Mención de abuso sexual infantil, violencia y malas palabras.
Capítulo 7: Casa de cartas.
Despertar resultó heroico. La luz solar ya ondeaba por entre las ventanas gracias al movimiento de los visillos y las cortinas y podía escuchar el murmullo del gentío en la calle. Sus vecinos eran gente mañanera, lo que nunca había significado fastidio, pero esta mañana era diferente. No quería despertar y menos dejar la cama para hacer algo productivo, como siempre procuraba hacer con suma diligencia. Sin embargo, había despertado en contra de su voluntad y observaba absorta el fajo de billetes que reposaba sobre la cómoda de madera de ornamentos anticuados.
La pregunta se manifestó repetidamente: ¿Cómo debería sentirse?
En un comienzo la propuesta había resultado tentadora, una gran oportunidad para conseguir ingresos y la inversión futura. Tenía planes respecto a la música, dedicarse a ella profesionalmente o firmar para una productora, lo cual se traducía en dinero. Aun cuando en la mayoría de ocasiones pensara no ser suficiente, en algunas se consideraba lo bastante competente como para tomar el riesgo de ingresar a un mercado musical amplio. En dichos momentos de fugaz satisfacción, reconocía la pasión y el talento que la acompañaba, y también reconocía la posibilidad de llegar lejos. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones luchaba con el pensamiento de insuficiencia, de estancamiento y con la sensación de nunca poder integrarse a un mercado competitivo. La propuesta había reanimado la pasión artística que expiraba lentamente, y avistó la posibilidad de conseguir la suma de dinero necesaria para abandonar el mundo nocturno en el que solía cantar. Esta fue una de las ocasiones de esperanza, donde se sentía lo bastante talentosa y competente como para invertir el dinero en un proyecto mayor. Fue así que aceptó y se presentó.
No podría catalogar la experiencia como sencilla, por el contrario, desde el principio sintió intimidación e intriga, y de ese modo continuó la preparación hasta el día indicado. Jean era el nombre del hombre que la contactó un martes, para presentarse el sábado de aquella misma semana. Esos días fueron un agudo sube y baja de emociones, en el que pronto advirtió en ella nada más que un manojo de nervios, lo que le impidió realizar actividades normales como comer, dormir con la regularidad acostumbrada o pensar en otra cosa que no fuera lo que tendría que hacer. Incluso canceló cualquier otra actividad en su agenda para consagrarse por entero a lo comprometido.
Días eternos, en los que se descubrió zambullida en el pensamiento de enrollarse con un desconocido, y simuló para cada pensamiento un escenario hipotético, en el cual ensayó perfectamente sus acciones. Cómo hablaría, qué vestiría, cómo olería, cómo fingiría. Para una mente acostumbrada a pulir con fineza su imagen y sus acciones y de ese modo emprender con éxito cada trabajo, no fue sencillo quitarse de la cabeza este nuevo desafío. Mikasa acostumbraba a sobrepensar sus movimientos para obtener el resultado más óptimo, pero siempre había sabido identificar patrones, fuera en términos generales o particulares, respecto a lo que debía enfrentar. En esta ocasión fue distinto, se aproximaba a la oferta con pudor y desconfianza puesto que nunca había tenido un acercamiento con estas características. Miles de preguntas habían aterrizado en sus sesos. ¿Por qué la querría? ¿Quién la querría? ¿Desde cuándo había nacido este interés por conocerla y pagar por una noche de intimidad? Jean había sido claro, más de lo que su gusto habría preferido. En la llamada explicó sin tapujos ni rodeos sus intenciones.
—Un hombre quiere pasar una noche contigo. Pagaré una suma considerable si aceptas.
Mikasa no había sabido qué responder ni cómo aproximarse a aquel hombre que, aun cuando ofrecía un pago en dinero al contado por dicha prestación si aceptaba, parecía no aceptar un no como respuesta. Mikasa no era tonta y si bien al comienzo había pensado que se trataba de un negocio común y corriente en el que tendría que cantar para una taberna, muy pronto advirtió que podría tratarse de un pandillero o proxeneta. Ante esta situación, sabía que no podría negarse, porque alguien ya la había identificado y haría todo lo posible por conseguir lo querido. Hombres con poder y ego inflado. Definitivamente no tendría otra opción, sin embargo, lo que la motivó realmente a aceptar no fue miedo a una posible amenaza, sino lo contrario.
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UKIYO. [EREMIKA]
FanfictionDe manera simultánea, en extremos distintos de un mismo pasaje, él asesina a un hombre y ella canta. Dos formas completamente distintas de enfrentar una realidad tosca y de ganarse la vida. Dos polos opuestos, desafiantes de unir. Pero inmediatamen...