La cena de bienvenida

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Habitualmente el protocolo de una invitación indica que el mismo día que el, o los convidados llegan, se realiza una cena de bienvenida. 

Es emocionante, pero después de viajar de un lado a otro se necesita más descanso; sobre todo cuando llegas por la tarde, y que estando en Viena, se cena antes. 

Al no ser mi primera cena en Galen Sherrard ya sabía lo que me esperaba; comúnmente antes de sentarse en la gran mesa los anfitriones te esperan en un salón vecino al comedor donde transcurría una interesante charla sobre el viaje. 

Menos mal que no es la primera vez que vengo, ya que después, una vez comiendo, se habla personalmente del invitado y de sus aficiones. 

La aristocracia suele encontrar temas de conversación en los intereses ajenos, para entrelazar los temas con los suyos...

Comenzar a vestirme era una gran idea. Por muchos vestidos que tuviera en mis maletas, aún en una esquina sin deshacer, me habían dejado uno pendido del lado derecho del armario. 

Se trataba de una tela de color marrón nuez que caía formando unas ligeras curvas hasta casi rozar el suelo. La parte de arriba estaba dividida en rombos por claras costuras resaltando así más la figura. Unas pocas flores y adornos recorrían esta parte también.

Descolgué los anchos tirantes y, una vez cambiada, me abroché la pequeña cremallera del lateral. Me venía como un guante, que placer. 

El pequeño neceser de joyas estaba junto a todo mi equipaje y tenía un conjunto perfecto para este vestido. 

El tocador no era muy llamativo, me ayudé del espejo para colocarme los complementos y recogerme el pelo en un moño alto, donde cuyos cortos mechones caían sobre mi frente y orejas.

Me dispuse a bajar a la primera planta, donde al final de las escaleras Pol me esperaba. Ya llevaba un paño blanco colgando del brazo, por lo que las cocinas estaban en marcha.

-Los anfitriones le están esperando en un salón, sígame.

Tras girar para llegar a un pasillo ya sabía cuál era la puerta de la estancia en la cual me esperaban. Pol me indicó con el brazo que entrara y eso hice. 

Para mi sorpresa no había nadie ocupando los sillones ni en la pequeña barra de servicio, así que me senté.

A pesar de ser un salón de poco uso, se podían observar ciertas pistas que revelaban su antigüedad, miré los muebles recordando cada uno de ellos, al igual que me di cuenta de que algunos cuadros eran nuevos. 

Uno me llamó la atención y me dispuse a  verlo mejor, justo al levantarme oí un sonido procedente de la puerta.

-Lady Emily, que alegría volver a verla.- La señora Hilda es la dueña del palacio, una mujer que lleva casi toda su vida viviendo aquí. No había cambiado mucho, ahora su pelo estaba invadido por mechones blancos y un bastón la acompañaba allá donde iba. Se acercó a mí para darme un reconfortante abrazo. Cuando volví a mi posición anterior, otra persona se encontraba en la puerta.- Le presento a mi marido Odilio Bradfort.

-Encantada- respondí.

-El placer es mío señorita- él se acercó y depositó un beso en mi mano.- Ha habido una anticipación con la cena y me temo que ya debemos de pasar al comedor- con su mano en mi espalda y Hilda a mi derecha nos dirigimos a la sala.

Doce sillas rodeaban una alargada mesa de madera. Me pregunto si alguna vez habrá llenado sus asientos al completo, estando yo aquí nunca había ocurrido. 

Siempre nos sentábamos en la zona más lejana a la puerta, el servicio entraba por una puerta lateral y en cada esquina del comedor se encontraba un sirviente. 

Hilda se sentó presidiendo la mesa dejando las sillas cara a cara para Odilio y para mí.

La cubertería era de bronce y en ella las incontables luces de la lámpara se reflejaban, haciendo que brillara la mesa cálidamente.

El champán no tardó en servirse, al igual que el entrante: un plato de gambas peladas con una salsa que desprendía humo con olor a limón.

-Este año será el último que usted se aloje aquí, ¿no es cierto Emily?- preguntó la señora Hilda antes de comenzar a comer.

-Así es, tendrán que firmar unos papeles y volver a llevar las cartas de mis padres al Estado. Aunque me vaya pienso venir a visitaros, si tengo tiempo- contesté. Hilda soltó una risita al escuchar mi última aportación.

-Créeme que al principio hay mucho lío si sale beneficiada y consigue un marido, obviamente será mejor que no casarse. Quizá podríamos acogerla también en ese caso, aunque no sabemos nada de quién estará a tu cargo una vez presentada en sociedad- añadió. Me atreví a probar la primera gamba cuando Odilio quiso intervenir.

-En mi opinión, siempre he tenido que valorar distintos asuntos con el Estado y, puede que no sea el mismo, pero no carecen de gratitud. Me refiero a que si no consigue un marido, la escucharán si propone un sitio para seguir alojándose.

-Nosotros no tendremos inconveniente en que siga viniendo.- Hilda me agarró la mano y mientras la estrechaba me dedicó una sonrisa.- Por cierto, ¿Cuándo cumple los diecinueve años?

-A principios del mes siguiente- respondí.

-Veamos, octubre suele ser un mes con bastantes actos sociales, suele ser el mes preferido para muchos anfitriones. Eso es bueno para usted- finalizó la señora Hilda.- Brindemos por las posibilidades que tendrá en la cena de hoy. Que la disfruten.

* * * * * * * * * *

Por fin volví a cenar a manos de las cocinas de Galen Sherrard. Una vez acabada la cena, me despedí del señor y la señora Sherrard y me dispuse a subir a mi habitación. 

Estaba cansada, y las escaleras estaban cubiertas por una alfombra azul que invitaba a tumbarse y quedarse allí toda la noche. 

A tan sólo unos escalones para llegar a mi piso, me paré de golpe al escuchar unos pasos por el pasillo. 

Andaban lentamente por una zona no alcolchada, la cual permitía seguir su rastro si prestabas atención, y noté que se alejaban de donde yo estaba. 

Me mató la curiosidad de ir a tan sólo asomarme y ver de quién se trataba. Estaba cansada y cuando el leve sonido de las pisadas cesó, decidí que no valía la pena.

Supuse que sería un sirviente así que seguí mi camino rumbo a la cama para, al fin, descansar.

Concederte un baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora