cinco

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Los días transcurrieron normales hasta esta nueva semana, toda la ciudad estaba emocionada, ahorrando dinero, cosechando sus huertos, preparando sus mejores productos y stands: la semana de la feria había llegado.

Jungkook al igual que todos estaba emocionado, amaba ir y comer crema de calabaza, también amaba todas las maneras en la que presentaban las fresas, los jugos que vendían, los juegos que organizaban y las atracciones que habían, era pasar las tarde divertido.

— ¿Entonces vamos a ir o no? — pregunta Jungkook a través del teléfono, sosteniéndolo pegado a su oído.

Hay una pausa en la que solo se escucha a su amigo dudar.

— No lo se, Kookie, déjame ver cómo puedo convencer a mis padres, esta vez quieren que yo de las pruebas de la crema que preparamos.

— Esta bien, Jimin ¿Pero y tu hermano?

— Él se encargará de cobrar así que no creo que pueda safarme, Koo.

— Ash. — Jungkook rodó los ojos y se giró sobre la cama acomodándose en otra posición que no le entumiera los brazos, así siguió hablando con Jimin todo lo que restaba de la tarde.

Mentiría en decir que no estaba enojado, nadie quería ir con él a la feria, Hanni y Minji estaban castigadas, Jimin tendría que repartir muestras y Hoseok tenía que hacer quien sabe que cosa, no le importaba ir solo pero no era lo mismo a ir acompañado.

Esa noche Jungkook se durmió temprano mientras lloraba por vanidades de la vida, si el conejito tenía algo era su tendencia a ser demasiado sensible, llorón y caprichoso, más tarde se dijo a si mismo que sus amigos no lo estaban rechazando si no que tenían ocupaciones como cualquier otra persona.

El primer día de feria llegó, Jungkook se arregló poniéndose bonito como siempre (más de lo que era, ciertamente), peinó su cabello dejando su flequillo en los extremos, se colocó bálsamo hidratante con color, cremas y loción, buscó entre la ampli...

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El primer día de feria llegó, Jungkook se arregló poniéndose bonito como siempre (más de lo que era, ciertamente), peinó su cabello dejando su flequillo en los extremos, se colocó bálsamo hidratante con color, cremas y loción, buscó entre la amplia variedad de ropa que tenia y se decidió por una playera corta que dejaba a la vista su ombligo y abdomen plano, cubriéndose los brazos con una camiseta de manga larga y una bermuda corta a juego con sus tenis y calcetines blancos.

Jungkook salió de casa caminando entre saltitos que hacían rebotar sus pequeños pechos, llegando al centro de la ciudad al anochecer, lo primero que hizo fue ir por una nieve de pistache, sentándose a comerla en un banco frente a los juegos de atinarle al blanco.

El omega rodó los ojos cuando vio entre la multitud de personas que caminaban de un lado a otro a Mingyu, el joven alfa le guiñó el ojo acercándose.

— ¿Qué es eso? — preguntó con desagrado, recorriéndose en la banca ante el peluche que le obsequiaba el alfa, sosteniéndolo en su cara.

— Para ti, bonito, lo gané en los juegos.

— Ah, — Jungkook lo tomó sin darle demasiada importancia. — gracias.

— ¿Me puedo sentar?

— Ya lo hiciste. — el omega arqueó las cejas, mirando al alfa, esperando que dijera algo fuera de lugar como siempre. — ¿Y?

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