Ser Protagonista

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Theodore Nott se enamoro de Hermione desde el colegio, pero tenía tantas cosas en contra que nunca se atrevió a confesarle sus sentimientos. Se consolaba con mirarla de lejos, sufriendo en silencio los terribles celos cuando aquel estúpido pelirrojo la besaba.  Hubiera dado toda su fortuna por ser ese Weasley, todo con tal de ser un hombre diferente y poder acercarse a ella y demostrarle cuanto la quería.

Todos los días de ese último año en el colegio, después de terminada la guerra,  la esperaba en la biblioteca, sabía que era una persona de costumbres y que siempre se sentaría en la misma mesa, en un rincón apartado donde podía concentrase  rodeada de sus amados libros ya fuera para leer o para hacer sus deberes.

Amaba la manera en que su cabello brillaba por los rayos del sol que se colaban por la ventana de la biblioteca, dándole una apariencia de caramelo liquido, como sus ojos se movían veloces por las palabras que devoraba con suma rapidez y como de la misma manera imparable tomaba su pluma y la hacia bailar sobre el pergamino hasta completar pliegos y pliegos de trabajos, haciendo que terminara con los dedos manchados de tinta y ocasionalmente alguna marca en la mejilla cuando de manera descuidada apartaba su cabello indómito que caía sobre su rostro.

Estaba seguro que nadie la conocía tanto como él, ni siquiera sus amigos o su novio que tenían el privilegio de gozar todos los días de su compañía. Sabía que siempre tomaba café en las mañanas para despejarse antes de las clases, pero que los domingo prefería el te; que secretamente gustaba de leer historias de amor y que se avergonzaba por ello pues siempre escondía ese tipo de  libros entre otros, pero sabía que los leía cuando a los lejos la veía suspirar, ocasionalmente sus mejillas se teñían de rojo y sus ojos tomaban un aire soñador; Sabia también desde que compartían la torre de premios anuales que tenia frecuentes pesadillas, se despertaba gritando en medio de la noche y tenía que bajar a la sala común y tomar un té frente a la chimenea hasta que lograba calmarse un poco para intentar dormir de nuevo, mas de una vez la encontró dormida en el sillón y tuvo que resistir la tentación de tomarla entre sus brazos y llevarla a dormir a su habitación, para que no pensara mal.

De la misma forma sabia que sus inseguridades las sustituía con conocimientos, que por eso siempre se había esforzado por sobresalir y conocer todas las respuestas. Aprendió a leer las facciones en su rostro, la pequeña arruga que se formaba en su frente cuando se angustiaba, el brillo peligroso que asomaba en sus pupilas amieladas cuando Draco la molestaba, la manera de apretar los puños para contener su frustración y como mordía su labio inferior cuando se ponía nerviosa.

La veía en silencio, escondido en la sombras levantar su mano y contestar incluso a preguntas no formulas; la veía sonreír y deseaba ser  quien fuera causante de esa felicidad y cada día era más difícil poner mantener la distancia y no sucumbir al deseo de acercarse e intentar lo imposible y hablar con ella. Muchas veces por las noches la escucho llorar y sabía a ciencia cierta que lo hacía porque recordaba a todas las personas que quiso y murieron en la guerra, y de la misma manera tenía la certeza que a la mañana siguiente fingiría que nada pasaba y que ella era feliz aun cuando no fuera del todo cierto.

La conocía tan bien, que sabía que se reprochaba por no hacer las cosas mejor y dejar  que tantos murieran; daba un consuelo a Potter y a Weasley cuando ella misma no se perdonaba aun por que había fallado y muchos murieron. En esos momentos cuando veía su mirada triste perdida en recuerdos dolorosos fingiendo una sonrisa débil que no llegaba a iluminar sus ojos, le daban ganas de tomarla por los brazos y sacudirla hasta que entendiera que nada fue  su culpa que de no ser por ella todo se hubiera ido a la mierda, que por mucho que Potter fuera el elegido era seguro que sin su valor, inteligencia y audacia, Potter no hubiera tenido la mas mínima oportunidad de derrotar al innombrable. También deseaba en aquellas ocasiones hacer que sus amigos probaran sus puños hasta obligarlos a que se dieran cuenta que ella los necesita y  ni siquiera se daban cuenta.

Entre Dos SerpientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora