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Entonces todos estábamos ahí, estáticos. Larry estaba rojo de ira y el ambiente se apestó con una tensión y miedo asfixiantes. Parecía que este sería el final de Carlos el cajero-ladrón. Y para cerrar con broche de oro, Larry sacó su teléfono y llamó a alguien:

- ¿Hola, policía? ¡Necesito ayuda por favor! Unos jóvenes me tienen secuestrado en Smiley Lives, departamento B224, último piso, ¡Dense prisa por favor, uno de los chicos sacó un ar— se interrumpió para lanzar su teléfono por la ventana abierta-

- ¡Eres un maldito desgraciado! ¿¡Cómo te atreves a hacerle esto a mis hermanos!? -reclamó Dawn-

- Es lo que se ganan por mentirme, niña estúpida. Yo sólo quería, pasar un rato con la hermosa Jackie -dijo bastante desilusionado- Quería... hacerla feliz y mostrarle que soy un buen sujeto.

- Tan bueno que quiere acostarse con una menor y nos acaba de acusar falsamente a la policía -agregué irónico- Vaya sujeto tan bueno.

- ¡Cierra tu maldita boca Charlie! ¡Juro que voy a jalar el gatillo si nadie coopera! Tienen 15 minutos para que la policía llegue y los arreste, pero podríamos ahorrarnos este embrollo si tan solo, todos se sientan como niños buenos en ese sofá y me dejan, aunque sea 10 minutos con Jackie. Luego, los sacaré a los 5 de aquí, y los esconderé un tiempo en mi casa.

- Estás loco si crees que aceptaremos eso -agregó Carla- Jackie es nuestra hermana y no toleraremos que quieras propasarte con ella. Eres un hombre asqueroso y despreciable, Larry.

- No quería tener que hacer esto, pero si así serán las cosas, no tengo opción.

De un momento a otro, tenía una llave de presión sobre mi hombro y estaba en el suelo inmovilizado. Larry me apuntaba a la cintura para asegurarse que no saliera corriendo tras de él y empezó a reírse desquiciadamente.

- ¡No le dispares a ese imbécil! -ordenó Jackie, preocupada- ¿E-en serio v-vas a ga-g-gastar tus balas ennnn él?

- Si tengo que... -respondió Larry firmemente-

- No te preocupes Jackie -traté de consolarla- es como aquel día que tuvimos que despedir a Katniss. Sólo mira a otro lado y abraza a Carla.

Katniss era una gata Maine Coon, muy linda con todos menos conmigo. Siempre aruñaba mi sillón, desgarraba mis tenis y dejaba ratones y aves muertas sobre mi cara para despertarme. Pero cuando estaba demasiado triste o enojado, ella venía y se dormía en mis piernas; ronroneaba tanto que terminaba arrullándome y dormíamos juntos. Me acompañaba en mis peores momentos, aunque me hacía la vida un infierno. Pero para Jackie era todo: Katniss le ayudó a superar su tartamudez, su etapa sumisa e indefensa y la volvió una chica responsable. Esa gata fue lo mejor que le pasó, hasta que alguien la envenenó. Era muy grave y no podíamos salvarla porque el procedimiento necesario era muy caro. Sólo podíamos dejar que el tiempo la acabara o dormirla; fue la decisión más triste que hemos tomado como familia. Jackie tenía 11 años y nos acompañaba en la veterinaria, carla la abrazaba, Dawn cuidaba a Mia afuera y yo estuve acariciándola para calmarla; nunca me dejó hacerlo hasta ese fatídico día, cómo si fuera su forma de disculparse conmigo y pedirme perdón por volverse mi enemiga. Jackie no quería ver como dormían a su gatita, así que simplemente se cubrió la cara en el pecho de Carla, y lloró en silencio hasta que Katniss ya no estuvo despierta.

- ¡Pero tú no eres un gato envenenado, Carlos! ¡Aún tienes que vivir mucho más! -gritó Jackie-

- ¡Señor por favor deje a mi hermanito en paz! -lloró Mia mientras estaba en el suelo-

¿Sabes quién es mamá?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora