Cuatro

43 6 0
                                    

—Solo hazlo de una maldita vez—la voz urgida de Loki estaba taladrándole la cabeza y no lo dejaba pensar de manera coherente.

Horas atrás, ambos estaban compartiendo un momento muy emotivo con su madre, mientras acordaban cómo iban a afrontar todo el asunto de su “nueva relación”. Y ahora, Loki estaba recargado sobre sus palmas, con su pecho y mejilla contra una fría pared de piedra, ofreciéndole su trasero.

Thor había soñado con eso muchas más veces de las que le gustaría admitir, pero tenerlo en la vida real parecía ser más problemático.

—¿No hay algún tipo de preparación?—preguntó Thor aterrado, con su erección palpitante sobre su mano. 

—Los Omega no lo necesitan—le hizo saber.

Hacía unos días, Loki había comenzado a detectar un aroma diferente en Thor y ahora, cada vez que se encontraban en algún sitio, no perdía la oportunidad para restregarse contra su cuerpo. Y era exactamente lo mismo para Thor. No podía estar en alguna reunión con los guerreros de Asgard, porque de momento sentía el imperioso deseo de estar con Loki. Y ese día en especial, había sido particularmente difícil aguantar.

Loki lo había interceptado en uno de los tantos pasillos del castillo. Se le había ido encima tan pronto como lo tuvo cerca, besándolo con desesperación. Al parecer, el celo se había adelantado otra vez y para Loki, todo estaba siendo más intenso ahora que tenía a su Alfa para complacerlo.

Previendo la situación, Frigga les había pedido explícitamente que se abstuvieran de hacer alguna tontería. Y que, si Loki caía en celo antes de tiempo, avisarle fuera lo primero que ambos hicieran. Thor estaba completamente seguro que, lo que estaban haciendo, se podría catalogar perfectamente como una tontería y que Loki, no había llamado a su madre antes de buscarlo a él.

Pero Thor no tenía las fuerzas, ni el autocontrol, para negarse a hacer lo que el ojiverde quería.

En circunstancias normales, la presencia de Loki le embotaba los sentidos, pero ahora que eran conscientes de sus vínculos, parecía estar intoxicado por él. Acariciarlo, morderlo y compartir saliva por medio de besos, no estaba siendo suficiente para saciar la sed. Así que, contra todas las reglas establecidas por su madre y sanadores, Thor se había dejado conducir hasta la bóveda de Odín. Ahí, nadie los encontraría. O al menos, nadie imaginaría que escogerían ese sitio en particular, para hacer la locura que estaban a punto de hacer.

—Loki, quería hacer esto de otra manera—habló el rubio, masajeando los pálidos glúteos del ojiverde. Luego miró a su alrededor, con toda esa oscuridad cubriendo el lúgubre sitio—. Pero no puedo esperar para enterrarme en ti y llenarte de mi semen...

Loki se estremeció ante el toque, pero sobre todo ante sus lascivas palabras.

—No quiero una maldita luna de miel, Odinson—respondió Loki, despegándose de la pared e inclinándose más para frotar descaradamente su trasero contra el miembro del rubio—. Solo quiero sentir el jodido pene de mi Alfa llenándome.

Un grito abrumador abandonó la garganta de Loki cuando, de una sola estocada, Thor se había hundido completamente en él.

Thor contuvo la respiración y luego soltó el aire con dificultad. Solo con estar adentro, ya estaba al borde del éxtasis. Y al parecer, Loki estaba en la misma situación, porque las fuerzas de sus piernas flaquearon y Thor apenas tuvo tiempo para sostenerlo. Una vez estabilizado, Thor empezó con los despiadados movimientos.

Como Loki había dicho, estar adentro de él no era para nada complicado como había pensado en un principio. Su interior era húmedo y parecía amoldarse a su pene con cada movimiento. También, parecía exprimirlo cada vez que retrocedía y eso hacía que la tarea de aguantar fuera casi imposible. Sabía que, si se corría ahora mismo, sería una verdadera vergüenza y más aún por ser un Dios. En su defensa, alegaría que hacía mucho tiempo que no había tenido sexo. Y que hacerlo con un hombre, era completamente diferente de hacerlo con una mujer. Los nervios alrededor de su agujero se apretaban tan dolorosa y exquisitamente, que era difícil penetrarlo incluso en su condición de Omega. Si seguía a este paso, no pasaría mucho antes de dejarse ir.

REYNADonde viven las historias. Descúbrelo ahora