Capítulo 53

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Aldo quería, y no quería escucharla. Podía llevarse la mayor desilusión amorosa de su vida. Sin embargo, no tenía sentido posponer esta conversación.

Al: Leticia, estoy aquí como tú prometido.

Leticia casi se infarta con las palabras de Aldo.

L: Mi... ¿mi qué?

Al: Si no mal recuerdo, la última vez que nos vimos, tu aceptaste mi propuesta de casarte conmigo e irnos a Acapulco. Acababas de aceptarme como TU PROMETIDO. Jamás me dijiste otra cosa. Entonces, tenemos un compromiso vigente que ni tu ni yo hemos cancelado.

L: Aldo... Discúlpame, de verdad. Se que esa noche te acepté, sin embargo, también sabes que esa noche llegó Fernando al restaurante y todo cambió. Aldo no quiero lastimarte, de verdad. Pero, hasta esa noche, yo creía que lo mejor era alejarme de Fernando para que él y Karla fueran felices, pero estaba muy equivocada. Mi lugar y el de mi hijo está al lado de Fernando.  Y si, te pido perdón porque te ilusioné, porque de alguna manera te utilicé como escapatoria. A pesar de eso, sabes que fui siempre sincera contigo, nunca te engañé en cuanto a mis sentimientos, pero no debí aceptar tu propuesta cuando claramente yo seguía y sigo enamorada de otro hombre.

Al: Leticia no puedes decirme eso, tú y yo hemos vivido muchas cosas juntos. Yo tengo planeado un hermoso futuro para los tres, junto al mar, ese lugar que tanto te gusta, en ese ambiente de tranquilidad que tanto te ayudó en los momentos más oscuros de tu vida. No puedes volver con Fernando, con él solo sufrirás. En cambio, yo prometo hacerte muy feliz, siempre. Por favor piénsalo.

L: Aldo ya lo pensé, créeme. Lo nuestro no puede ser. Nunca debí darte esperanzas. Te agradezco todo lo que hiciste por mí, pero no puedo seguir engañándote a ti, ni engañándome a mí misma... Yo amo a Fernando, él es con quien quiero estar.

Al: ¿Me agradeces? Leticia, ¿solo sientes agradecimiento por mí? Todo este tiempo, ¿todo lo que has sentido es "agradecimiento"? (Dijo Aldo con la voz quebrada, a punto del llanto) Yo creí que tú, me querías por lo menos un poquito.

L: Te tomé mucho cariño y aprecio Aldo, pero como un buen amigo, solo amigo.

Al: ¿Aprecio?

L: Aldo, mi corazón le pertenece a él, a Fernando, y solo a él. No te pido que me entiendas, solo que lo aceptes. No quiero herirte, pero debo ser clara contigo. Fernando y yo estamos unidos para siempre.

Al: Si lo dices por el bebé, eso no debe obligarlos a estar juntos... Él puede verlo cuando quiera... Y...

L: No. No es eso. Nadie nos está obligando, entiéndelo Aldo. Fernando y yo nos seguimos amando y es por eso que... Nos casamos.

Al: ¿Qué?

Aldo sentía que mil colores iluminaban su rostro. Decepción, coraje, tristeza, desilusión, dolor... eran las únicas palabras que podía entender y sentir en ese momento.

L: Nos casamos y ahora ya somos esposos.

Al: Estás bromeando (Aldo miró la mano de Leticia. Un anillo con un diamante acompañaba a otro anillo brillante de oro, lo cual confirmó las palabras de Leticia.  Era un anillo de compromiso y otro de matrimonio) ¿Después de todo lo que hice por ti? ¿Es esto lo que me merecía?

L: ¿Acaso me estás cobrando todo el favor que me hiciste Aldo? ¿Es eso?

Al: Por supuesto que no, no seas ridícula.

Fernando llegó en ese momento a presidencia, pero al escuchar las voces se quedó afuera, escuchando tras la puerta.

L: Es que eso parece. Tu querías que yo te pagara casándome contigo, por eso ahora sientes que te estafé, ¿no? Lo siento Aldo, como te dije antes, te agradezco infinitamente lo que hiciste por mí en Acapulco, pero yo no soy un objeto que esté en venta. Si tu intención era comprarme, estás equivocado. Aldo, sé que es muy difícil todo esto, pero por favor trata de entender, amo a Fernando, es y siempre será el amor de mi vida.

La fea más bella "Recuerdos de amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora