Esto era perfecto.
De verdad.
Dylan lanzó un brazo detrás de la cabeza mientras sorbía su margarita de la pajilla, sus ojos al frente, al juego de voleibol que estaba ocurriendo sobre la arena a unos metros de la playa. Sus gafas oscuras probablemente no lo delataban, pero estaba en serio disfrutando de la vista de los cuerpos bronceados, sudorosos y espolvoreados de arena por todas partes, sonrisas juguetonas y manos grandes golpeando pelotas.
Oh, sí.
Perfecto.
Chur.
Terminó su margarita y pidió otra más al camarero. Ya era como la cuarta, pero esas cosas eran adictivamente deliciosas y tan suaves que apenas podía probar el alcohol en ellas hasta que tenía que levantarse de su silla y tambalearse de regreso a su habitación.
Si tenía suerte, encontraría a alguien dispuesto a pasar un buen rato en el camino y ese hombre desaparecía en la mañana siguiente como si nada hubiera pasado.
Parecía increíble que hasta hace dos meses estaba saltando en una misión que casi le cuesta la vida, o al borde de morir por una infección que no curaba tan rápido como debió. Hace dos meses era no más que un asesino que estaba en busca de un escurridizo bastardo ruso que quería sus cabezas en bandeja de plata, y ahora estaba descalzo, usando una camisa hawaiana y shorts, bebiendo bebidas de mango, teniendo sexo casi cada noche y sintiéndose como alguien de su edad.
Sus veintitrés años habían sido extraños la mayor parte del tiempo.
Jamás se sintió normal.
Tener un arma en las manos se sentía más normal de lo que se sintió cuando llegó a la isla por primera vez.
Le tomó el primer mes sentirse mejor sobre su nuevo estilo de vida y para ser honestos, a veces sentía que estaba engañándose y que estaba pretendiendo disfrutar de esto. Era confuso, y aún peor, no podía comunicarse con ninguno de los otros chicos del equipo para saber cómo lo estaban llevando. Todos estaban en distintas partes del mundo, quizás sintiéndose fuera de lugar como él, o teniendo un romance mientras podían.
Todavía le daba asco recordar que Snake y Vernon estaba cogiendo.
Snake siempre se veía tan recto, tan heterosexual y cerrado a las emociones que no podía creer que hubiera caído por alguien sin trasero como Vernon que se tropezaba con sus propios pies al caminar. Para un tipo duro como el metal, tenía un corazón muy suave. Pero se fueron juntos. Lo hicieron funcionar. Y de alguna manera, el jefe se los había permitido y ambos estaban pasando sus vacaciones en la nieve.
Vio la pelota viviendo directamente a su cara y la atrapó con una mano antes de que le diera en la nariz. Un reflejo de su área de trabajo que realmente apreció conservar.
Un bronceado surfista rubio con un increíble abdomen se le acercó corriendo. Su sonrisa era tan brillante como el sol. Dylan también le sonrió, esperando a que él llegara a su silla.
"Lo siento por eso," él dijo, sin aliento, sacudiéndose la arena de encima del pecho desnudo, y tirando su largo cabello hacia atrás con un movimiento de cabeza. Sus ojos azules lo miraron de pies a cabeza con gran interés antes de su sonrisa torcida se profundizara y estirar la mano para tomar la pelota. "¿Juegas?" Le preguntó cerca después de tomar la pelota de su mano con un sutil roce en los dedos que no pasó por alto.
"Oh, no. Prefiero observar." Lo miró por encima de las gafas antes de llevarse la pajilla a la boca. Dios, él era un hermoso dios griego. "Hacen un gran trabajo."
"Entiendo." El rubio asintió, caminando lentamente de espaldas. "Si te interesa... solo dame una señal."
Dylan sonrió.
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[GAY] Furtivo
RomanceDylan está disfrutando de sus vacaciones. Lejos de todo el asunto de mafiosos y armas, él se encuentra acostado en una silla frente a la playa mientras bebe todas las margaritas que puede consumir antes de tener nauseas. Es una dulce vida. Aunque...