Uno

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Thor recuerda muy bien el día en el que todo sucedió...

                            ~•○•~

Como siempre, aquella tranquila mañana, la luz del sol refractaba un arcoíris de colores a través de los enormes vitrales que adornaban las torres del castillo dorado de Odín. Aquel fenómeno hacía que todo fuera más animado y más brillante. Pero sobretodo, mucho más hermoso.

Frigga se encontraba en una esquina, leyendo un libro de alguna cosa que a Thor jamás le importaría, pero que a Loki obviamente sí. Su hermano menor se encontraba sentado sobre el regazo de la mujer, siendo el encargado de pasar las páginas una vez que habían sido leídas. Mirando en su dirección de vez en cuando, tratando de que nadie lo notara.

Por su parte, el primogénito de Odín, tomaba sus clases de combate en compañía de su inseparable grupo de amigos. Los cuales, estaban tratando de hacerlo sentir mejor, ya que semanas atrás, su madre le había dicho que él jamás podría ser un Valquira. Frigga le explicó que este grupo de élite Asgardiano, se conformaba única y exclusivamente por mujeres y eso, había puesto fin a sus sueños de poder pertenecer a él. Por aquella razón, Loki se había burlado de él días completos, tachándolo de ignorante.

—¡Thor!—el llamado de Sif había llegado solo un poco antes que el golpe en su espalda.

—¿Estás bien?—preguntó Volstagg genuinamente preocupado por haberlo golpeado tan fuerte.

—Estoy bien—respondió Thor, mirando como Loki escondía su sonrisa burlona detrás de su estúpido libro.

Frigga también lo miró alarmada por un momento. Pero al cerciorarse que todo estaba bien, volvió su mirada al frente. Por su parte, él también volvió a concentrarse en la práctica, olvidándose de su hermano.

—He oído que has estado ausente en las últimas clases—comentó Odín esa tarde mientras comían juntos.

Su padre había regresado de uno de los nueve mundos, después de varios meses de ausencia. Thor ni siquiera estaba de humor para responder o incluso para platicar acerca de algo más, solo torció su boca en un gesto incómodo. Odín no lo presionó más, pero le aconsejó poner todo de su parte para ser un Dios excelente y sobretodo, para ser un Rey mejor que él. Un digno sucesor.

Esa idea emocionaba y aterraba a Thor a partes iguales. Sin embargo, a la edad de ocho años, no tenía la menor idea de lo que era ser un Rey, ni todo los problemas que conllevaba. Por eso, cuando nadie miraba, le gustaba tomar asiento en el trono de su padre e imaginarse siendo ovacionado por los habitantes de Asgard.

—Serás un Rey sin igual—la voz fría y sin emoción de Loki, llenó toda la habitación mientras hacía una reverencia exagerada.

Thor dio un respingo en su sitio y se levantó, caminando hacia afuera a paso veloz. No estaba de humor para las burlas de su hermano. Pero al parecer, Loki tenía otros planes, porque lo siguió muy de cerca.

A veces, Thor no comprendía en lo absoluto a su hermano. Él siempre había tratado de mantener una relación cordial entre ellos, pero Loki no parecía interesado en lo mas mínimo. Por una razón u otra, siempre parecía deseoso de hacerlo quedar en ridículo frente a sus padres (tanto en lo intelectual como en batalla). Era muy bien sabido por todos, que Thor era el hijo impulsivo y Loki era el calculador. Para Loki era mucho más fácil leer la situación, planear en la marcha y esquivar cualquier obstáculo. Para el rubio era más fácil basar todo en la fuerza bruta. En pocas palabras, Thor era excelente para la batalla, pero Loki era un magnífico estratega. Y con todo aquello, Thor se preguntaba si siendo como era, sería un buen rey. Quizás, su hermano era el más indicado para el puesto.

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