Capítulo 5

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Desanimado, observa el móvil.

Hubiera esperado recibir al menos un mensaje de disculpas de Katsuki; en cambio, el único mensaje nuevo era de Kaminari preguntando si se encontraba bien, pues había pasado por su casa y no lo había encontrado esa mañana.

¿Cómo podía asistir a la escuela luego de lo sucedido la noche anterior?

¿Acaso él no comprendía lo difícil que era ser tratado de esa manera por su predestinado?

La respuesta era evidente: No.

Probablemente nadie a su alrededor, más allá de sus padres, lo supiera. Y aquello era lo peor. No quería recurrir a ellos para un consejo que, más que ser uno, probablemente terminaría siendo una visita al despacho de predestinados y levantar un acta por desacato de normas. Izuku, aunque no comprende del todo la reticencia extrema que muestra Katsuki a su cercanía, tampoco quisiera llegar a esas medidas.

Resopla, acomodándose de lado en la cama y abraza la almohada, observando sobre el velador la caja de cereal, el objeto que propició su encuentro. El aroma de Katsuki no se encuentra más en ella y aquello es también una punzada más en su ánimo decaído, pues aquel olor que se mantenía guardado no solo le recordaba a Katsuki, sino a ese primer encuentro que había hecho brotar en el alfa feromonas de manera tan natural que resultaba fácil detectar el deseo, cariño y anhelo que él le despertaba. Por ello, le era fácil calmarse tras un mal día sencillamente olfateando la caja; sin embargo, ahora, el aroma se había perdido por completo y todo lo que mantiene en su olfato, es el hedor sulfatado que emanaba Katsuki la noche anterior.

Gime bajito sin derramar lagrima, conteniéndose.

Le había querido atacar, su propio alfa había buscado hacerle daño.

El rechazo, el poco interés sobre su opinión en temas que sin duda debían ser de ambos, sumado a los insultos finales, se remueve en su consciencia como un gusano sumergiéndose donde no debería, lastimándole tanto como un golpe físico.

Todo parece tan irreal.

Desde el momento en que Katsuki huyó de su lado en el centro comercial y no hizo nada por buscarlo posteriormente, supo que su relación sería difícil. Era consciente de que tendrían problemas, discusiones, pero, al final, todos sus esfuerzos darían buenos resultados; o, al menos, quiere mantener esa mentalidad para evitar que todas esas dificultades le superen.

Exhala largo y entrecortado.

Tampoco quiere dañar a Katsuki, es su predestinado; únicamente espera estar a su lado, quererlo y sentirse querido; mantenerse juntos mientras crecen y se hacen adultos, para luego casarse y formar una familia hermosa. Sin embargo, resultaba frustrante para él toda la situación; entendería si Katsuki pusiera de su parte y, aun así, no funcionara lo suyo, incluso, que al principio no quisiera ese trato; no obstante, llegados a este punto, ¿tan difícil resultaba ceder un poco?, él mismo lo hizo al no pedir un contrato estricto como otros omegas. Cedió porque lo quiere; lamentablemente, no veía aquello reflejado en el actuar de Katsuki.

—Izuku. —Su madre abre la puerta lento, buscando no molestarle.

—Sigo mal, mamá —miente.

La única excusa capaz de articular por la mañana fue la de malestar estomacal, que algo le había caído mal en la cena de anoche. Era evidente que su madre fingió creerle. Siendo una omega, podía olerle y descifrar que el malestar no era físico, sino emocional.

—Un compañerito vino a verte, amor —el tono que usa le hace pensar.

Retira la sabana de su rostro.

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