En todas las vidas
Día 2. Primera Cita¡De acuerdo! Lionel ahora si creía que la había liado y muy mal.
Hace apenas unas semanas no soportaba a Guillermo, sentía que tenía una actitud pedante que le revolvía el estómago, pero después de platicar con él se dio cuenta que en realidad era otra cosa… algo mucho más profundo.
Y ahora… ahora tenía que estar listo para salir en menos de una hora, ya que el muy tarado terminó por aceptarle una salida.
Leo sentía que iba a vomitar en cualquier momento, ¿cómo se le ocurrió hacer eso? Guillermo no le gustaba, bueno tal vez si, pero ya estar a solas con él le empezaba a dar un poco de miedo.
El nerviosismo le hacía que se cambiará de camiseta más de tres veces porque ninguna lo hacía sentir seguro, al final optó por una en azul celeste y una sudadera en negro, se arregló un poco el cabello y tomando sus llaves salió de su casa.
Estaba caminando con rumbo al lugar asignado cuando un sentimiento ajeno lo golpeó de repente.
¿Qué tal si Guillermo se aburría de pasar el día con él?
Un sentimiento de inseguridad se instaló en su pecho y pensaba seriamente en regresar por donde vino, estaba a nada de hacerlo cuando a algunos metros de él Guillermo le sonreía después de que lo vio a lo lejos.
Soltó un profundo suspiro y lo saludo aun sintiéndose algo extraño.
—Perdona el retraso.
—No te preocupes, chaparrito, yo también casi acabo de llegar.
Ambos entraron a la plaza uno al lado del otro, Guillermo en silencio y con una gran sonrisa lo dirigió al área de juegos hasta que llegaron al boliche.
—¿Boliche?
—¿No te gusta?
—No, bueno… jamás he jugado.
—¿En serio? No te preocupes, yo te enseño.
Entraron al lugar, después de ponerse los zapatos y escoger el canal del final se dispusieron a empezar con el juego.
Guillermo le explicaba a Leo todo lo relacionado a las reglas, al principio Lionel no se sentía seguro de saber como lanzar la bola, arrojandola al canal más de una vez, Guillermo se reía al verlo tan frustrado por no poder tirar ni un pino.
—Si qué eres malo, chaparrito.
—Callate boludo, te dije que no sabía jugar y vos solo se burla.
Guillermo se volvió a reír comiendo de unos nachos para después ponerse de pie de su asiento.
—Dejame enseñarte.
Guillermo tomó la mano de Leo que no soltaba la bola, se puso a su lado quedando prácticamente como si lo abrazara desde la espalda.
Leo sintió que su corazón latía con demasiada fuerza que creyó saldría corriendo en cualquier momento, fue cuando se dio cuenta de lo alto que era Guillermo, el calor que emanaba y su olor a menta y lavanda.
Tragó duro sintiendo su pecho en su espalda, era firme, de seguro hacia pesas, pensó y el calor de su mano le causaba un gran cosquilleo.
Le iba explicando como se hacía, lo guió a la orilla diciéndole como lanzar.
—Afloja tu cuerpo estas muy tenso.
—Vos esta muy junto— pensó.
Jaló aire de nuevo sintiendo el cálido aliento en su cuello, guió su brazo hacia atrás y lanzó la bola con ayuda de Guillermo.
Con ese lance logró tirar al menos cinco pinos.
—¿Ves? No es tan difícil.
Leo sonrió volviendo a intentarlo y cuando Guillermo veía que estaba haciendo algo mal le tomaba las manos para corregirlo.
Comenzaba a creer que el también disfrutaba del contacto, ya que cualquier cosa era excusa para tomar su mano o pasar su brazo por sus caderas.
Al final lograron hacer varias chuzas, comieron nachos y refresco, después de insultarse con sus respectivos acentos decidieron salir a dar una vuelta a la plaza.
Cuando ya era de noche se acompañaron a la parada del autobús. Guillermo de repente se había quedado callado moviendo mucho la mano en las bolsas de su sudadera.
—Me divertí mucho.
Leo dijo de repente aun sintiéndose nervioso por la cercanía de Guillermo.
—Yo también, espero se pueda repetir. Para alguien que no sabe jugar boliche eres muy divertido.
—Bobo.
En la calle se quedaron solos esperando a que el autobús llegará, Guillermo soltó un profundo suspiro y de la bolsa de su sudadera sacó una pulsera con perlas blancas y azules.
—Te traje un regalo. —tomó su mano y con cuidado le puso la pulsera —Yo la hice.
Lío no podría ponerse más rojo, su piel delatada lo sonrojado que estaba y Guille no podría culparlo, él estaba igual.
Avergonzado y enamorado.
Lío sonrió —Gracias— murmuró admirando la pulsera que era sencilla, pero se le hacía muy bella por el detalle.
Vio que a lo lejos se acerca su autobus, por primera vez quería que el tiempo fuera más lento, se sentía a gusto y no era justo que tuviera que irse.
Leo soltó el aliento viendo a Guille que tenía un leve sonrojo y miraba a otro lado.
Anímate pelotudo.
Se dijo a si mismo tomando la mano de Guille, en cuanto tuvo su atención le robó un beso en los labios alzándose de puntitas.
¿Por que tiene que ser tan alto?
Se separó en cuanto llegó el autobús y le sonrió.
—Te veo en la escuela, bobo.
Guille aun atontando alcanzó a alzar la mano para despedirse, habían pasado varias cuadras cuando Leo se dio cuenta de lo que hizo, de inmediato le mando un mensaje a Sergio.
¡Kun! Bese a Guille.
Tardó unos segundos en responderle.
¡Por fin! Me preguntaba
cuando tendría
los huevos para hacerlo.No fue él, yo le robe un beso.
…
…¡Genial!
Gracias Leo
Guardado me debe 5 dólares
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En Todas Las Vidas
Fanfiction[Viñetas] [One-Shots] "No podía negarlo... Las mariposas en el estómago solo lo hacían volar..." Serie de one Shots y viñetas para la #Mechoaweek organizado en Twitter :v 🇲🇽🇦🇷