Capítulo 1: Carta XIII del tarot

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{Adam Ridloff}

El lugar en el que me encontraba era totalmente desconocido para mí, estaba rodeado por una espesa oscuridad y la humedad volvía frío el ambiente, dándole un toque macabro como si de una película de terror se tratase.

Miré a mi alrededor tratando de orientarme, frente a mí estaba una pelirroja con mirada desorientada y pies descalzos, la imagen era tan perturbadora que hice una mueca mientras retrocedía para alejarme de ella, pero terminé tropezando con otra adolescente que miraba con expresión triste a la pelirroja.

Asustado, terminé chocando contra las rejas de lo que parecían ser celdas vacías, dentro había una calavera totalmente descompuesta, las ratas subían por su cuerpo y salían de las cuencas vacías de lo que alguna vez fueron sus ojos.

Tragué en seco, asustado, y me volteé lentamente. Frente a mí estaban otros dos chicos sostenidos de las manos mirando todo confundidos, una chica llegó corriendo hasta donde estábamos nosotros y se detuvo mirándonos confundida.

Una mano sobre mi hombro me hizo gritar y alejarme viendo al chico pelinegro.

—¿Alguien sabe dónde estamos? —peguntó relajado, todos negamos.

Fuertes pisadas comenzaron a resonar en el lugar, el sonido de cadenas siendo arrastradas nos hizo agruparnos todos juntos mirando atentos hacia el lugar de donde provenía la luz de una antorcha.

Varias personas encapuchadas nos rodearon sosteniendo antorchas y recitando raras palabras.

—"Hela, we na day god, kam to wi ɛn tek di sakrifays. I de waka midul wi ɛn swɛ dɛn sol. Stop dɛn at ɛn it dɛn ɛnaji. Di gem fo bigin, wan tɛm bak"

Asustados, tratamos de huir, pero estaban en todas partes, no teníamos escapatoria viable.

—Dɛn don olrɛdi mak dɛn

La alarma sonó avisando un nuevo día, desperté agitado y confundido, mi cuerpo estaba bañado en sudor y mi corazón latía con frenesí. Relamí mis labios y me puse de pie apagando la ruidosa alarma.

Hoy al fin ingresaría a la preparatoria y era algo que me emocionaba demasiado. Me adentré al baño en mi habitación para tomar una no muy larga ducha. Al salir comencé a lavar mis dientes mientras observaba mi reflejo en el espejo.

De pronto imágenes confusas venían a mi mente provocando unas horribles jaquecas, sé que tuve un sueño horrible; sin embargo, no consigo recordar absolutamente nada de lo relacionado con este.

Lavé mi rostro y salí del baño terminando de secarme. Me coloqué los pantalones grises del uniforme, la camisa blanca, la chaqueta roja con el logo de un tigre y el nombre "Lexie School".

Arreglé mi cabello negro hacia atrás dejando que resaltaran mis ojos verdes claros, me eché perfume para finalmente agarrar la mochila y el celular mientras bajaba las escaleras tarareando. 

Mi madre estaba sentada a la mesa desayunando en silencio, su larga cabellera rubia se encontraba recogida en un elegante peinado, usaba uno de sus caros y elegantes vestidos y varias joyas adornaban con delicadeza su pálida piel. Sus ojos azules se posaron en mí y la expresión aburrida permaneció en su rostro. 

Yiyi, la que siempre fue mi niñera, llegó a la mesa y dejó en esta una bandeja con tostadas, mermelada, jugo y un par de frutas, se volteó hacia mí y sonrió haciendo que su piel se arrugara aún más, para mí esa siempre sería la sonrisa más sincera que se me daría.

—Adam, has crecido tanto, mi pequeña ave —vino hacia mí y acarició mis mejillas haciéndome sonreír—. Mírate, estás tan guapo. Ven, Yiyi te ayudará a ponerte la corbata.

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