Capitulo 2

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Suguru Geto

Desde pequeño había manifestado mis habilidades sobrenaturales, mis padres se asustaron al reconocer que veía cosas que ellos no y que algo parecía atraerlas a mí.

Un día unos ancianos extraños fueron a casa y explicaron mi situación, al parecer tenía habilidades innatas de un hechicero y que incluso sobrepasaban las de un hechicero común, así que fui educado y preparado desde temprana edad, mis padres quedaron fascinados con aquello y más con la propuesta.

No éramos ricos, ni mucho menos pobres, y ese limbo entre ambos mundos volvió codiciosos a mis padres, los cuales aceptaron comprometerme sin mi consentimiento con un tipo de una familia reconocida a cambió de una fuerte suma de dinero.

Pese a esta evidente traición no los odie, sabía bien que el dinero nos hacía falta, pero incluso en mi ingenuidad de niño pensé que habría mejores soluciones. A quienes si odie fue a la familia Gojo en general, para mí era humillante saber que una familia con tanto poder había decidido sobre mi futuro, porque si bien era un mero acuerdo para tener un heredero, se me había dejado en claro que una vez firmara el acta de matrimonio pasaría a ser propiedad de esa familia y que mi libertad quedaría subordinada a la voluntad del único hijo de la familia, al cual ni siquiera conocía.

Al cumplir los 17, mis padres me mandaron a firmar el acuerdo pre nupcial, a duras penas lograron sacarme de la cama y llegué lo más puntual posible, o algo así, aquel encuentro fue tan singular, firmamos un acuerdo de Matrimonio y aun así ninguno de los dos quiso comenzar la mínima charla, tampoco es como si quisiera, solo estaba ahí por mis padres, no había otra razón.

Si bien no pertenecía por completo al mundo de los hechiceros, si había escuchado sobre la familia Gojo y su fama, todo el mundo de la hechicería sabía que poseían un hijo con grandes habilidades jamás antes vistas, pero que era arrogante, egocéntrico, narcisista, algunos lo calificaban de psicópata.

Aquello no fue grato de escuchar, ya que estaría unido toda mi vida a ese psicópata, al conocerlo en la oficina civil me di cuenta que los rumores no eran falsos, su sola presencia era muy asfixiante y podía sentir el poder que emanaba de su cuerpo, ese hechicero no era un juego, en cuanto a su actitud no hay mucho que decir, pero por lo poco que pude ver de él puedo deducir que es alguien al que nunca le falto nada y que está acostumbrado a salirse con la suya, por lo que solo dos palabras vinieron a mí para describirlo: Caprichoso e infantil.

En cuanto a su físico, sus rasgos eran curiosos, era como un invierno que se niega a permanecer en su estación, sus ojos no los pude ver, ya que los ocultaba tras unos lentes obscuros, era lo único destacable, y que en complexión era más pequeño que yo.

Al terminar mis asuntos en la oficina civil hago una pequeña reverencia y me despido del hombre que nos ayudó con el acuerdo pre nupcial. Ahora debía ir a la escuela y buscar el salón, por lo que me dijeron nuestro maestro titular sería un hombre llamado Yaga.

Llegar a la escuela no fue difícil, encontrar el salón tampoco, ver a mi “Prometido “con las piernas cruzadas sobre el pupitre con una sonrisa cínica…eso si lo fue.

Lo peor es que la voz de mi madre y padre gritaron en mi oído.

“No lo arruines, trátalo bien, ese chiquillo nos sacara de la miseria, enamóralo, tenlo cerca de ti para que nunca nadie piense en echar el acuerdo para atrás”

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Si algo disfruto de cualquier mañana, es el café amargo, mi madre siempre me cuestionaba esto, diciendo que era muy joven para caer en un vicio de adulto depresivo, pero para mí era lo mejor, y lo fue más, cuando el segundo día de entrar a la escuela de hechicería estábamos los tres de mi clase en una mesa tomando nuestras bebidas y el muy tonto de Satoru Gojo tomo de mi taza en un descuido.

Mi Único y RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora