Problemas de lavandería (Harco/Drarry)

De cuando el trabajo es tedioso

Capítulo 7
De cuando el trabajo es tedioso

Draco rodeo el vaso con sus manos en un intento se bloquear el frío que golpeaba su cuerpo sin piedad alguna y miró a su compañero con profundo agradecimiento en los ojos. Eran alrededor de las tres de la tarde, y el clima —según las noticias que vió antes de salir de casa— estaba en unos perfectos 6 grados, con posibildad de bajar aún más en las siguientes horas. Él enrealidad no debería estar allí, si no en su escritorio dentro de las cálidas paredes del ministerio, sin embargo, como sucedía pocas veces en su área de trabajo, tuvo que salir de aquel lugar para ir al campo de batalla, más específicamente a la casa donde había surgido un aviso de magia que necesitaba comprobarse si había sido verdaderamente accidental o un caso de un chico probando su varita y provocando un caos sin igual.

Era tedioso y molesto, y Draco no sabía porque lo habían enviado a él en lugar de a Harper o a Bones, quienes parecían estar más que dispuestos a estar allí congelándose el culo, sin embargo ya no había nada que hacer para escaparse y debía esperar a que el equipo de aurores que habían ido con ellos se encargaran de que todo fuera seguro antes de permitirles entrar a la casa.

—¿Por qué no te has puesto un hechizo calentador aún?—preguntó Jones, uno de los encargados de desmemorizar a la cantidad absurda de muggles que salieron a ver lo que ocurría en aquella casa. En una esquina más alejada estaban Peterson y Larence, ambos hablando en voz baja mientras veían la estructura.

Draco bebió del chocolate en su vaso antes de responder, aliviandose con el sabor dulzón y el vapor chocando contra su rostro.

—Estuve enfermó unos días y mi magia se resintió, me he puesto hechizos unas cuatro veces pero se rompen o no funcionan.

Desde que había ocurrido aquella peculiar situación con Potter, Draco había evitado utilizar su magia más de lo necesario, esto para evitar llamar la atención o terminar en un evento trágico con el ministerio, lo que no se esperaba es que, después de pasada una semana la magia del moreno parecía haberse llevado su propia magia también, o al menos algo de ella.

Al inicio iba a entrar en una crisis, pensando seriamente que se volvería un Squibb y que tendría que vivir permanentemente en el mundo mágico —lo que no era un problema, a menos que se razonara el hecho de que no tenía ni un mísero título universitario ni nada que lo avalara en ese mundo— más solo hizo falta una visita de Pansy con una montaña de libros dónde se explicaba que su magia solo había sido un poco drenada por la presión de la magia ajena sobre él, y que su núcleo mágico estaba quizá un poco "entumecido". Desde entonces Draco había esperado paciente volver a la normalidad, haciendo un poco de magia aquí y allá para acelerar el proceso, cosa que no funcionaba del todo, como podía verse ahora mientras temblaba horriblemente en medio de una acera muggle.

Jones asintió en entendimiento, y antes de que pudiera decir algo más apuntó su varita con discreción hacía él, al instante el calor se extendió por su cuerpo como un cosquilleo, y Draco suspiró de alivio.

—Gracias—sonrió. Jones hizo un ademán simple de que no importaba realmente, pero para Draco, que sentía que ya no estaba al borde de una hipotermia sí que significó algo, la jodida gloria.

Ya con su mente despejada del problema que lo aquejaba pudo prestar más atención a su alrededor, observando con detalle la estructura de la casa. Alrededor había niebla, sin embargo era de un color tan turbio que se asemejaba a la mezcla de magia oscura y esencia de Dementor que había en Azkaban, las ventanas estaban rotas, la puerta abierta y casi sacada de sus bisagras, una pared tenía un agujero del tamaño de un perro grande y, en general, era un desastre que no se podía encubrir con facilidad.