3.- ¡Bienvenido a California!

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Este primer día ha sido tan agotador... Definitivamente está gente no conoce el cansancio. He olvidado las ganas de transcribir esto. Sin embargo, debo continuar.

  Antes de salir, fui a preparar mi  equipaje. Empaqué mi bata, el último libro que había comprado (El Resplandor) y metí ambas cosas en una pequeña mochila. Tomé mi paraguas y eché a andar. Fuera de la sede había comenzado a llover. El portero me entregó una maleta con todo mi equipo y una carpeta plastificada. Dentro de la carpeta estaba mi documentación modificada, un boleto de avión con destino a California y una tarjeta bancaria. Abrí mi paraguas, y tras un último suspiro de resignación, caminé hasta la base de taxis más cercana. Tomé uno, con destino al aeropuerto.
  Por si faltaron ese día a clases, se los explico: Las sedes de los distintos bandos se encuentran en distintas partes del mundo, además de que todas tienen dominios esparcidos por todos lados. La sede Analista se encuentra en Londres, la de los Centinelas estaba en Tokio, la de los Exploradores en Río de Janeiro, y la de los Diplomáticos se encontraba en California.
  No me entusiasmaba mucho ir a California (prefería ir a Tokio y comprar más figuras para mi colección), pero Nala había decidido el destino de la operación y no podía negarme. Llegando al aeropuerto, hice la documentación necesaria para embarcar el equipaje, del cuál no se tuvo sospecha alguna ni se detectó nada raro. Fui dirigido a una sala apartada. Mirando mi boleto descubrí que Nala había conseguido colocarme en un vuelo de primera clase para las 9. Evidentemente la jefa sabía cómo consentirnos.
Tras unas 3 horas de esperar en la sala (durante las cuales terminé mi libro, avancé un par de capítulos de mi serie en el celular y tomé algunos postres de la barra buffet), llegó mi vuelo. Subí al avión y me dirigí a mi lugar, el cual era una especie de cápsula con pantalla, asiento reclinable, un mini refrigerador y muchas otras cosas. Al menos no me aburrí en las 11 horas de vuelo. Había servicios de streaming, audífonos, incluso pantuflas de cortesía. Me encontraba en mi lugar ideal y no pude pegar el ojo.
  Arribé a California a las 8 de la mañana y con un sueño de pesadilla. Lo primero que noté al salir del aeropuerto junto a mi equipaje y un poco de dinero de la casa de cambio de moneda, fue el calor: tan apabullante e intenso que me ví obligado a quitarme la bata. La humedad del ambiente era fuerte, y yo estando acostumbrado al frío Londres sencillamente comencé a evaporarme.
  Tuve que quitarme los lentes para revisar (con ojos entrecerrados) la dirección del lugar donde iba a resguardarme. Tomé un taxi y llegué al lugar, un viejo edificio de 4 pisos que funcionaba como departamentos. Apenas llegué la recepcionista dijo:
-¿Tú eres el chico extranjero que hizo una reservación indefinida anoche?
  Me limité a asentir
-Ah, genial, tu habitación es la 42, último piso.
  Me entregó una llave y me señaló las escaleras. Entre las brumas del sueño me confundió la falta de formalidad mínima de la chica. Subí como pude las escaleras y al entrar a la habitación lo único que noté fue la cama, donde arrojé mi playera repleta de sudor y me lancé para dormir.

  Dormí hasta pasadas las 5 de la tarde, cuando alguien tocó la puerta. Me levanté como pude. Temía que alguien hubiera delatado mi llegada desde Londres, un infiltrado o algo por el estilo, y aunque no soy un enclenque (estoy algo tonificado) no me apetecía pelear. La voz del otro lado de la puerta me detuvo de cualquier intento de agresión.
-¿Hola? ¿Estás ahí? ¿Tu eres el nuevo estudiante? ¿Por qué llegaste un día después del fin de clases?
  Me quedé perplejo tras oír eso. Abrí la puerta y me encontré a una chica de pelo corto, más baja que yo, vestida de verde por completo. Olvidé la playera y los lentes, así que no pude verla bien. Por otro lado, ella a mí sí.
-Ay, eso...guárdalo para la segunda cita. ¡No ahora! -dijo entre risas, poniéndose roja y tapándose la cara.
-Lo siento, estaba dormido. -Me excusé. Me coloqué la playera y los lentes. Cuando me dí la vuelta, la chica ya había entrado a la habitación y curioseaba lo que yo no había notado. La habitación sólo tenia la cama (que ni siquiera deshice), un estante, un escritorio con una lámpara, una pared de corcho y un pequeño armario. Al fondo había una puerta que develaba un baño y una regadera más al fondo.
-Entonces si eres el nuevo huésped- dijo la chica -Mi nombre es Emilia, pero puedes llamarme Millie.
  Me tendió la mano, y le correspondí con desconfianza. No estaba muy acostumbrado a tanta confianza inicial en la gente.
-Entonces, ¿Vas al instituto? -preguntó.
-Si, a segundo año. -dije por decir.
-¿Y por qué te acabas de mudar si ya acabó el año escolar?
  Tenía que inventar una buena mentira, o al menos una convincente. Por fortuna, mi mente me sacó de ese aprieto de inmediato.
-Lo que pasa es que mis padres decidieron que era mejor que estudiara aquí después de un año en el extranjero. Empezaré el segundo año en unos meses.
-Eso suena bien. Pero supongo que aún no conoces el campus. ¿Te gustaría que te diera un recorrido mañana?
  Por la risa de ella, supongo que mi confusión fue notoria.
-Verás, soy una de las delegadas de mi facultad, que es la de Ingeniería aeroespacial. Puedo acceder a las instalaciones cuando quiera. Además hay cursos de verano que empiezan hoy mismo, así que no habrá problema en que entres al campus. Eso sí, soy un año mayor que tú, así que espero y eso no te incomode. Mientras tanto, ¿Que planeas hacer en lo que queda de día?
-Yo... este...-vacilé. Pensaba en desempacar hasta que caí en la cuenta de que no llevaba casi nada conmigo. Todo lo que necesitaba, como ropa o alimento, debía comprarlo en esa ciudad.
-Pues...-proseguí- Mis padres solo me enviaron aquí con dinero; dijeron que tendría que "vivir " un poco de aventura, así que tendré que ir a conseguir todo.
-Que raro, tus padres seguramente son amarillos extrovertidos, ¡y tú quizá seas ISTP! Por si te interesa, soy ENFP. Volviendo al tema de las compras, ¡Te acompaño! Puedo mostrarte un poco de la ciudad y conseguir absolutamente lo que quieras. ¿Que dices? ¿Aceptas?
  Mi celular casi no tenía batería, así que usar GPS no era opción. Lo único que me quedaba si quería cenar esa noche era aquella chica parlanchina. Suspiré.
-Está bien, vamos.
-¡Bien! Solo debo prepararme para salir. Yo estoy en el cuarto de enfrente, así que seremos vecinos. ¡Salgo en 5 minutos!
  Millie salió de mi habitación y se encerró en la suya haciendo rechinar la puerta. Yo ni siquiera tenía que arreglarme. Me senté en el borde de la cama tratando de procesar lo ocurrido. La suposición de mi tipología me asustó un poco, pero erró en una letra. Lo mejor era que nadie supiera que era un Analista. Reconocí que fue un golpe de suerte que pensara que soy ISTP, y otro golpe de suerte fue el permiso de Nala para no tener que teñirme el cabello de morado. No era una personalidad muy alejada a la mía y no tendría la necesidad de fingir mucho. Tomé mis llaves y esperé la llegada de mi acompañante. Salí del edificio con Millie caminando muy cerca de mí. Sin saberlo, había encontrado a una pieza importante para lo que pasaría en unos días.

  El atardecer en el centro de California tenía su encanto. Había personas de mi edad atiborrando los skate parks, los restaurantes estaban a tope, la gente iba y venía como si la noche no fuera un impedimento para disfrutar.
Ni siquiera el frío podía pararlos porque no existía el frío en esa región. Millie me llevó a un centro comercial muy grande, y después de que ella se comprara una crepa, me llevó a una gran tienda de ropa. Debo decir que no estoy muy acostumbrado a ese tipo de ambientes. Mi guardarropa era dominado por 4 colores: negro, gris, azul y blanco, además de las batas. En cambio, Millie llevaba una camisa rosa con un nudo en el ombligo, pantalones acampanados cafés y tenis amarillos con suelas negras. Sumando su cabello verde, se volvía un arcoiris andante.
-¿Sabes que vas a comprar? preguntó mientras miraba la ropa.
-No sé, supongo que algo igual a lo que tengo puesto.
-¿Qué? ¡No! Si no quieres que te acosen en el instituto debes camuflarte.
-¿Quién me acosaría? -pregunté extrañado.
-A las chicas extrovertidas de nuestro bando les encantan los introvertidos que vienen de otros lados. Les hablan y los adoptan por así decirlo. Pero puede ser fastidioso para algunos. ¡Mira, te puedes poner esto!
  Señaló un estante con ropa y fue hacía él a saltitos. No podía dejar de sentirme perplejo ante su comportamiento. En un instante volvió con una sudadera blanca que me quedaba enorme, un pantalón negro que también me quedaba grande, y un gorro de pesca también de color negro.
-¡Pruébatelo! -dijo sonriendo. No me puse en contra ya que su sonrisa me inquietaba. El resultado era fatal en mi opinión. Me sentía ridículo con el gorro de pesca. Se lo devolví a Millie.
-¿En serio crees que esto se ve bien?
-¡Claro! Está de moda.
-Pero, esto solo es ropa para un día, necesito más. -dije por decir.
  Eso volvió a Millie un tornado en la tienda, recogiendo ropa de aquí y allá. La llevó a la caja y me miró.
-Espero que tengas fondos para todo esto. Es el precio de evitar el acoso- dijo sonriendo.
  Coloqué la tarjeta sobre la caja, y una chica silenciosa procedió a cobrarme. No me agradaba para nada la apariencia de la ropa elegida.
-Oye, ¿Tienes hambre? Podemos ir a comer-. sugirió.
-No tengo hambre, pero podría comer algo-. admití.
-Entonces ven conmigo-. Millie tomó las bolsas y me jaló del brazo. Ni siquiera voy a tomarme el tiempo de redactar todo lo que hicimos de forma detallada. Comimos hamburguesas, pasamos por otras dos crepas, conseguimos paletas de hielo y se tomó el tiempo de pasar por la librería a curiosear. Al menos pude agenciarme la segunda parte de El resplandor (no creo que Nala se moleste). Ella pagó toda la comida.
-Pejdon, ej que joy un poco comelona. -se disculpo mientras ocultaba su bocado de crepa con una mano.
  Regresamos al edificio cerca de las 11 de la noche.
-Te quiero listo a las 9 de la mañana, ¿Ok? Iremos al recorrido por el instituto. ¡Hasta mañana! ¡Y bienvenido a California!
  Ella se encerró en su habitación y yo me limité a aventar las compras al lado del equipaje y, al igual que la noche anterior, me arrojé sobre la cama.

Definitivamente, Millie era una persona agotadora.

Espionaje Tipológico (MBTI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora