cosas para uno mismo.

—Jisung, yo-... —antes de que tuviera la oportunidad de decir más, el chico la interrumpió.