¿Frió?, ¿Dolor?, o solo ¿Soledad?

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-solo pídelo, y me quedare- hablo ella mirándome directamente a los ojos. Sacándome de los pensamientos, que había estado teniendo, me quede callado, solamente mirándola. Creo que en esos momentos, mi mirada expresaba mucho más de lo que una palabra podría decir.

Volví a cerrar los ojos, y respire profundamente intentando recordar, cada sensación que había tenido, y en estos momentos, un recuerdo horrible llega a mi mente. Pero se, que lo debo de contar, aunque no me guste, debo de decir la verdad aunque me disguste. Querido amigo imaginario, este es de los peores recuerdos que tengo de la estancia de Celestia en mi mundo. Quizás será el peor, en verdad en estos momentos deseo que este sea el peor.

Era, como el quince o diez y seis de diciembre, espera, era el diez y seis de diciembre, lo recuerdo muy bien, porque sentí como el corazón se me hacía pequeño, cuando, me desperté y no encontré a Celestia por ninguna parte.

Por todos los lugares de la casa, le busque pero nada, ¡absolutamente nada!, ¿Dónde estás?, es lo único que resonaba en mi mente, mientras abría y cerraba puertas buscándola, y no es que mi casa sea muy pero muy grande, más bien solo tiene tres habitaciones, y un baño, pero por algún azar del destino mi habitación es la única en toda la casa con baño. Pero no creo que eso te interese, porque si, esa fuese una historia interesante, te hubiese creado cuando tenía algunos ocho años y que llegue a esta ciudad y a esta casa, y no ahora.

Me senté unos momentos, y tome el paquete de chicles, que había guardado en mi pantalón de la escuela, que desde hace tres semanas no usaba, lo abrí, con la misma desesperación que un fumador abre un paquete de cigarros, olí el sabor a café que los chicles tenían y me metí uno a la boca, para tranquilizarme.

Un poco más tranquilo, empecé a pensar, y a pensar, llegando a la siguiente conclusión momentáneamente.

-es una broma de Celestia-me dije a mi mismo, por tres razones, le da gracia verme sufrir (como cuando me llevo a volar), puede que esté buscando algo de venganza, y no se habrá ido sin despedirse (o eso quería pensar desesperadamente)

-se puede hacer invisible, de seguro está jugándome una broma- volví a pensar tomando un rociador, y empezando a rociar toda la casa, con el mayor sigilo posible. Y la única razón por la que hacia eso, era porque ella me había dicho que si le llegase a golpear o a caer algo de agua mientras estuviera invisible se haría visible, no quedo rincón sin que yo rociara. Y tampoco quedaron muebles sin que se llevaran su buena rociada creyendo que Celestia estaba encima de ellos.

Me volví a sentar, cuando me di cuenta que no estaba en la casa, y volví con los chicles, no sé porque pero masticar algo me tranquiliza, como a las vacas cuando las van a matar.

Ya con las esperanzas algo caídas, pero sin querer pensar por un minuto que Celestia se había ido de mi casa, coloque música a todo volumen, si estuviese en mi casa o en su defecto escondiéndose encima de la misma, tendría que escuchar, y como es una canción que no le gusta demasiado. Pues tendría que quejarse, y ahí. ¡Ahí! Le descubriría.

Lo único que paso, fue que los vecinos se quejaron del volumen de la música, así que le tuve que bajar antes de que llamaran a una patrulla para que me callase a la fuerza. Cuando, la maldita de mi vecina se retiró de mi casa, mi teléfono sonó.

-¿qué quieres?- pregunte contestando, el teléfono de mala gana.

-ir al cine- contesto la voz, en el teléfono.

-pues dile a tu novio, que te lleve, que si no me das el trasero no te llevo a ninguna parte-conteste de manera sarcástica a la voz que me llamaba. La voz, le correspondía a un amigo mío, el cual respondía al apodo de Pancho, pero yo no quería ir al cine, yo quería encontrarle a ella. Quería encontrar a Celestia, aparte de que era más que obvio, que iría una ex mía (con la cual no quede en muy buenos términos), ya que mi amigo y esa ex, son amigos muy unidos. Tan unidos, que mi ex se quejaba con él, de todo los malos tratos que le daba, que yo era una mala persona y la chingada. Pero a ella le encantaba estar junto conmigo, y nunca le di un mal trato, solo porque una vez me negué a salir con ella, porque tenía cosas que hacer (entiéndase por cosas que hacer, dedicarle unas tres o cuatro horas seguidas a ver anime, y otras seis a un videojuego que estaba a punto de acabar)

Mi querida SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora