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Habían pasado algunos meses desde la vez en que ambos se confesaron, confesión que ayudó a hacer que su amor floreciera con cada día que pasaba. Juntos, disfrutaban de aventuras, risas y momentos de profunda conexión.

Era una fría tarde tranquila de otoño, el sol brillaba intensamente en el cielo derramando tonos dorados y anaranjados sobre el paisaje, el aire mezclado con tierra húmeda y hojas secas se sentía fresco, la combinación era una fragancia única que invita a respirar profundamente.

Las calles empedradas de la ciudad estaban cubiertas por crujientes hojas otoñales, creando una alfombra natural en la que se escucha el suave eco de los pasos de quienes caminar por ahí. Las casas con estilo rústico se encontraban con enredaderas de hojas doradas que trepaban por sus fachadas, parecían sacadas de un cuento de hadas.

Una pareja en específico se encontraba caminando de la mano, o bueno aún no lo eran, pero pronto lo serían.

Aquellos jóvenes que se encontraban disfrutando de su compañía mutuamente, paseando por los senderos del parque para finalmente dirigirse al café cercano, cuyas ventanas mostraban la decoración de dentro, siendo esta una mezcla perfecta de elegancia y acogimiento. Al cruzar la puerta, los recibieron el cálido aroma a café recién hecho y lo dulce de los pasteles. Las paredes estaban decoradas con un estilo rústico y encantador, pintadas en tonos pastel que combinan con los tonos cálidos y suaves de la madera, que aportan una sensación de serenidad y armonía. Los estantes de madera albergan una variada selección de tazas de cerámica y jarras vintage, junto con libros y pequeños adornos que invitan a la curiosidad y la contemplación.

Se sentaron en una mesa para dos, estando uno frente al otro. El pequeño bullicio no era problema para seguir su charla. La idea de ir a ese lugar fue del más bajito, después del hermoso paseo que tuvieron en la mañana.

A decir verdad, Pavitr le tenía una sorpresa al mayor, había descubierto su pasión por el arte, con algunos ahorros que tenía le compró un set de pinceles de alta calidad y algunos tubos de pintura acrílica. Los había envuelto cuidadosamente en papel decorativo con unos dibujitos de gatos. 

Lo que no sabía era que Hobie, por su parte, también tenía algo planeado.

Primero ordenaron lo que consumirían, el de cabellera alocada y rizada pidió un café Espresso acompañado con una rebanada de tarta de manzana casera, por otro lado, el hindú se sorprendió al ver una de sus bebidas favoritas en el menú, Chai Latte, aunque la manera escrita estaba mal "té chai latte" lo pidió sin dudar, y de postre un cheesecake de frambuesa.

—¿Te gustó el lugar? —Preguntó el moreno mientras tomaba un sorbo de su bebida. 

Vio como el inglés asintió con entusiasmo, le resultó tierno el gesto.

—Me encantó. Este café tiene el mejor sabor que he probado. —La mirada en sus ojos era de satisfacción pura.

Le encantaba ver a su chico feliz. Ahora, como ambos habían conseguido empleo, y aparte seguir estudiando, ya no les era tan fácil pasar tiempo juntos. Ya ni siquiera tenían clase juntos. Todo por una nueva tonta regla de su instituto, ya no podría saltarse semestres al estar más avanzado, tendría que seguir al ritmo de los de su generación. Gracias a eso cambiaron a todos los estudiantes de acuerdo al nuevo reglamento, la universidad obtuvo muchas críticas y se armó un revuelo, pero al final no pudieron hacer nada.

Una verdadera injusticia. Pero bueno, no valía la pena recordar algo como eso ahora.

Pasaron horas en la cafetería, compartiendo risas, historias y secretos. Se perdieron en su pequeño mundo dentro del café, donde el tiempo parecía detenerse y solo existían ellos dos. Finalmente, el sol comenzó a ponerse y la luz dorada del atardecer inundó la cafetería. Tomaron sus últimos sorbos de café, satisfechos y agradecidos por el tiempo que habían compartido juntos.

Simple amistad || ChaipunkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora