¹⁵

1.4K 143 35
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me muevo de un lado a otro, empujo a todos en mi camino por la desesperación de no poder llegar a ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me muevo de un lado a otro, empujo a todos en mi camino por la desesperación de no poder llegar a ella.

No me gusta que llore, detesto verla llorar e incluso escucharla hacerlo pero atora mismo su llanto me guía por todo el humo del lugar.

- ¡Meidara! - Quiero que vuelva a llorar y como si entendiera llora más fuerte como si hubiera tomado aire.

Llego a ella para comenzar a disparar mi arma por todos lados hacia los malditos, me muevo con rapidez hasta que se termina mi munición, tiro el arma a quien sabe dónde para comenzar a matar con mis dagas.

- ¡A bailar señoritas!

Estoy cubierto de sangre, Meidara ha parado de llorar desde hace un tiempo y no quiero ver esa cuna. No quiero verla herida e incluso muerta. No a ella.

- Mei... - Me acerco a la cuna con cuidado y me desconcierto por completo.

Meidara tiene mi arma en su boca y está chupando la boquilla como si de una mordedera se tratara, me llevo la mano al puente de la nariz para quitarselo pero de inmediato llora como si la mataran.

Niego levemente al saber que no le podré cumplir ese capricho. Su llanto empeora hasta que la cargo y su ceño está fruncido sin querer mirarme.

Busco sus ojos pero me los niega para ver los cadáveres en lo que salimos y se recuesta en mi pecho para cerrar sus ojos.

- Mi pequeña Mei-Mei, no estés enojada. Tiene pólvora, suciedad, muchas cosas que no debes lamer.

Me ignora y suspiro para intentar distraerla picando su barriga ríe un poco pero de inmediato vuelve con sus mejillas regordetas.

- ¡No encontramos a la Bebé....!

Los Halcones se me quedan viendo y suspiran aliviados, me ofendo en cuanto ella los ve y les extiende los brazos para recibir mimos.

Miro mi arma y niego maldiciendo de no poder dársela. Llevo mis manos a mi rostro para tallarlo y ordenar que limpien ese desastre.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Halcón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora