capítulo dos. corazón

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Corazón

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Mi madre solía decir que »el corazón era más que un órgano«. Lo decía todo el tiempo. Para ella era como un segundo cerebro, pero mucho más honesto. Devon Reed era de esas personas que siempre seguían lo que el corazón les dictaba sin poner un pero, según ella eso la hacía más feliz, la llevaba de gozo.

Y de alguna forma, creo que eso era lo que ella quería para mi también.

Decía que »el corazón nunca se equivocaba«, y yo le creía porque solía pensar que ella tampoco lo hacía.

Recuerdo cómo el verano pasado estuvo como loca luego de enterarse de que podría haber "algo" entre Connie y yo. Eran buenos momentos... ojalá poder recordarlo todo a la perfección...

El verano pasado...

Así que... — Devon me acorraló en mi habitación, literalmente. Cerró la puerta detrás de su espalda y se lanzó a mi cama como toda una adolescente sedienta de chisme. — ¿Lo besaste?

Era la segunda semana de Junio, por lo que ese día correspondía al cumpleaños de Belly. Ella quería que ese año la temática fuera su show favorito: Friends. Se puso muy feliz al ver cómo todos nos la ingeniamos para recrear alguno de los looks icónicos de los personajes.

Conrad y yo decidimos ir a juego; él sería Ross y yo Rachel. Nos inspiramos en el episodio en el que todos jugaban béisbol, así que me peiné con unas trenzas y una gorra de Connie encima. Él se puso una de sus sudaderas azules y unos joggers parecidos a los de Ross. Según nosotros nos veíamos geniales y eso es lo que nos importaba.

Luego de toda la celebración cada uno volvió a sus cosas, lo que para mi implicaba mi sagrada caminata por la playa antes de que el sol cayera. Lo vengo haciendo todos los días de cada verano desde que tenía unos seis años. Antes solía ir con mamá y Jeremiah, pero con el paso del tiempo y los veranos mi mamá dejó de acompañarme, insistiendo en la idea de que debía descubrir el mundo por mi cuenta. Jeremiah aún me acompaña a veces, pero cuando eso sucede es casi un milagro.

Ya estaba acostumbrada a la soledad y la tranquilidad que la playa me brindaba, así que imagínense lo mucho que me sorprendí al sentir el sonido de las pisadas en la arena detrás de mi y darme cuenta de que Conrad estaba ahí conmigo. Me había seguido, desde luego, pues siempre tomo caminos distintos desde la casa hasta la playa, intentando buscar pasajes nuevos y secretos.

Estuvimos todo lo que quedaba de tarde juntos, caminando y jugando entre la arena húmeda y las pequeñas olas que mojaban nuestros pies. Caminamos varios kilómetros más allá de la casa, casi sin darnos cuenta. Dejamos de caminar cuando notamos que habíamos pasado "El Pelícano Gordo". Nos sentamos en la arena suelta y vimos el hermoso atardecer juntos.

A pesar de tener tantos años de conocernos y tantos veranos compartiendo en la misma casa, eran contados los atardeceres que habíamos visto juntos, y en ese momento no sabía muy bien el por qué, pero este se sentía distinto; más cálido, más cercano, más nuestro.

Esa tarde fue la primera vez que Conrad y yo nos besamos.

Volvimos a casa una hora después, alrededor de las ocho de la noche. Todo el camino de vuelta vinimos cogidos de la mano, inocentemente. Aunque por la hora ya estuviera oscuro, no fui capaz de ocultar mi sonrisa de idiota, la cual podía ser vista incluso a través de la oscuridad, y a pesar de lo mucho que lo intentara, jamás podría ocultársela a mi madre.

back to december; c. fisher.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora