CAPITULO OCHO

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Ale
















Me levanto de la cama y miro la hora en el móvil.

Lunes, 6:45 de la mañana. No he dormido en toda la noche. Llevo sin dormir bien desde el viernes.

Subo las persianas de mi habitación y abro la ventana, sin hacer mucho ruido, para no despertar a mi madre. Anoche volvió tarde del trabajo.

Me meto al baño no sin antes revisar mi móvil, y me encuentro con varios mensajes de Dani, y uno de ellos en el que me dice que pasará a recogerme con la moto para irnos juntas al instituto.

Me ducho, después me visto y me maquillo un poco, para no parecer un zombie andante.

Sigo pensando en Lucía y en lo que pasó en la fiesta.

Seguramente no se acordará, porque iba muy borracha, y eso que es menor, y supuestamente no puede beber. Al día siguiente tenía una resaca gigante.

Tendré que hablar con ella, porque no quiero seguir así si ella solo está jugando conmigo, o me está usando.

Me tomo un café y cojo la mochila y el maletín de voley, y salgo a la calle, a esperar a Dani, que aparece minutos después.

- Buenos días - dice, y viene a darme un abrazo rápido - ¿Subes? - me pregunta, y le hago caso.

Subo a la moto, y Dani nos conduce hacia el instituto, que está a unos 15 minutos en moto.

Me estoy replanteando sacarme el carnet de la moto, me sería muy útil, pero como tengo a mi chófer personal, no me hace falta.

Llegamos al instituto, y voy sola a mi taquilla, para después irme al aula que me toca.

Entro, y esta vacía, excepto por una persona.

Ella.

Nuestras miradas se encuentran, y siento un cosquilleo en el estómago, que se vuelve más intenso cuando ella sonríe y el brillo característico aparece en sus ojos.

- Buenos días - la saludo, y me siento a su lado.

- Buenos días guapa, ¿que tal has dormido? - me pregunta.

- Bien, gracias - le contesto.

De verdad que lo intento, pero no puedo evitar en pensar en la fiesta cuando Lucía me habla. Quiero que todo vuelva a ser igual, pero me pongo a la defensiva a la mínima.

Ella me sigue mirando, y noto en su mirada un brillo de preocupación.

- ¿Qué te pasa? - me pregunta.

- Nada

- Alejandra, no me mientas.

- Lucía, no me pasa nada.

- ¿Entonces porque casi que me evitas?, Alejandra, ya no me sonríes, ya apenas me hablas, ¿que he hecho? - me pregunta, casi desesperada.

Viéndolo así me he comportado como una auténtica imbécil.

- ¿Estás jugando conmigo? - le pregunto, mirándola a sus ojos color café.

Re directa la tía.

Cállate, ahora no.

- No, ¿porque lo iba a hacer?

- Lucía, duermes contigo, me tiras la caña, el otro día casi me besas - le digo - y el otro día nada más entrar a la fiesta te pierdo, desapareces, por magia, me dejas tirada, ¿no me dijiste que estábamos juntas en eso? Pues nada, yo sola en la fiest, y después resulta que estabas bailando con tu novio, no quiero que me hagas daño Lucía, aclárate porfavor - termino, las palabras se atropellan en mi boca.

un encuentro inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora