Capítulo 7

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La madre de Minho empezó a pasar más tiempo con Felix

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La madre de Minho empezó a pasar más tiempo con Felix. No mencionaba el domingo que su yerno había pasado en Seúl, pero el hecho estaba allí, aguardando tras sus cuidadosos gestos, tras la cautela con que abordaba ciertas conversaciones.

Lee Seohyun estaba orgullosa de su hijo. Era un hombre, que se había hecho a sí mismo, que había triunfado a pesar de las dificultades. Pero no estaba ciega ante lo que la tentación podía suponer para un hombre del calibre de Minho. Era un hombre perspicaz, inteligente y lleno de vida. Con treinta y dos años, ya era respetado en la comunidad de ejecutivos.

La profunda mirada de sus ojos mieles y su habilidad para hacer dinero donde no lo había, lo hacían muy interesante para las mujeres, hombres y donceles. Y, aunque nadie le había dicho nada del por qué el matrimonio de su hijo atravesaba tiempos difíciles, Seohyun no era tonta y tenía una idea bastante acertada de la verdad. Así que decidió pasar más tiempo con Felix, para ofrecerle su apoyo moral. Felix, se lo agradecía, porque había llegado a la dolorosa conclusión de que, en el mundo extraño en el que había empezado a vivir, ella era su única amiga.

Se sentía decepcionado consigo mismo por haberse dejado llevar hasta convertirse en una persona vacía. Su hogar, que antes era su orgullo y su gozo, se había convertido en continuo objeto de sus críticas. Podía ser un buen lugar para él doncel, pero no para Minho. Su avance en la vida merecía una casa mayor, una que reflejara sus éxitos. Felix no dejaba de atormentarse recordando las muchas veces que Minho le había comentado que quería mudarse a una casa más grande, mejor. Tal como había empezado a considerarlo últimamente, lo comprendía perfectamente. No había duda de por qué no había llevado a aquella casa a ninguno de sus amigos: debía avergonzarse de su hogar.

Pero Felix también se sentía furioso con su marido por no abrirle las puertas de su mundo. Tal vez fuera culpable por permanecer ciego a lo mucho que él mayor había cambiado, pero él también tenía parte de culpa por esconderlo, como si fuera un incómodo secreto que no convenía a su imagen de triunfador.

La ira se convirtió en resentimiento y el resentimiento en una inquietud que lo hacía irritable e impaciente, hasta el punto de que hasta sus hijos estaban alerta para evitar sus reacciones intempestivas.

"¿Quién eres, Felix?", se preguntó una noche que Minho volvía tarde del trabajo, después de muchas semanas en que había vuelto a las seis y media en punto. La tardanza de su marido aumentaba su inquietud. Necesitaba que Minho estuviera allí para experimentar cierta paz.

"No puedes echarle a Minho la culpa de todo", se decía. "Has vivido en una nube, tan encerrado en tu pequeño mundo que ni siquiera te has preguntado cómo era el de tu marido. Sabías que acudía a muchas comidas de negocios, que tenía que moverse en ciertos círculos si quería estar al día, pero no te preguntaste si debías preocuparte por entrar con él en ese mundo, ni siquiera te preocupaste de escucharlo y apoyarlo".

Se dio cuenta de que ni siquiera sabía que la compra de Harvey's se había consumado hasta que Seohyun se lo dijo. Aún más, sólo se enteró de que quería comprar Harvey's cuando la madre de Minho salió en su defensa una noche que él doncel se quejaba de que volvía demasiado tarde a casa.

ㅡ¡Está ocupado con la compra de Harvey's! ㅡhabía exclamado molesta ㅡ¿No te das cuenta de que es muy importante que consiga ese negocio?

La verdad era que no podía darse cuenta, porque no sabía de su existencia, pero lo más triste era que todavía no se había preocupado de averiguarlo. ¿Qué futuro tenía un matrimonio que no compartía más que una casa, una cama y tres hijos?

ㅡNi siquiera soy guapo ㅡdijo con un suspiro, mirándose al espejo una mañana.

"Al menos, no en el sentido clásico, supongo'', se dijo sin dejar de mirarse al espejo. "Mi figura no está mal, sobre todo, teniendo en cuenta que he tenido tres hijos. Tengo unas piernas bonitas, pero no tengo una cara que llame la atención. No es la cara que se espera del esposo de Lee Minho. Tengo los ojos demasiado pequeños y la nariz demasiado chata, la boca no está mal, pero mi mirada es demasiado vulnerable".

Hizo una mueca de disgusto.

"¡Y mira qué pelo!", se dijo acariciando los cabellos castaños maltratados. "¡No he cambiado de peinado desde que tenía la edad de Sunwoo! ¡Incluso la ropa que me pongo es demasiado juvenil!'".

''Pues haz algo para cambiarlo", le dijo con impaciencia una voz interior.

ㅡ¿Por qué no? ㅡsusurró con un impulso desafiante ㅡVoy a decirte una cosa, Jeonnie ㅡdijo dándose la vuelta y hablándole a su hijo pequeño, que jugaba en la moqueta ㅡ¡Me voy de compras! Vamos a ver si la abuela puede cuidar de ti, y si no puede, pues... pues llamaremos a papá y que se ocupe él, por un día no le va a pasar nada ㅡdijo y se mordió el labio, exactamente igual que hacía su hija cuando tomaba una decisión.

Pero la madre de Minho aceptó cuidar a su nieto con alegría, lo que en cierto modo contrarió a Felix. De alguna manera, le atraía la idea de entrar en el ultra-moderno edificio de oficinas donde Minho tenía el despacho y dejarle a Jeongin en brazos. '"Aunque, sin embargo", pensaba mientras se dirigía en taxi al centro de Seúl, ''una cosa es imaginarlo y otra muy distinta hacerla".

¿Era tan malo no tener otra ambición que ser un buen padre y esposo? Siempre había amado su trabajo, que consistía en cuidar de sus tres hijos, escucharlos, jugar con ellos o, simplemente, disfrutar de ellos.

Y de Minho. El moreno podía ser un león en la jungla de los negocios, pero Felix sabía que la tensión desaparecía de su cuerpo en cuanto llegaba a su casa y encontraba a su pequeña familia con sus pequeños problemas, esperando que él los solucionara.

Se sentía feliz y esperaba que aquella sensación le durara algún tiempo.

Muchas noches llegaba agotado y con el semblante serio, "con el rostro de un cazador implacable", pensó Felix en aquellos momentos, pero en menos de media hora, estaba tumbado en el suelo jugando con los mellizos. Jugando o viendo la televisión. Se compenetraba absolutamente con ellos y podía llegar a pelearse con Sunwoo por un juego de ordenador, y no tenía la menor señal de tensión ni de pesadumbre, tan sólo aquella sonrisa infantil igual a la de su hijo, que decía que había abandonado el mundo de los negocios para sumergirse en el feliz alivio que le ofrecía su familia.

Felix se preguntaba si el mismo proceso funcionaba a la inversa, ¿le era tan fácil desprenderse de su papel de padre y esposo cada vez que salía para irse a trabajar? ¿Era un alivio para él volver a aquel otro mundo mucho más excitante, ser el gran hombre con poder sobre otros y verse tratado de forma especial? ¿Se convertían su pequeño doncel y sus tres hijos en poco más que nada, una vez que volvía a aquel escenario sofisticado lleno de gente inteligente, con ropa sofisticada y sofisticadas conversaciones?

Sofisticado, se repitió por enésima vez, en eso se había convertido Minho, en un hombre maduro y sofisticado. Mientras, él se había estancado.

Se odió a sí mismo por haber dejado que ocurriera y odió a Minho por obligarlo a ver sus propios defectos, porque eso significaba que tenía que asumir parte de culpa por lo que les estaba ocurriendo.

Se odió a sí mismo por haber dejado que ocurriera y odió a Minho por obligarlo a ver sus propios defectos, porque eso significaba que tenía que asumir parte de culpa por lo que les estaba ocurriendo

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Felix sintió un inexplicable alivio al no ver el Porsche plateado de Minho cuando el taxi lo dejó en casa a las seis en punto de la tarde. Iba tan cargado con bolsas y paquetes que tuvo que llamar al timbre con el codo.

ㅡ ¡Cielo Santo! ㅡexclamó la madre de Minho, abriendo la puerta y mirando a su yerno con asombro.

Felix siguió hacia el interior sin detenerse.

ㅡ¡Cielo Santo! ㅡvolvió a exclamar cuando, una vez en el interior de la casa, Felix dejó caer los paquetes a sus pies.

ㅡ¿Qué te parece? ㅡpreguntó Felix con incertidumbre.

El Felix que había abandonado su hogar una hora después que su marido no era el mismo que estaba ante su suegra.

Se había cortado el pelo y estaba peinado de lado ya que tenía una partidura del lado izquierdo provocando que el cabello se colocara de una forma que lo hacía verse sexy. Lo habían maquillado de modo que quedaran realzados los hermosos rasgos que él no creía tener. Tenía un aspecto misterioso que era imposible decir cómo le habían arreglado los ojos y la boca para que, de repente, llamaran tanto la atención.

Pero aquello no era todo. Ya no llevaba el abrigo de lana azul pálido y los vaqueros con que había salido aquella mañana. En su lugar, llevaba el traje más hermoso que Seohyun había visto. El saco era negro con diseños muy elegantes en tonos plateados, el cual hacia juego con una camisa abotonada hasta el cuello donde tenía pequeños holanes que se ajustaba perfectamente a su cuello. Además de que el pantalón negro se amoldaba exquisitamente a sus grandes muslos y los zapatos eran muy elegantes.

ㅡCreo ㅡdijo Seohyun ㅡque lo mejor será que preparemos una bebida fuerte para cuando mi hijo vuelva a casa.

Seohyun no podía saberlo, pero había dado la respuesta que más podía satisfacer a Felix, que había ido adquiriendo una actitud más desafiante a medida que pasaba el día.

Se abrió la puerta y entró Sunwoo.

ㅡ ¡Wow! ㅡexclamó, y Felix sonrió de oreja a oreja como un idiota. El tiempo que había empleado preocupándose por la reacción de sus hijos ante el nuevo aspecto de su papi, había sido tiempo perdido.

ㅡ ¿Qué hay en los paquetes? ㅡpreguntó Sunwoo, despreocupándose de Felix como si fuera el mismo de siempre.

𝚄𝚗 𝙼𝚊𝚛𝚒𝚍💔 𝙸𝚗𝚏𝚒𝚎𝚕 -𝙼𝚒𝚗𝚕𝚒𝚡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora