Un día con el trío de plata

115 23 2
                                    

Capítulo 3
Un día con el trío de plata

La música sintética que salía de la televisión mientras presionaban los botones los mantenía sumergido a medias en el videojuego que estaban jugando. Era miércoles, uno de los pocos días de semana que Draco tenía libre de su trabajo, y uno de los tantos que Blaise se saltaba luego de tener una misión que estuvo a poco o nada de quitarle la vida. Ambos estaban en el departamento de Draco en ese instante, viciados a un caset nuevo que había encontrado el rubio en una de las tiendas cercanas, y que estaba bastante seguro que no era un juego oficial de nintendo, pero no les importaba, estaban entretenidos y eso les funcionaba.

—Entonces me estás diciendo que llevas por allí de tres semanas viendo a Potter en el mundo muggle, casualmente la misma cantidad de tiempo en que notaste que todos tus vecinos empezaron a apartar un día distinto al tuyo en la lavandería ¿Y no te parece ni un poco extraño?—preguntó Blaise, sin despegar su mirada de la pantalla y presionando con fuerza innecesaria una de las flechas del control, como si eso le fuese a permitir más velocidad.

—Ahora que lo mencionas si es bastante extraño—le respondió.

Draco lo había comentado como una banalidad de su día a día. Algo como "Hey, casualmente estoy lavando todos los fines de semana con Harry Potter", pero a Blaise le había parecido sumamente extraño, y por consiguiente él tomó un poco más de conciencia sobre la situación.

Sí, en un principio le había parecido extraño, pero supuso que el tener a Harry Potter alrededor durante siete años como un imán de malos augurios y peleas innecesarias supuso que lo habían acostumbrado.

El ulular de una lechuza llamó su atención por segundos de la pantalla, notando que sobre el respaldar de uno de sus muebles estaba una lechuza parda con un lindo lazo lila alrededor del cuello. Pansy —quien estaba preparando sándwiches hasta ese momento—, reaccionó al sonido y fué dando saltitos hasta la lechuza. Era la sexta vez que pasaba.

—Pansy, sabes que te adoro, pero no puedes simplemente tener una lechuza entrando y saliendo de un apartamento muggle. Mis vecinos empezarán a preguntar—se quejó, la chica le hizo caso omiso y abrió la carta, empezando a leerla como quinceañera enamorada—.¿Sabes con quién diablos está hablando?—preguntó a Blaise.

Blaise sin embargo tenía dudas más apremiantes que saber sobre el nuevo ligue de Pansy.

—Draco, en serio. Tres semanas en el mismo edificio que Harry Potter, casualmente lavando el mismo día ¿Y no notas nada raro?—quiso saber.

Draco bufó.

—¡Que no! Al principio sí, pero luego me dió exactamente igual, Potter hace cosas raras y los muggles son raros—se encogió de hombros, entornando los ojos a la pantalla cuando fue encerrado por un combo que no supo de dónde había sacado el moreno.

—Aún no entiendo cómo puedes ser tan inteligente y tan estúpido a la vez—sentenció Blaise.

Draco le puso pausa al juego entonces, realmente ofendido por aquel insulto.

—¡Yo no soy estúpido!—exclamó. Blaise dejó el control sobre la mesa de centro, girandose sobre el sofá para verlo de frente.

—¿Cómo no has podido notar que Potter está aquí por tí?—inquirió. Draco hizo una mueca.

—Prefiero no pensar que Potter está detrás de mi nuevamente, la última vez casi acabo desangrado en el piso asqueroso de un baño.

Blaise frunció el ceño.

—Bueno, si quisiera matarte ahora posiblemente ya lo hubiese hecho—sentenció.

Draco sonrío con suficiencia entonces.

—Exactamente, entonces no tiene razón alguna para seguirme—y se giró de nuevo, dispuesto a volver a su juego, sin embargo Blaise aguantó su brazo para llamar su atención nuevamente.

—Tres semanas, no lo has visto por el edificio, tus vecinos ya no van a lavar los días que tú lo haces y su esposa está encerrada en un hospital. Solo prométeme que al menos intentaras averiguar o...cuidarte.

Draco usualmente no prometía nada, era una regla que se había impuesto así mismo durante la guerra, cuando su padre había roto todas las promesas que había hecho durante los años anteriores y los lanzó como carne de cañón frente al señor tenebroso. Sin embargo escuchando el tono de voz y mirando los ojos de Blaise no podía simplemente pasarlo y ya.

Suspiró.

—¡De acuerdo! Intentaré al menos no morir a manos de Potter o lo que sea, lo prometo, pero no quiero inmiscuirme más allá, siempre está metido en problemas—dijo y apuntó hacia los controles nuevamente, Blaise sonrío y tomó el suyo.

—Pansy, ya tengo hambre ¿Cuánto puedes tardar en hacer unos sandwiches?—se quejó entonces al aire, mirando la pantalla.

—¡Si tanta hambre tienes ve a hacertelos tú!—le reprochó Pansy desde un sofá, escribiendo una larguísima carta para entregarla a una lechuza distinta. Draco se resignó a qué posiblemente iba a tener que hablar con sus vecinos y decirle que sus amigos eran unos excéntricos criadores de lechuzas o algo por el estilo.

—¡Tú perdiste al piedra, papel o tijeras, así que te toca!.

Hubo un gruñido de Pansy, y luego una bandeja que se levantó sola y voló con violencia hacia ellos, Blaise apenas pudo pararla con un movimiento de su varita, y mientras tanto Draco volteó rápidamente a ver a las pequeñas ventanas del lugar, suspirando cuando notó que la mayoría tenía las cortinas cerradas.

—Ustedes dos me meterán en un lío si siguen usando magia aquí—regañó, Blaise señaló a Pansy como la responsable de todo, y ella, tan fresca como toda niña rica, solo se encogió de hombros y le dió la carta a la lechuza, quién salió enseguida por la ventana.

Draco entornó los ojos hacia ella con molestia.

—¿Puedes decirnos que es tan importante para ti como para arriesgar el trabajo y la libertad de tu amigo Pansy?—demandó saber arrastrando las palabras, justo como hacía en su época escolar cuando se enojaba con esos dos.

Pansy se sentó en un sofá más cercano y agarró uno de los sandwiches que Blaise se estaba atorando en la garganta.

—Bueno, uno es mi futuro esposo—anunció, Blaise rodó los ojos ante eso, mientras él no hizo amague alguno, aunque su respuesta interna había sido la misma—.Y la segunda, es obviamente buscando información sobre Potter.

Draco gimió angustiado.

—No, no, Pansy tú también no—pidió—.¿Es que no saben lo problemático que puede llegar a ser Potter? Me van a meter en un lío tremendo.

Y como si los dioses hubiesen decidido darle un castigo por las narices entrometidas de sus amigos, unos toques se escucharon en su puerta, y luego una voz al otro lado.

—Malfoy ¿Puedes abrir? Soy Harry.

Problemas de lavandería (Harco/Drarry)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora