Curioseando

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Eran las ocho de la mañana cuando me desperté por un ruido, no era Pol avisando del desayuno, tampoco los pájaros cantando; si no un disparo de buena mañana. 

No pensaba que Odilio seguiría practicando caza a su edad. No sabía si quedarme en la cama por más tiempo o asomarme por la ventana para ver que sucedía en realidad. 

Seguramente no cesarían los disparos, y había dormido lo suficiente; así que me levanté. Un batín blanco me esperaba colgando a los pies de la cama, refresqué mi cara con agua fría y me asomé.

Pude localizar a algunas personas trabajando en el jardín pero no vi a Odilio por ninguna parte. Mi barriga rugió como si ya tuviera el desayuno delante mía y decidí bajar a desayunar.

En la primera planta se encontraban la mayoría de habitaciones de ocio, pequeñas, la mayoría inutilizadas. No era un piso donde realizar eventos, servía para almacenar cosas, y suponía que el despacho de Odilio se encontraba detrás de una de sus puertas. 

Sin embargo, el desayuno tenía su sala propia en esta planta, cerca de las escaleras para no deambular mucho por los pasillos.

Una vez allí, vi que no había nadie dentro y decidí tomarme la libertad de curiosear un poco ya que ese piso no lo conocía muy bien, y... por qué no. 

Primero me asomé por el primer giro y me di cuenta de que solamente se trataba de un pasillo largo, sin ninguna otra curva, lleno de puertas a los laterales; una de ellas entreabierta. 

Ahí era dónde iba a investigar.

Me acerqué sin hacer ruido, por si acaso, y mis ojos miraron por el hueco entre la pared y la puerta encontrando una persona de espaldas.

Estaba sentada buscando algo en un cajón, luego se giró y así pude observarlo mejor.

Era un joven, con rasgos de mi edad, creo, iba vestido con una camisa y unos pantalones negros. Su concentración me incitaba a entrar y observar mejor aquello que estuviera haciendo. 

Su pelo, un tanto oscuro, caía sobre su frente distrayéndole de la tarea y se lo acomodaba para atrás en cuanto podía. 

Empezó a borrar muy rápido aquello que creí que era un dibujo, parecía cabreado, una vez acabó se quedó mirando el papel pensativamente.

-Buenos días señorita- pegué un leve respingo al escuchar la voz de Hilda que me saludó al verme por el pasillo.

-Buenos días, ¿puedo hacerle una pregunta?- la señora asintió con la cabeza.- ¿Quién es el chico del estudio?

-Ah, habla usted de Dristan, es el sobrino de Odilio.

-¿Por qué no cenó anoche con nosotros?- volví a preguntar.

-Llegó justo cuando terminamos, no se alojaba aquí desde hace unos meses.- Me acordé de los pasos que escuché ayer por esta misma planta anoche, supuse que era él de quién se trataba.- Puede saludarle si quiere, no está tan ocupado como parece.

-Debería hacerlo él por ser el anfitrión- me molesté.

-Al parecer no sabe que está aquí Emily, aún...

-Iré primero a desayunar si no es molestia- al escuchar mi decisión me acompañó hasta la sala del desayuno. Se ve que todos en la casa habían cumplido con la primera comida del día, menos yo, ya que se marchó una vez llegamos a la sala.

La mesa estaba llena de tostadas y típicas galletas con pasas de las que le gustan a Hilda; había leche, café, y por supuesto, no podía faltar el té. 

Me serví la bebida y elegí las deliciosas galletas para comenzar. Si fuera por mí los desayunos también serían en el exterior como los almuerzos o las meriendas. 

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