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La celebración del cumpleaños número 50 de la señora Marcia Cisneros de Lombardo estaba próxima a celebrarse, faltaban escasos días y los preparativos aun seguían.

La ahora directora del departamento jurídico de la empresa familiar tenía demasiado trabajo como para encargarse de medio organizar una fiesta, ya que realmente quien se encargaba al cien por ciento de la misma era Lucia, la hija menor del matrimonio, con ayuda de Jimena, la nueva integrante de la familia.

Sus hijos, con entusiasmo, planeaban cada detalle con meticulosidad, desde la decoración hasta el menú. Incluso Esteban, su esposo, estaba involucrado de lleno en los arreglos, desbordando emoción en cada paso del camino.

Sin embargo, para Marcia, la idea de una gran fiesta de cumpleaños no era precisamente su idea de diversión. Nunca había sido amante de los eventos ostentosos; prefería la intimidad de los momentos tranquilos en familia. Pero ante la insistencia y la ilusión palpable de sus seres queridos, no pudo negarse. Después de todo, era un gesto de amor y gratitud hacia ella, algo que valoraba profundamente.

Entre reuniones y compromisos empresariales, Marcia se encontraba sumergida en el frenesí de la vida cotidiana. A pesar de ello, se esforzaba por encontrar tiempo para sus hijos, su esposo y, en ocasiones, para sí misma.

Con la fecha de la fiesta acercándose rápidamente, Marcia comenzó a sentir la presión del evento inminente. A pesar de su resistencia inicial, no podía evitar sentir una chispa de anticipación ante lo que su familia había preparado con tanto esmero.

–Mamá, pero como que aún no tienes outfit para tu fiesta. ¡Faltan 4 días! -Exclamó sorprendida- Yo pensé que a estas alturas ibas a tener como mínimo 10 opciones. -la joven pelinegra le reclamaba mientras caminaba al baño a quitarse el vestido que se había comprado para el evento y que justo le estaba mostrando-

–Mi amor, es que no he tenido tiempo, pero te prometo que hoy mismo consigo algo. -le prometió mientras se ponía de pie de la cama-

–No me prometas nada, porque yo misma te voy a acompañar ahora mismo a comprar "algo". -dijo saliendo del baño ya con su ropa de diario-

–Hija, pero debo regresar a la empresa, tengo mucho trabajo... –fue interrumpida-

–El trabajo no se va a ir, ahí te va a espera. Así que ya no pongas excusas y vámonos. -tomó sus cosas y abrió la puerta indicándole la salida a la pelirroja- Entre más rápido nos vayamos, más pronto te vas a desocupar para volver a la esclavitud llamada trabajo en LomEnt. -ese comentario le causó gracia a la ojiverde, pero le hizo caso-.

Las mujeres salieron de la casa en menos de 5 minutos, con la compañía de Jimena e Inés, que fueron invitadas en último minuto.

Todas las involucradas ayudaron a Marcia a elegir su vestido de gala, después de una larga gira por un sin fin de tiendas de lujo. Un vestido negro largo, ajustado en la parte superior y con una ligera caída desde la cintura, a un solo hombro. Se veía elegante y fina como siempre, era un vestido que dejaba mucho a la imaginación ya que solo mostraba un poco de piel.

Al volver a casa las esperaban para la cena el resto de los Lombardo, la cual fue muy amena y divertida. Era muy emocionante para Esteban y para Marcia tener de nuevo reunida a la familia, ya que su hijo mayor y su ahora nuera, Alba, los visitaban poco desde que se mudaron fuera del país. Y Lucía, desde su regreso a México, se había independizado.

–Bueno, ya es bastante tarde y mañana hay que trabajar. Así que... -dijo Esteban, se puso de pie abotonando su saco. Se encontraban todos conversando en la sala-.

–Ay no papá, no seas aguafiestas, ni es tan tarde. -reclamó la joven ojiverde-.

–Pero yo estoy muy cansado señorita. -volteo divertido a ver a su hija-

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⏰ Última actualización: May 13 ⏰

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