Capítulo 5 : trato.
Probó abotonando la camisa hasta la altura de su cuello, pero la vista no le agradó. Intentó con una polera amarilla de franela, y al encontrar que iluminaba más su rostro y le era más cómoda, la escogió. Después se percató que le sintonizaba con los jeans azules, y los bototos negros. Cogió su chaqueta de cuero favorita, y acomodó su cuello con un pequeño doblez. Se miró en el espejo, vio la corta barba que crecía sobre su mentón, y prefirió dejarla intacta. Creía que le hacía ver mayor y, por tanto, irreconocible para las demás personas, para él mismo. Se lavó los dientes, peinó su cabello con gel hacia atrás y salió del baño.
Magda ya estaba dormida, y si consideraba la hora no despertaría sino luego de varias otras más.
Eren consideró ir armado. Si bien no creía utilizarla con Jean ni con ninguno de sus hombres, vivía con la amenaza de muerte en la garganta. En lugares, especialmente como Remedy, que eran frecuentados por pandilleros y hombres vigorosos de mala testosterona, era propicio llevar un arma a modo de cuidado personal. ¿Cómo lo recibiría Jean? Quizá lo viera como una ofensa, la prueba de que desconfiaba de ellos, o por otro lado entendería la necesidad de llevar una. Eren estaba seguro de que él también acarreaba una a cualquier lado. Con este pensamiento se decantó por llevarla, pero con suma precaución de que no fuera visible.
Antes de marcharse, se desvió al cuarto de su hermana. Abrió brevemente la puerta y por la orilla generada entre la bisagra y la pared, la observó. Las mantas subían y bajaban conforme su respiración. La vista le tranquilizó, le hizo olvidar que debía salir. Eren lastimó tener que marcharse, de otro modo, se quedaría por horas viéndola. Le pidió perdón en un corto suspiro.
A pesar de la hora, no le inquietó la oscuridad, ni menos el frío. De hecho, le agradó que el viento le peinara el cabello. Sentía que le hidrataba el rostro o le preparaba para algo peor, pero no sabía qué. Nunca sabía describir el sentimiento que le generaba la noche y la brisa gélida mientras se dirigía a un encuentro. Quizá una leve incomodidad o un sentimiento de vacío. Vacío fue todo lo que sintió, probablemente lo más seguro.
Recordaba muy bien el trayecto, por lo que no tuvo que detenerse en vagas contemplaciones sobre direcciones o alguna pista para orientarse. Gozaba de buena memoria, pero esto era más que buena memoria.
Sobre la marquesina de la entrada principal, vislumbró el logotipo del casino escrito en letras cursivas. Su luz palpitaba, similar a una proyección neón. "Remedy" se elevó de manera llamativa, y Eren recordaba la vista exactamente igual. A simple vista el establecimiento arrojaba pistas de ser un casino opulento, y aunque pretendía actuar como uno, no era su labor. Encubría un entramado de redes mafiosas y de prostitución, lo cual explicaba que no cualquier persona conocía su ubicación, siendo un recóndito distrito en medio de la gran ciudad, controlado principalmente por mafias y pandillas.
Eren no perdió tiempo en contemplar la fachada, que resultaría maravillosa para cualquier transeúnte o miembro novato de alguna pandilla. En su lugar, se dirigió a la puerta principal con el ánimo sereno y el corazón domado. Fue detenido por un guardia de casi dos metros, semblante sombrío, carente de expresiones o arrugas en el rostro, como si nunca hubiera sonreído o fruncido el ceño, el cual le exigió identificación. Eren no la tenía, pero se limitó a nombrar el apodo por el que Jean era conocido.
—Cy —dijo, y miró al guardia de unos aproximadamente veinte centímetros más alto que él. La diferencia de altura no le produjo cosquilleo alguno.
Fue examinado una última vez, pero sabía que a modo de intimidación, ya que a pocos hombres era entregado dicho apodo, el cual era utilizado como la llave o código por excelencia. Entonces cuando el guardia creyó lograr su objetivo, le dio la señal para ingresar.
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UKIYO. [EREMIKA]
FanfictionDe manera simultánea, en extremos distintos de un mismo pasaje, él asesina a un hombre y ella canta. Dos formas completamente distintas de enfrentar una realidad tosca y de ganarse la vida. Dos polos opuestos, desafiantes de unir. Pero inmediatamen...