Capítulo 4: Juego limpio.
Lenguaje obsceno, escenas gráficas.
La ampolleta pendía de un enjuto cable en el techo. Temblaba por la ocasional brisa que entraba por la puerta abierta. Sus botas, aquellas que había conservado en su repisa por días, las estrenaba ahora, lustrosas y de un grueso cuero, y con cada paso emitía un ruido pegajoso debido al pliegue y despliegue del cuero. De repente, cesó el ruido. Se detuvo en seco ante la vista. La punta de una de sus botas rozó la mano de un hombre. Pálida, y en su densa palidez alcanzó a vislumbrar la extensión de algunas venas azules y aceitunadas, marcas, rasguños, y un tatuaje. La impresa fotografía en piel de una decorosa belladona. En el centro la pulpa ovalada de color alquitrán, y las hojas verdes en torno. Colt sintió un golpe de mareo. Se agachó, y de rodillas contempló anonadado la mano. Costó para que reaccionara, pero un pensamiento le animó a tomar su mano, víctima de una frialdad inigualable, como solo puede experimentarse una vez. Gustavo nunca se había sentido tan frío. Había sido un hombre de sangre caliente, incluso en los días de invierno más crueles. Gustavo siempre se preocupó de calentar sus manos en invierno, y sin embargo, ahora Colt se esforzaba por alimentar un esbozo de calor en la mano de Gustavo. Vio que, a pesar de sus esfuerzos, no lograba calentarlo, y entonces lo golpeó el significado. La primera lágrima cayó por su mejilla izquierda. Si su hermano estuviera vivo, se levantaría y le obligaría a dejar de llorar.
No obstante, Colt no lloraba únicamente desde el dolor, sino del rencor.
Mientras lloraba, escuchó los pasos de otra persona, y pronto advirtió de quien se trataba. No hubo contacto físico, para ellos no funcionaba de aquel modo. El hombre se limitó a mirar a Colt en absoluto silencio. Colt entendió su actuar, motivado por una visión de hermandad distante. Vivió la pandilla desde una edad muy temprana gracias a Gustavo, quien aplicaba el significado de hermandad de la pandilla incluso con él, su hermano de sangre. La pandilla le lavó el cerebro por años, lo condicionó a vivir en una neblina de frialdad para siempre, y así murió. Para ellos, el amor importó en la medida que se trabajara para la pandilla, se matara para la hermandad, y en cuanto los actos sirvieran para la elaboración de un legado de violencia y pavor.
Colt soltó la mano de su hermano, y se apartó de la escena con una letárgica mirada al cadáver. No se limpió las lágrimas, las dejó intactas sobre la piel de sus mejillas, y como un retrato de agonía, el dolor se dibujó en su rostro. Nunca más volvería a verlo.
—Él se encargará de esto —Franco, su compañero, dijo por detrás. A Colt le pareció ofuscante. No quería escuchar a ninguna persona. Lo único que ocupaba su mente era Gustavo—. Matará a todos quienes hicieron esto.
Colt miró a Franco, y le pareció que veía a un superior del ejército y no a un compañero de su misma edad y rango. Asintió, y se apartó a uno de los sillones. Le hubiera gustado acariciar la mano de Gustavo un tiempo más, pero no en presencia de Franco. Por mucho que fuera su compañero, no podía confiar en ninguno de ellos.
Franco miró la escena por varios minutos y luego desapareció en la cocina de la casa para seguramente prepararse algo con lo habido en el refrigerador. Colt aprovechó para sentarse, y desde su lugar vio la mano extendida de su hermano. No estaba cubierto, por el contrario, su cuerpo era tan visible como su mano, pero había algo en esta que no le permitía ver otra cosa más. Colt sabía que había sido acribillado, sabía que su cuerpo había sido el blanco perfecto para una suma de balas de plomo. No era como si le interesara ver el resultado de los balazos.
Pero podía ver la sangre. El extenso charco en torno a su cuerpo, y un hilo de sangre que se extendía desde la altura de su cabeza hasta su mano. Lo ignoró, y mantuvo su fijación en la mano que creía inminente calentar. Gustavo estaba tan frío. Muy frío.
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UKIYO. [EREMIKA]
Fiksi PenggemarDe manera simultánea, en extremos distintos de un mismo pasaje, él asesina a un hombre y ella canta. Dos formas completamente distintas de enfrentar una realidad tosca y de ganarse la vida. Dos polos opuestos, desafiantes de unir. Pero inmediatamen...