Pov. Marcia.
En el último tiempo mi vida ha dado giros de trescientos sesenta grados.
Cosas que en ningún momento me pasaron por la mente que pasarían, pasaron. Y si bien mi vida ya era difícil, se complicó mucho más con severos acontecimientos.
Conocer a Esteban Lombardo fue sin duda el punto de quiebre de mi vida. Líos por aquí y líos por allá, como si no fuera suficiente todo lo que sufrí desde una corta edad. Parecía que yo sola me buscaba los problemas.
Pero... me enamoré.
Ante eso no podía hacer nada. ¿Qué joven inocente y pura, como lo era en ese entonces, iba a dejar ir al amor de su vida por algunas simples piedras en el camino?
¿Y adivinen qué? El principal obstáculo entre mi felicidad y yo desde el minuto uno ha tenido nombre y apellido.
Lucrecia... Lucrecia Lombardo.
Sí, la hermana mayor de mi amado moreno de sonrisa encantadora. ¡Hazme el favor!
Aunque siendo sincera todos los obstáculos tienen nombre y apellido, y desafortunadamente llevan el nombre de cada uno de los amigos y cercanos de Esteban. Que por razones que aún desconozco, me odian.
Aún y con toda su malquerencia, Esteban y yo unimos nuestras vidas en matrimonio, ante Dios y las leyes. Entonces, debería ser la mujer más feliz del mundo.
Debería...
Por supuesto que lo fui. Lo fui, antes.
Ahora no sé qué siento, no sé qué pasa.
[...]
Dicen que los primeros años del matrimonio son miel sobre hojuelas, que es la etapa de "luna de miel" dónde los enamorados comienzan a conocerse verdaderamente.
Hace apenas unas semanas el joven matrimonio había estado celebrando su primer aniversario de bodas, pero parecía todo lo contrario.
Algo había pasado en algún momento que cambió su relación. O probablemente alguien era el culpable, tal vez vivía en su casa, acechándolos desde muy cerca.
–Marcia, me voy a trabajar. -la besó rápidamente en los labios- Nos vemos más tarde. -su paso era rápido, iba un poco atrasado a la oficina.
La misma rutina de todos los días en los últimos meses. Despertar, desayunar, despedirse, él a su trabajo y ella a lo que sea que se presentará en casa, verse hasta muy entrada la noche, cenar y dormir.
Nada de amor por ningún lado. Solo como una típica pareja con 20 años de matrimonio que simplemente se tolera por la costumbre y la comodidad.
–¿Vienes a comer? -preguntó aún sentada en el comedor con su café frente a ella. Su actitud era sería y desinteresada, solo quería cambiar un poco la conversación ese día, aunque ya sabía cuál era la respuesta.
–No creo poder, tengo un día muy ocupado, pero nos vemos para cenar sin falta. -respondió con la voz alta desde casi la salida.
–Claro. -dijo para sí misma mirando a un punto fijo y llevando la taza a su boca. Bebió un poco del líquido café que lo único que le provocaba era más ansiedad de la que ya tenía.
–Hola, vende moles.
–¿Qué quieres Lucrecia? -cuestionó irritada y sin volver a verla. Lo que menos necesitaba era su molesta presencia.
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OS | agua, chile, mole y pozole
FanficPequeñas historias de todos los personajes de Ara. De todo un poco, como gorda en buffet. No esperen mucha lógica. Para mayores de edad.