-Uno-

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Siempre era complicado cuando estaban todos juntos en un mismo lugar. Los gritos y amenazas entre sí nunca faltaban. De hecho, una vez casi iniciaron una pelea en una de sus reuniones. ¿Por qué hacían reuniones si se odiaban? Pues era simple: las familias se odiaban entre sí, pero no odiaban a la gente que los rodeaban. Y tenían el mismo objetivo; proteger a las personas que no podían por sí mismas.

Era un sector peligroso de Londres, por lo que no era raro ver a asaltantes y vagabundos por las calles. De vez en cuando, siempre había alguien que moría. Razón para ellos de proteger la zona. Aun así, imponían el respeto que ellos pensaban que se merecían, así que nadie de ahí cerca se atrevía a amenazarlos.

Nadie... Hasta que llegaron personas nuevas al sector. Parecían ser incluso gente de otro país, pero solo era el jefe, quien al parecer era Norte Americano.

Crowley entró al gran almacén que estaba vacío de muebles por dentro, solo un montón de gente dividida en dos grupos. Caminó hacia el frente, donde estaban los jefes de ambas familias hablando y un tercero. Samael y Gabriel parecían intentar mantener sus estados tranquilos, debido a la tensión que se presentía en el lugar.
Cuando el pelirojo miró hacia el frente, vió a Aziraphale ahí parado, a un lado de Sandal. Le parecía extraño verlo serio.

—Darmond —se presentó—. Es bueno saber que haré aliados a dos grupos enemigos. Otro premio para ustedes —sonrió, como si se estuviera burlando.

El sujeto había entablado conversación primero con Samael, y lo puso al tanto de la situación. Pactó una reunión, en la que todos pudieran estar presentes. Resulta que Darmond quería demoler todo el sector para ahí contruir un edificio a nombre suyo.
"Es una zona linda, cómoda y espaciosa. Perfecta para mi edificio." Mencionó antes. Pero Samael se veía obligado a negarse, por lo que prefirió intentar llegar a un acuerdo. Y esa era la razón de esta reunión. Discutir qué hacer con la zona.
A pesar de que el maldito tenía a la policía de su lado. Se notaba a kilómetros que era adinerado y que hacía lo que le plazca.

—Señor Darmond... —sonrió falso Gabriel—. Este lugar es nuestro hogar, no puede destruirlo y construir el suyo encima.

—Claro que puedo. Pero me parece que su compañero tiene otras ideas —se giró hacia Samael—. Hable. Lo escucho.

—No somos compañeros —corrigió—. Y me gustaría poder ofrecerle otra cosa, que no sea nuestra zona. ¿Hay alguna cosa en la que nuestra ayuda sea posible?

Darmond guardó silencio, pasando por su mente todas las cosas que quería en ese mismo momento. Entre ellas, solo matar a la gente de ahí y ya, pero sabía que podría sacar probecho de ellos.

—Mmm... Algo que quiero... Algo que quiero... —susurró—. Bien. Les daré un trabajo. Quiero enfrente mío, a sus mejores ladrones que tengan.

Al instante, Samael miró a Crowley y Gabriel miró a Aziraphale. Ambos dieron paso al frente, igual de confundidos. Y el señor los quedó viendo con una mirada indescriptible. Lo único claro, es que los analizaba a los dos.

—¿Solo ellos dos? —en su mente serían al menos 5 personas.

—Parecerán poco, pero creame cuando le digo que son los mejores ladrones de la zona —habló Samael.

—Es un placer, señor Darmond —habló en tono irónico, a la vez que le devolvía su corbata. La traía puesta hace unos instantes y nadie notó que se la quitó— Soy Crowley.

—Muchacho Crowley... —dijo en un tono sorprendido. Agarró su corbata y se la colocó otra vez—. Esplendido. ¿Y tu nombre?

—Aziraphale, señor —con pocas ganas de presumir, le entregó su reloj.

Todo por un trato [Aziraphale x Crowley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora