Aun recuerdo el día en que te conocí; fue como si estuviéramos destinados a ser el uno para el otro, llegando a ser una estrella más en el luminoso espacio del amor.
Todo sucedió tan rápido, mi vida vacía tomó un color muy bello al estar presente junto a ti, como la luz que ilumina el camino. Tu iluminaste mi corazón. Nunca había sentido sensación similar, como un choque lleno de majestuosidad y perfección.
Recuerdo a la perfección tu espléndido caminar y tu delicadeza, como si de un ángel se tratase. Mi mirada se deslumbró y quedó atónita; en ese instante, el mundo se paró solo para contemplar tu belleza. Cuando te acercabas a mí, mi corazón empezó a acelerarse; sentía como cada latido retumbaba en mi ser. Al momento de escuchar tu voz tan cálida, aquella noche fría se volvió una calurosa mañana de verano.
Tus palabras eran tan serenas y llenas de bondad que, por momentos, mi mente se quedaba en blanco; las palabras no podían salir de mi boca, como si una atadura lo impidiese. Aun así, tú estuviste conmigo toda esa noche. Pude ver cómo mi corazón tenía un color distinto, algo nunca antes visto.
En cambio, mi vista se centraba en lo bello que eran tus ojos y tu sonrisa. También quedé anonadado por tu aura de bondad y felicidad. Estar junto a ti era tan reconfortante como ver un amanecer en Ahu Tongariki; cada segundo hacía que esa sensación tan peculiar incrementara.
Esa noche sería inolvidable; aunque tu postura ante todo fue amable, mi ser se sentía tan acogido ante tu presencia. Deseaba que esa noche durase para siempre y que nunca te separes de mi lado, para que estemos juntos el resto de nuestras vidas.
Pero como todo, llegó el final de la noche. Cuando te vi partir, sentí como mi alma se partía, tal como un perro abandonado te seguiría para evitar que el color que me entregabas se desvaneciese. De esa forma, me armé de valor y, temeroso, te pedí el número de teléfono. Con una sonrisa, me lo entregaste sin problemas; hecho esto, te fuiste.
Aunque la noche había acabado, pude sentir como mi alma estaba tan llena. El color seguía tan brillante aunque tú no estabas. Con tan solo saber que puedo hablar contigo, mi alma se sentía completa. De esa manera, mi vida tomó un rumbo distinto, un rumbo guiado por el color de tus ojos y tu sonrisa que iluminaba todo.
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Las ataduras de un corazón joven
RomantikLa vida de un joven, tomara un cambio drástico al conocer a "su chica perfecta" durante esta travesía, el se dará cuenta de todo lo que eso conlleva, de esa manera experimentando la realidad del amor.