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Montse

Los días y con ellos, las semanas se fueron muy rápido, el inicio de clases llegó y se fue por las mismas. Mis días estas últimas dos semanas se han basado en ir a clases y a las prácticas en la pista.

Una vez me levanto de la cama, reviso mi celular

Mi cuerpo pesa y siento malestar al ver la comida que mi mamá preparó para nosotras, Camillian es la primera en terminar las tortillas saladas junto a la ensalada de frutas que tanto amamos.

— ¿Qué tienes, Montse? — Mi hermana menor me mira con muchas preguntas en sus ojos.

— Nada, rubiecita, solo que no tengo hambre.

Mi mamá llega junto a Lina y ella al ver que no he tocado el desayuno, se sienta junto a mi hermana y voltea a verme, sé que está preocupada y no demora en llegar el sermón.

— Montse, debes comer, cariño. Llevas así varios días y si no comes lo haces pero no como antes ¿qué tienes? Me tienes preocupada, hija.

Louisa me mira con el ceño fruncido, suspiro e intento comer el desayuno.

Poco a poco voy comiendo y la sensación es tan deliciosa que parto las tortillas en pedazos grandes y me los como si no hubiera un mañana.

Tomo del jugo y cuando termino, la ensalada queda ahí pero aunque siento las ganas de vomitar por la culpa que siento, el hambre me puede.

Sabrina ha sido demasiado estricta con mi alimentación, ha estado vigilando que no coma cosas que "me hacen daño", desde que entro hasta que salgo de la práctica revisa si estoy comiendo algo indebido.

Me levanto de la mesa dejando la mitad del desayuno con la excusa de que voy tarde al entrenamiento, no mentiré, me duele muchísimo el estómago pero hago todo lo posible para que no se note que siento dolor.

Debo aprender a controlar esto.

Ha sido lo que me he estado repitiendo estos últimos días cuando he empezado a acostumbrarme a comer poco, en algunas ocasiones solo ha sido agua lo que me ha mantenido o alguna fruta.

— Montse, ¿todo está bien? — No me di cuenta que Lina me siguió hasta la habitación.

Me sorprende que a sus once años, ella entienda muchas cosas, es muy inteligente y sé que si le miento, ella se dará cuenta.

— Solo es estrés, cariño.

Acaricio su cabello mientras le sonrío a boca cerrada.

Entro a mi cuarto y voy en busca del medicamento que según internet, hará que me sienta mejor. Lo paso con agua, agarro mi maletín y bolsa con los patines y salgo a la práctica.

Mi mamá se despide de mí con un sonoro beso en mi mejilla que me hace sentir peor de lo que ya estoy, sus ojos demuestran la preocupación tan grande en mí pero simplemente soy cobarde en contarle lo que está sucediendo.

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Media hora más tarde llego a la pista, Sabrina ya se encuentra gritándole a las chicas que están entrenando hoy también.

Ella hoy lleva un vestido largo café que hace contraste con su blanca piel, el cabello está estratégicamente recogido en un moño alto y a veces me pregunto si no le duele la cabeza, ese es el único peinado que le conozco.

Sabrina es una mujer bella por fuera, por dentro es otra cosa...

Resoplo mientras me voy acercando a ella.

Es como si tuviera un radar, un imán que atrae mi presencia.

— Buenos días, Montserrat.

Trago saliva y respondo enderezando los hombros.

STEP BY STEP [PRIMER LIBRO DE LA SERIE "US"]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora