Yoo Jeongyeon la niña bonita del tenis femenino, se enfrenta al mayor reto de su carrera, ganar el Abierto de EEUU, intentando evitar las amenazas de muerte que ha recibido durante los últimos meses.
Por el camino, descubrirá a la piloto Im Nayeon...
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Casi un año después, el apartamento de Nayeon estaba amueblado y se reservaba para las ocasiones en que estaban en la ciudad, pero la piloto había decidido mudarse a vivir con Jeongyeon en Florida. Vivir con la tenista fue la decisión más fácil que había tomado en su vida, y nunca echaba de menos la vida que había dejado en Nueva York. La Virgin le había facilitado la transición, permitiéndole cambiar su centro de salidas a Miami.
A Jeongyeon le gustaba cocinar, leer y dar paseos por la playa con ella. Si fuese más perfecta, Nayeon juraría que Jeongyeon era como vivir con un anuncio de contactos personales. Se quedó mirando por la ventana de la cocina mientras Namjoon y Somi hacían trabajar a su amante para prepararla para Wimbledon.
Nayeon apagó el horno y sacó el asado que había estado dorando antes de salir por la puerta.
—Si entras ahí y te acercas a esa bandeja, yo misma te llevo a la perrera, señorito, y me vuelvo con un gato —amenazó a Abby.
El perro se tapó los ojos con una pata y gimoteó, haciendo su mejor número de inocencia.
—No me pongas esa cara de "¿quién, yo?", Abby Yoo. En eso eres igualito que tu mamá, así que no me lo trago.
El perro siguió a Nayeon hasta la pista, agitando la cola ante la posibilidad de perseguir bolas de tenis. Jeongyeon lanzó una por encima de la valla en su dirección y Abby se sintió en el paraíso perruno.
—Ya os podéis ir a casa, colegas, ha llegado la jefa para su lección de tenis — les dijo Jeongyeon a Namjoon y Somi.
—¿Podemos despedirnos de ella primero? —preguntó Namjoon.
—Que sea rápido. Es más mona que vosotros y la he echado de menos teniendo que estar todo el día aquí fuera con vosotros dos.
Nayeon se echó a reír y saludó agitando la mano a los dos amigos que se iban. Saber que estarían allí para cuidar de Jeongyeon hasta que ella pudiera ir a Inglaterra era un consuelo. El desconsuelo era pensar en todas esas noches en las que tendría que dormir sola cuando Jeongyeon se fuera.
—¿No estás demasiado cansada?
—Qué va, nunca estoy demasiado cansada para ti, Nay. ¿Qué tal si echamos un partido con incentivos para la lección de hoy?
—¿Un partido de tenis con incentivos?
—Sí, te quitas una prenda de ropa por cada punto que pierdas. —Jeongyeon meneó las cejas con la propuesta.
—¿Quieres que juegue al strip tenis con la jugadora número uno del mundo?
—Mm, sí. Venga, será divertido, y te dejo sacar a ti primero.
—Oh, seguro que así gano. —Nayeon cogió la raqueta que le tendía Jeongyeon y fue a la línea de saque. Cuando Jeongyeon estuvo preparada, Nayeon intentó recordar todo lo que había aprendido sobre el servicio. Abby ladró detrás de Nayeon y la bola salió volando en un ángulo extraño cuando intentó golpearla—. Silencio en el gallinero, que no es que me esté guardando ases en la manga.
