REYNA

Tres

Después de buscarlo por dos días enteros entre él, sus amigos y los guardias del palacio, llegó a la conclusión de que Loki había sido de secuestrado.

—O él escapó—la voz de Hogun resonó en la habitación de Thor y todos lo miraron con diferentes muecas en sus rostros.

—Eso es imposible—Thor señaló en tono ofendido.

—Bueno, si lo piensas bien, no es tan descabellado—agregó Fandral mientras el enojo del rubio iba en aumento.

—Thor...—llamó Sif y Thor la fulminó con la mirada—, él sabía que cuando regresaras, debía entregarte el trono.

—Loki no es ese tipo de...—la mirada de incredulidad de sus amigos, lo hicieron reformular su idea—. Quizás, sí sea ese tipo de persona, pero esta vez están equivocados.

—¿Cómo podemos tener la razón y estar equivocados al mismo tiempo?—preguntó Volstagg, quien hasta ahora se había mentido en silencio debido a que aún no terminaba de comer.

—En circunstancias normales, Loki haría algo como esto, pero esta vez siento que no tiene nada que ver con el trono—trató de explicarles.

—¿Esta vez “sientes”?—preguntó Sif, haciendo comillas con sus dedos.

—Es difícil explicarlo, pero sé que Loki no huyó—dijo desesperado Thor, agitando a Mjölnir no sabiendo de qué otra forma hacerlos entender.

Sin embargo, de nuevo todos lo miraron desconfiados. Thor prefirió retirarse y no comenzar algo que pudiera terminar mal entre ellos.

—Su majestad—la voz de Heimdall, casi lo hace caer por la sorpresa—. Una disculpa su majestad.

—No te preocupes, Heimdall, ¿qué sucede?

—Encontré un rastro de Loki—ante aquellas palabras, Thor giró a Mjölnir y salió volando con rumbo a Himinbjorg.

Thor llegó al Baifröst en un parpadeo. Cuando descendió, Heimdall tenía a Hofund empuñada dentro de la cerradura.

—¿Dónde está?—preguntó ansioso.

—Svartalheim—respondió el guardián.

—¿Elfos oscuros?

—Sabíamos que aún quedaban varios vagando por el universo, su majestad—Heimdall retiró la llave de la cerradura del Baifröst.

—Abre el puente, Heimdall—habló el rubio en tono autoritario, pero Heimdall dudó.

—Su majestad, debería planearlo primero, quizás llevar a los tres guerreros y-

—Es una orden, Heimdall—volvió a hablar interrumpiéndolo.

El guardián no tenía otra opción que hacer lo que Thor pedía, después de todo, él era el rey en turno de Asgard. Y con una ligera reverencia de su cabeza, volvió a introducir a Hofund en la cerradura.

Todo en los sentidos de Thor gritaban peligro. Sabía que lo que estaba haciendo era malo y era imprudente. Quizás, en años anteriores, su arrebato no hubiera sido sorpresivo. Pero desde que había regresado de Midgard, había aprendido a ver las cosas diferentes. Había añadido a su grandes habilidades de combate, la habilidad de planificar estrategias. Sin duda, Loki estaría orgulloso de él (a su manera, claro). Soltando comentarios y bromas mordaces acerca de que, finalmente, había hallado su cerebro entre tanto músculo y cosas por el estilo. Solo pensar en eso, su angustia crecía.

Cuando llegó a Svartalheim, el panorama le pareció desolador.

No había civilización o paisajes que admirar, solo una superficie erosionada con montículos y montículos de piedra. Y en medio del panorama, había una enorme nave oscura en forma de T. Si lo que contaban las historias en los libros de Asgard eran ciertas, aquella era la cuna de todo. Sin embargo, sus deseos de regresar todo a la oscuridad, habían hecho que su abuelo Bor los llevará a su destrucción. Ahora, una vez más, aquí estaba un Asgardiano dispuesto a quemarlo todo pero por el bien de un solo ser.