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El otro día tuve que reemplazar a un compañero del trabajo y la pasé tan mal, lo recuerdo vívidamente todavía.

Pero, en rutina está el llegar a casa, escuchar tu voz a lo lejos, tus pasos acercándose y tu sonrisa al notar que era yo.

El brillo de tus ojos cuando te acercas, tus brazos abiertos para recibirme y tu aura, la misma que anula todo mi malestar, todos mis sentidos, sólo calidez, hogar...

—¿Cómo te fue hoy?

—Muy mal.

—Pero estás sonriendo, amor...

—Porque te vi apenas entré y me puse feliz.

600 pages for you [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora