Lo unico que pedian a gritos los jóvenes era tener una vida normal. Una adolecencia en la que no tuvieran confusión con sus sentimientos, con su forma de ser. Querían ser normales, pero el destino les tenía una mala jugada una muy mala jugada.
Con...
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Finney
Eran las 3:23 de la madrugada, estaba despierto por soñar una pesadilla, pensé que después de tanto tiempo no me volvería a pasar algo así pero, fue todo lo contrario, desde Penywais mis pesadillas aumentaron, el sótano, el raptor y mi madre, eran parte de todos a las pesadillas nocturnas.
Me encontraba repegado en la cabecera de mi cama, envolviendo mis piernas con mis brazos; ya no sabía que hacer, me comenzaba a frustrar esta "rutina", cada noche era lo mismo. De lo único que era conciente es que me dormía lo bastante tarde para que en la mañana mis ganas de ir a la escuela fueran nulas.
Quería llorar sin saber el porque, quizás el no poder dormir me frustraba de más, tanto que quería golpear algo. Mi corazón se aceleró, mi cuerpo sudaba, mi respiración se volvía lenta y mi cuerpo no reaccionaba como quería. Los sollozos no tardaron en salir, se escuchaba por todo mi cuarto, debía guardar silencio si no quería que papá o Gwen me escucharan.
No supe como o aque hora me calme, solo logre escuchar que mi alarma resonaba en todo el cuarto. La apague de mala gana y me levanté de la cama, el cielo estaba nublado, las hojas de los árboles secas y el frío aire del otoño comenzaba a percibirse.
Pase al baño para enjugar mi cara, tenía ojeras, eran notorias, pero casi nadie decía nada sobre eso, lave mis dientes, me quite la pijama para después bajar a la cocina. Papá estaba tomando café, Gwen se servía cereal, tome asiento sin decir nada recoste mi cabeza sobre la mesa soltando un respingo.
- ¿Tuviste mala noche hijo? - preguntó mi padre, alboroto un poco mi pelo, aún así no levanté la cabeza.
- ¿Puedo faltar a la escuela? - dije.
- Apenas es el segundo día Finney ¿Por qué no quieres ir?.
Ni yo sabía el porque de mi decisión solo sabía que no quería ver a nadie, era la falta de sueño que hacía que mi humor fuera de mal gusto, no tenía hambre, estaba cansado y me sentía molesto. Estaba mal, muy mal como para decirlo en voz alta.
La mayoría de las veces lograba ocultar bien el vacío que tenía, pero esta vez sentía que estaba perdiendo el control de eso, me sentía inútil, desgastado, débil.
- Es que no me siento bien - respondí. Mire con súplica a los ojos de mi padre.
- Finney no puedes faltar y lo sabes, esta semana ve, la otra quizás te deje que faltes un día.
Trate de no reprocharle aquello, me levanté de la mesa y fui a los sillones a recostarme unos minutos mientras Gwen terminaba el desayuno. Sentí una peso más en el sillón, abrí un poco los ojos y era mi hermana, llevaba el plato lleno de cereal de chocolate me miro unos segundos con preocupación para después comer una cucharada de cereal.