El humo que escapó de su boca fue ascendiendo de a poco, hasta difuminarse por completo. Era relajante ver la oscura noche, con todas esas estrellas brillantes en ella. Crowley llevaba casi una hora sentado en la banca, tan solo observando, pensando.
Era una de sus actividades favoritas, y es que las estrellas eran realmente hermosas de noche. Su brillo tan especial, que lo hacían sentir en casa. Le era imposible ignorarlas y se podía pasar toda una noche mirándolas, hipnotizado.Hace un tiempo, había descubierto dos estrellas azules, las más brillantes que nunca había visto. Desde que las vió, las buscaba siempre, y cuando las encontraba sentía una paz inexplicable, junto a una calidez en su pecho. Jamás había sentido algo así. Y no lo entendía, pero le gustaba.
Le preocupó cuando ambas estrellas habían desaparecido. Cuando las intentaba buscar, no las encontraba y esa calidez iba desapareciendo de a poco, mientras un vacío crecía. No fue hasta hace unos días que se las volvió a topar y no supo qué hacer, solo se quedó ahí parado observándolas, mientras en su interior crecían mil emociones que le hacían estallar de una hermosa manera. Y ahora, esa misma noche, esas dos estrellas azules habían ido hacia él, por primera vez. Aún con sus lentes de sol puestos, las podía distinguir facilmente por su brillo.—No sabía que fumabas... —entonó una suave voz.
—Angel —apagó el cigarrillo sin importarle si estaba a la mitad— Olvidalo, es una tontería que empecé hace unos meses.
—¿Está todo en orden? —tomó asiento a su lado en la banca.
—Por supuesto. ¿Por qué preguntas?
—Estás aquí solo... —sus ojos se desviaron hacia el suelo, avergonzado— Supongo que solo me preocupo por pequeñeces. Perdón.
Recordó lo atento que podía ser a veces con los demás, y en lo sensible, empático y generoso que era. Sin duda era alguien especial, de esas personas con un corazón realemente puros. Aquellas harían lo que fuera por la felicidad del resto antes que la suya. A pesar de que era una característica preocupante para el pelirojo, también era de admirar, porque él era bastante egoísta.
Ambos eran distinto en eso. Crowley se prefería a sí mismo antes que a los demás.Sin poder evitarlo, esbozó una sonrisa.
—Está bien —Aziraphale lo volvió a mirar en cuanto habló— No son pequeñeces. No te disculpes por preocuparte, es parte de ti.
Una sonrisa tímida se formó en su rostro, mientras sentía sus mejillas tomar algo de calor. Quizás es algo que no diría nunca en voz alta, pero Crowley sabía perfectamente cómo ponerlo nervioso. Y lo hacía sin siquiera intentarlo.
Ese día el sol estaba molesto, golpeando contra su piel. Odiaba el calor. Bueno, ambos odiaban el calor, pero Crowley prefería un ambiente templado a pasar frío.
Un avión más pequeño que los demás se fue acercándo de a poco, parecía conocido para ellos, por la grand D pintada al costado, y se estacionó justo en frente. De aquel, bajó una chica peliroja y se acercó a los chicos.
—Caballeros, el señor Darmond les trajo su trasporte —hizo una reverencía burlezca hacia el avión.
—Nos pudo haber dado transporte antes, ¿No crees? —reclamó Crowley.
Mientras él la miraba mal, ella le sonreía.
Fueron subiendo de a uno al avión, hasta ella ser la última en subir. Revisó al rededor, procurando que nadie estuviera vigilando.—¿Qué haremos exactamente, una vez estemos ahí? —Ligur se sentó frente a Hastur, con un vaso de bebida en mano.
—Esta vez es distinto. El huevo de Cleopatra está en una bobeda guardado, bajo un sistema de seguridad que solo el dueño puede abrirla —explicó Crowley.
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Todo por un trato [Aziraphale x Crowley]
FanfictieUna historia de amor de Aziraphale y Crowley. Dos personas de bandos contrarios. Pero cuidado, un tercer bando ha llegado al lugar en amenaza. Los bandos de Aziraphale y Crowley deberán aliarse para proteger lo que es suyo. Ambos son enviados a una...