Buscando manipular a todo aquel que caiga en sus garras, la princesa del clan Kokuren empieza a manipular al hermano mayor de los Shiba sin saber que lejos de ser un boleto para la victoria aquello puede ser su perdición. Después de todo, el que se...
Es inexplicable; muchas veces cuando te reprimen de muchas formas eres capaz de sentir un gusto extraño, era extravagante la sensación de tener el poder, eran tan parecida como tener padres estrictos y gracias a eso desarrollar, a lo que yo le llamo, el instinto de la mentira, mientras más te reprimen y te castigan más agudo te vuelves con las mentiras, pero en mi caso era más un sentido de la supervivencia, acostumbrada a mostrar un carácter dulce y sumiso, una máscara que convencía a todos, era una parte de mí, si lo admito, no soy una hija de puta 24/7; soy bondadosa, claro. Aunque sólo con los que se lo merecen.
Desde mis hermanos, Mitsuya, podría decirse que hasta Hakkai y Yuzuha.
Tal vez por eso, cuando me enteré de lo que hacía Taiju, lo odie aún más, sin dudas era igual a Suito, exceptuando (supongo) lo incestuoso, si fuera por Ssuito me obligaría, si fuera necesario, a casarme con él.
Un maldito que algún día me las va a pagar todas.
Una oportunidad como ésta, no sólo de joder a Taiju, si no de conseguir poder también, era de las que pocas veces se daban y a mi me gusta apreciar las oportunidades de manera que se vuelvan fructuosas. Tal vez me gusta demasiado medir la paciencia señalas personas, y Taiju era la nueva adquisición de mi jauría de perros.
Cuando se retiró de mi oficina, con una sonrisa de autosuficiencia, no evite reírme por un largo rato, tanto que incluso Ran entró a ver que me pasaba, era mi momento de sacarlo de quicio a como diera lugar.
Sería realmente divertido ver cómo brota esa vena de su frente con lo que voy a hacer, aunque tampoco es algo malo, al menos no para mí.
En lo que llegó el menor de los Haitani, mi humor había mejorado considerablemente y casi me había olvidado de que me había llamado puta. Con las 50 ratas, algo sumamente asqueroso, el pobre olía horrible y me tome mi tiempo para reírme de él, la pequeña Luna me veía de forma incrédula, bueno no podía esperar demasiado de un pequeño búho, aunque esta pequeña me ha demostrado su inteligencia, de distintas maneras, como la vez que le dije que picoteara a Rindou y lo hizo.
En cuanto terminé todos los papeles que no eran muchos, le pedí a Ran que me llevara de vuelta a mi casa, ignorado a Rindou el cual parecía matarme con la mirada, como siempre y como era acostumbrada, todo el camino me la pasé viendo las calles y los transeúntes sin fijación estrafalaria.
El camino regularmente corto, nisiquiera esperé como de costumbre que Rindou me abriera la puerta; salí rápidamente para poder darme un baño, junto con Luna y posiblemente acompañada de Hunter Stone.
Cuándo Miyo abre la puerta y seguido baja su cabeza ante mí, Hunter Stone ( mi cachorro de pastor blanco suizo) corre hacía mi con velocidad, es tan peludo y grande que podría cubrirme entera si se para en dos patas.
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