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Meidara no es de escapar, pero después de traerla al Penthouse y ducharse la veo correr de puntitas con mi camisa puesta lejos de mí

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Meidara no es de escapar, pero después de traerla al Penthouse y ducharse la veo correr de puntitas con mi camisa puesta lejos de mí.

- Nena. - Se detiene en seco y no se mueve.

Ruedo los ojos cuando la veo solo respirar completamente quieta como si eso logrará que no la veo.

- Oh no. - Maldigo por lo que estoy haciendo. - No veo a Meidara por ningún lugar. - Su sonrisa truinfante me hace rodar los ojos para comenzar a moverse de puntitas.

Es una niña.

- Corre galletita, corre. - Acelera el paso corriendo a la salida pero voy tras ella saltando el sillón y tomarla de las caderas levantandola sin dificultad.

- ¡Conozco mis derechos! - Grita pataleando - Esto es un atropello, una invasión a mi espacio personal. - Sigue quejándose.

- Nena, quiero saber que sucedió en el comedor.

Sin bajarla logro acomodarla en mi cintura y ella me abraza con sus piernas. Sus brazos van a mi cuello abrazandolo e infla los mofles.

- Ella comenzó, me dijo que el anillo era de ella y me reclamo por tenerlo, me amenazó con un cuchillo para que se lo diera y casi arruina mi manicura.

Suelto una pequeña risa entre dientes haciéndola enfadar, su nariz se pone roja al igual que sus orejas y mira a otro lado bufando.

- Mírame Nena. - Susurro.

Voltea a verme con esas esmeraldas hipnotizadantes. - ¿Cómo es que tengo un anillo? - Se queja.

- Te pedí matrimonio mientras me enterraba en tu coño.

Su boca se abre queriendo quejarse y niega intentando quitarselo frente a mí, me doy una fuerte nalgada haciéndola gritar y abrazarme nuevamente.

- Ya haz aceptado.

- Te aprovechaste de mi.

Mi pecho se oprime al darle la razón en mi cabeza, lo hice pero me niego a recibir un rechazo cuando está en sus cinco sentidos.

- Lo hice y no me arrepiento. - La bajo guiándola al espejo.

Se mira y sonríe viendo su reflejo como admirando la belleza que le sobra.

- No debí hacerlo pero admito que disfruto verte portar ese anillo que quiero tener en mi pecho impulsandote para que me montes más rápido. - Digo en su oído y de inmediato se sonroja.

- Chris... - Susurra.

- Cásate conmigo... - Paso mi mano por la suya hundiendo mi cabeza en su cuello aspirando su aroma.

No quiero ver u oír su rechazo.

- Yo...no sé. - Susurra.

- Quiero que seas mi prometida Nena, nos casaremos cuando te sientas lista. - Insisto. - Tu anillo luce espectacular en tu mano.

Veo su sonrisa para bajar su vista a su anillo. - Es verdad.

- Déjame ser tuyo, serás la dueña de mi fortuna, vas a tenerme cada que lo desees. Nadie va a poder detenerte siendo mi mujer... - Beso su cuello con lentitud.

Miro sus ojos llorosos y una sonrisa en sus labios como pensando en eso, cierra los ojos moviendo su mano para entrelazarla con la mia sintiendo el anillo en ella.

- ¿Mío? ¿Oficialmente? - Pregunta.

- Todo tuyo, Nena. Te veras espectacular de blanco y portando mi apellido...te daré la boda que más desees.

Su sonrisa me da luz verde como sus ojos cuando los abre para verme por el espejo. - Nadie podía detenerme antes y muchísimo menos ahora que salgo con el Coronel.

Curiosamente se ha vuelto más pegada a mi que los otros idiotas, supe que tuvo problemas con Ilenko y lo castigo tirando un fuerte golpe a la Bratva.

Mascherano desconozco la situación pero parece que es mi jodida competencia que casi lo nombra su novio y me niego que suba de nivel, si lo hace ahora yo seria su esposo.

- ¿Qué dices? ¿Aceptas? - Beso su mano para verla dándome la vuelta quedando frente a frente.

- No quiero a nadie cerca de tí. - Masculla - No van a tocar y mucho menos - Sube sus manos a mi pecho y bajo la mirada al anillo brillante, mi pecho se infla de orgullo. - No van a codiciar a mi hombre. - Me quita la camisa besando mi pecho con delicadeza.

- Meidara - Suspiro deseoso.

- Acepto ser su prometida Coronel, le doy el privilegio de llamarme su mujer.

Mi sonrisa aparece, bajo mi vista a esas tetas me le llaman como cada que me las menea en mi cara

- Mi mujer. - Saboreo las palabras frente a ella y acaricia mi pecho para bajarlas a mi pantalón comenzando a desabrocharlo.

- Así es amor...- Mi corazón palpita deseoso y lleno de por fin escucharla decir eso sin estar perdida en el placer, ahora es real.

Genuino y delicioso. Aprecio el jodido diminutivo que tanto quise escuchar.

Ahora yo llevo la delantera y me voy a burlar de esos dos bastardos cuando sepan que Meidara Russo es mi prometida.

La veo ponerse de rodillas llevándose mi bóxer hacia abajo, relame sus labios y la imitó para bajar la mirada y verla.

Gemi al sentir sus labios golosos que no dudaba en saborear mi verga con su lengua juguetona.

Bajo mis manos a su cabeza obligandola a tragarla entera, sus ojos se ponen llorosos y la suelto un poco para que pueda tomar aire, respira y ella misma se hunde llevando mi mano a su cabeza.

- Pequeña pervertida.

Su garganta vibra por el gemido que hizo y cierro los ojos por un momento llevando mi cabeza hacia atrás.

Comienzo a moverla follandole la boca a mi ritmo que noto que le gusta pues pone más empeño, mis gemidos son una clara muestra de lo mucho que estoy disfrutando.

Cambiamos las posiciones y ahora me encontraba sentado en la cama, una imagen demasiado tentadora para cualquier hombre el verla subirse encima de mi para frotar su humedad contra mi.

Sin dudarlo se acomodó para que pudiera hundirse hasta el fondo antes de empezar mover sus caderas para comenzar a follarse.

No hizo falta mucho más para que tuviera su primer orgasmo, sus caderas no dejaban de moverse enérgicamente para sentir como otra oleada de placer estremecía mi cuerpo.

- Nena, voy a correrme. - Aviso.

Me sonrió complacida, estaba disfrutando y deseaba que ella también disfrutara de ese momento.

- ¿Dónde quieres correrte amor? - habla en mis labios.

- Voy venirme en tu coño Meidara.

Sus labios se abren soltando un gemido para comenzar a brincar más fuerte.

¡Dile; hola a las nuevas quemaduras de fricción!

Mi gemido fue algo más profundo, sabía que se iba a correr, mi cuerpo se tensó y mi polla se hinchó aún más antes de que me corriera y le doy una fuerte nalgada dispuesto a otra ronda.

Halcón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora