Cap 5.

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Durante las siguientes tres semanas no pasó mucho, su amistad seguía creciendo y comenzaron a tener costumbres compartidas, como ver una película juntos los sábados o domingos, con palomitas caseras que se turnaban para hacer.

Solían ir a la cafetería de la universidad juntos la mayoría de las tardes, a menos que tuvieran mucha tarea.

Juan solía notar las miradas raras que recibían cuando andaban juntos, y en un principio creyó que era por ser ellos dos.

—Que puta mierda, cada idiota que pasa nos mira—dijo Juan, sonaba muy molesto—. Dios ni que estuviéramos caminando de la mano o te comiera la boca en cada rincón.

Abril se ahogó con su bebida, tosiendo de firma desesperada, con el rostro muy rojo volvió a mirarlo.

—Lo siento, Abril, pero qué quieres que diga—se encogió de hombros—. Deben saberlo.

—Tal como sabes que soy la rarita.

—¿Eres rarita? —Juan actuó con gran sorpresa.

—Ja. Ja. Qué gracioso —Abril lo miró frunciendo el ceño y su nariz ligeramente, luciendo adorable —. Te miran porque es raro que alguien se lleve con la loca de la Uni.

—¿Quién?

Abril rodó los ojos.

—Yo, Juan —dijo, en tono cansado—. También deben estar sorprendidos que esté fuera del cuarto... No era de salir mucho.

—Tienes todo el derecho de salir y andar por ahí, no tienes que estar encerrada en ese cuarto todo el día.

—Claro, debería estar encerrada en un hospital psiquiátrico.

Juan la miró algo molesta, pero Abril hablaba completamente en serio y no se retractó.

—Abs, ¿Por qué dices esas cosas?

—Porque me lo han dicho—dijo, con un suspiro pesado—. Pero está bien, así es la vida, supongo.

—Hey —se inclinó hacia ella, los ojitos caídos del castaño la miraron cargados de brillos, luciendo muy bonitos—. Abril debes saber que eres una persona muy hermosa, eres excelente compañera, muy inteligente y capaz, eres muy fuerte y mucho mejor en muchos aspectos a toda esa gente que te critica sin conocer ni una pizca de todo lo que eres.

>> No pienses lo que un montón de idiotas creen, porque vales mucho más que eso, no le des lugar a esas críticas sin argumentos, no desperdicies tus energías en algo tan tonto—dejo unos mimos en su cabello, acomodó uno de sus largos mechones detrás de su oreja—¿Si?

Abril asintió, totalmente embobada con tener a Juan tan cerca, sus mejillas estaban ligeramente rojas y creía que había dejado de respirar.

En cuanto se apartó suspiró, sintiendo su corazón agitado, llevó una mano al pecho.

Juan sólo rió porque era adorable.

—¿Vamos? —preguntó Juan, y tomó su mano sin dudarlo, Abril se le quedó viendo un par de segundos—¿Puedo?

El castaño solo asintió, demasiado embobada por sostener la manito de Juan.

Regresaron al cuarto y Abril no dejaba de sostener su mano, Juan sólo podía mirarla sin decir nada, el mayor le parecía ciertamente divertida.

—¿Te molesta? —preguntó, y Abril sólo negó—¿Eres Bunny? Te quedaste muy callada.

—No, no, soy yo—dijo, y sonrió un poco—. Es que...

Se lo pensó un momento, y decidió no decirle nada acerca de sus sentimientos, y que lo mejor era dejarlo así.

—Olvídalo —dijo, y separó sus manos para ir hasta el dormitorio, tomar sus cosas y entrar al baño para darse una ducha y un tiempo a solas, para vaciar todos sus pensamientos de lo lindo que era Juan y de que no debía ilusionarse.

The Alters.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora