La danza de la muerte no se hará presente sin dos almas no están dispuestas a bailarla hasta el final para demostrar su amor aunque sus pies estén ardiendo sobre llamas al rojo vivo, y solo una de esas almas bailaba ante aquella mortal música.Un alemán tejía junto al fuego en una tarde helada de invierno, mirando mal a su esposo el cual daba calada tras calada de su cigarrillo, él no quería escucharlo, no le importaba, era un vicio, una obsesión, y no iba a aceptarlo.
—URSS, hay un niño en la casa, apaga eso ya.— ordenó, dejando la lana y palillos sobe su regazo, con un tono de voz firme y mirada fija.
El alfa, si bien estaba cansado de las quejas, respondió.— Pues llevalo a pasear o algo, no estoy de humor para tus berrinches.— dijo sin importarle mucho su joven marido.
—Te estoy pidiendo amablemente que apagues eso o te vas de esta casa.— ccomenzaba a perder la paciencia, el olor a tabaco y el humo lo tenían estresado.
—¿Disculpa? ¿Me estás echando de mi propia casa.— se levantó con el ceño fruncido, se le notaba la molestia.
—Hasta que te das cuenta.— imitó la misma acción de ponerse de pie.— Estoy cansado de que no me escuches, cansado de que me contamines a mi y a mí hijo por tu maldita adicción a los cigarros.
El ruso apretó los puños, si bien el menor tenía razón no lo dejaría ganar, nunca lo hacía.— Cállate, si tanto de molesta toma tus maletas y vete, no voy a preocuparme por ti o por el niño, ambos pueden irse al carajo si no están de acuerdo.
—No puedo creer que tú eres el hombre con el que me casé.— dejó caer su tejido en el sillón y se fue a la habitación sin dedicarle la mirada.
El hombre se sentó poniendo sus dedos en el puente de su nariz, no quería lastimarlos, necesitaba ayuda pero no quería decir que era cierto. Al cabo de unos veinte minutos se escuchó un portazo en la sala, el omega supo que el alfa había salido otra vez. Con cólera tomó su cabello jalandolo un poco mientras sollozaba, estaba estresado.
—Mami.
Se volteó viendo a su pequeño hijo de seis años mirándolo por la puerta de la habitación.
—Mami por favor no llores.— se acercó siento tomado en los brazos de su madre, con sus manitas limpiando las amargas lágrimas de su mayor, recibiendo una dulce sonrisa por ello.
—Tranquilo mi niño, mami está bien.— lo meció con cuidado, sabía que el pequeño lo había escuchado todo, no quería una infancia llena de gritos para su amado bebé.
—¿Por qué papi no intenta mejorar?— preguntó con inocencia en sus palabras.
El contrario suspiró, llevándolo a la cocina.— Bueno, no es que él no quiera intentar mejorar, es solo que no sabe cómo.— lo sentó en la isla.— Se que son las cinco de la tarde, pero, ¿quieres hacer panqueques?— una sonrisa adornó su rostro, al igual que el del menor.
Ambos comenzaron a cocinar aquella gran delicia, el alemán mayor era exelente cocinando, su cría siempre se lo decía. El niño trataba de romper los huevos mientras el adulto hacia picadillo el chocolate amargo, comerían algo muy dulce para contrarrestar la amargura de la discusión.
Cuando el mayor fue a ver lo que había hecho el pequeño, se llevó una gran sorpresa al ver cascarón dentro de la mezcla, por lo cual dejó al niño haciendo algo más simple, poner un poco de leche al chocolate.
—Ya está mami.— chilló con alegría, recibiendo caricias en la cabeza por parte de su amada madre.
—Bien, ahora la parte difícil.— se ató sus rizos pelirrojos en una pequeña coleta y comenzó a verter la mezcla en la sartén.— Cielo, dame el chocolate.— al recibir el objeto puso un poco en el centro de la mezcla y lo cubrió para después voltearlo.
Así una y otra vez hasta tener una torre de al menos 20 panqueques perfectamente hechos, era un dotado para el arte culinaria.
—¡Panqueques!— gritó con emoción al ver cómo su madre le daba un plato de panqueques con frutas, el cual no dudó ni un segundo en comenzar a comer.
—¿Están ricos?— se sentó frente a él para también poder comer. Recibió un emocionado asentimiento de parte del menor.— Alemania, ya te ensuciaste la cara, amor.— con una servilleta limpió el rostro del más pequeño.
Tal vez ese día no se terminó con su marido, pero el alemán siempre tendrá un alma más para poder soñar despierto.

ESTÁS LEYENDO
Cigarros
Romance-¿Por qué aún fumas, por quién dejarías de hacerlo? - se acercó al hombre que estaba frente a él, con una mirada de preocupación sarcástica. -Eso no tiene importancia, y no necesito a alguien para dejar de hacerlo. No dejaría de hacerlo por alguien...