capítulo tres. huracán

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Huracán

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A veces me sorprende lo rápido que puedes sentir como todo se te va de las manos. Desde la cordura, hasta la vida. Teniendo en cuenta eso, mi situación es deplorable.

Demonios CeCe, no puede ser posible que estés más pelirroja que el año anterior.

Sip, eso fue exactamente lo que sentí al momento en que lo escuché hablar de nuevo. Descontrol. Caos. Huracán.

Siempre he tenido este sentimiento de ser un huracán. Desde pequeña, siempre que llegaba a cualquier parte causaba algún alboroto, casi como si fuera imposible para mi el pasar despreciada. De hecho es por eso que en la casa de playa me llaman así: El huracán Line. Tal vez les suene tonto, pero a mí me agradaba, me hacía sentir fuerte y capaz.

Pero la verdad es que últimamente siento que las energías no me alcanzan ni para llamarme a mí misma remolino de viento. Pero aquí estoy, tratando de llevar todo el peso de los meses anteriores en mi espalda. Aunque de cierto modo, cuando estoy junto a estas personas, y en esta casa, siento que el peso se aliviana un poco, como si nos repartiéramos un poquito de él entre todos y nos apoyáramos ante la situación. Porque eso es lo que nosotros hacemos; no nos dejamos.

Ciertamente eso no fue lo que Conrad hizo conmigo, y esa es la razón por la que no puedo bajar por completo la guarida frente a él. Pero en el fondo se que debo hacerlo, porque mi hermano no tiene ni idea de lo del verano pasado, y porque si se enterara sería sinónimo de: descontrol, caos, huracán.

Así que nos tocaba fingir. Pretender que nada pasó entre nosotros. Actuar como si en el fondo no supiéramos lo que pensaba y deseaba el otro.

Tal vez eso sea lo mejor.

— Gracias por el cumplido, Conrad. — le sonreí con los labios apretados y levanté ambas cejas hacia su dirección en forma de saludo. El hizo lo mismo.

Saludó con un abrazo a mi hermano y a mi padre, los cuales se fueron casi inmediatamente del lugar junto con Jere, seguramente al interior de la casa para dejar las maletas en nuestras habitaciones. La verdad es que no les tomé mucha atención, pues estaba muy enfocada en analizar discretamente de pies a cabeza al chico frente a mí, y sentí que casi por accidente mis ojos se encontraron con los suyos, y batallé por no perderme en ellos. Pero aún así lo hice. Según yo fue como un acto reflejo, pues antes, en el pasado, estaba muy acostumbrada a hacerlo, así que por esta vez se sintió simplemente así: tan natural, tan familiar, tan cercano.

Fue entonces cuando le tomé el peso a la situación: Nos habíamos quedado completamente solos. Él y yo. Ambos. Parados frente a la gran casa Beck, con más o menos un metro y medio separándonos, o más bien; separándome de él.

Y me pareció extraño lo rápido que la gente podía cambiar, sobretodo porque pensé que nosotros jamás lo haríamos. Esto solo me hizo darme cuenta que lo que pensaba era lo correcto: Este verano será muy distinto a los otros que vivimos en la casa de playa de Cousins. Y la verdad es que no estoy segura de estar lista para eso.

El carraspeo de su garganta hizo que bajara de mi nube de pensamientos. Fue un carraspeo leve, como si tuviera un poco de alergia o algo por el estilo, pero ambos sabíamos que no era así. Él quería mi atención, y me molesta admitir que se la di sin pensarlo dos veces.

back to december; c. fisher.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora